Tribuna Israelita

El judaísmo y la Tierra Prometida

Y te dará a tí, y tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua, y seré el Dios de ellos” Génesis 17:8

     Pocos temas han merecido tanto la atención dentro del pensamiento teológico judío como el concepto de la Tierra Prometida. Desde los textos bíblicos hasta la liturgia y aún en los comentarios rabínicos, la noción de la tierra otorgada por Dios a Abraham y Sara, es central para la espiritualidad de Israel.
En todas aquellas ocasiones en las que el judío reconoce su pacta con Dios, se recuerda la tierra.

     Tal es el caso de la oración diaria la celebración del tradicional séder de Pésaj (para conmemorar la liberación de los judíos de Egipto) y de las bendiciones para festejar la llegada del sábado.
El concepto de la tierra es tema central en la fe judía. Por su parte la fe –Emuna– en hebreo, es la aceptación de Dios y la obligación atender a su llamado. La historia judía se inicia con la promesa divina de Dios hacia Abraham y Sarah, de convertirlos en una comunidad con un sentido histórico, un pueblo identificado con un lugar específico en el planeta, con una Tierra Prometida.
El pueblo judío sufrió el exilio y el retorno como parte de su experiencia histórica, misma que marcó la vocación hebrea a través de los siglos. La esclavitud egipcia fue un preludio al retorno a la tierra. Este último es precedido por la revelación en el Sinaí con el compromiso concomitante de cumplir con los Mandamientos.
Cada experiencia de exilio forzado ha sido acompañada por un cambio de conciencia para Israel. Por ejemplo, después del exilio babilónico, el retorno a la tierra profetizaba la renovación del pacto divino, como lo sugiere el versículo bíblico: “He aquí que vienen días en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y la casa de Judá”. (Jeremías 31:31).

La Teología Rabínica y el Concepto de la Tierra
     Los comentarios de la Biblia por parte de la teología rabínica fueron recopilados en el siglo II e.c. Estos expresan el sentido de la palabra divina y lograron que la experiencia hebrea, transmitida a través de las Escrituras, fuese relevante para la comunidad.
Los maestros rabínicos consideraban la historia y la tradición judía religiosa como parte de la conciencia divina .El pensamiento medieval continuó con la explicación rabínica pero por añadidura incorpora la dimensión mística de la añoranza por la tierra de Sión. El movimiento mesiánico enfatizaba el significado de la redención del retorno, llenando de ilusiones y esperanzas los corazones de las masas de judíos oprimidos. El pueblo que sufría bajo las penurias del dominio feudal y eclesiástico, sería redimido por la restauración mesiánica de Jerusalem.
Yehuda Halevi (1085-1141 e.c.), el poeta y teólogo español, enfatizó el concepto bíblico de la interrelación entre Dios, Israel y la tierra divina. Afirmaba que el pacto requería de un lugar para su cristalización y que los judíos que habitaran en ese sitio lograrían satisfacer su vocación religiosa y sobreponerse al exilio y a la persecución.

La Realidad del Exilio y el Retorno en el Siglo XX
     Un importante sabio judío, el rabino Nachman de Braslav (1772-1810 e.c.), declaró que Eretz Israel -la Tierra de Israel- representa la renovación de los ideales mesiánicos. Expresó así, el sentimiento de los judíos en el siglo XX, quienes después de experimentar el horror del Holocausto voltearon sus ojos hacia la tierra añorada. De este modo el sionismo fue más que una ideología política; fue la realización de un sueño milenario.

León Klenichi, Director del Departamento de Relaciones Judeo-Católicas de la B’nai B’rith.

Eugene J. Fisher-, Directora Ejecutiva del Secretariado para las Relaciones Judeo-Católicas de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos.

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