Tribuna Israelita

Palabras de la Mtra. Geraldina González de la Vega, Presidenta de COPRED con motivo del Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Enero 2023

Muy buenas tardes al

Excmo. Sr. Zvi Tal Embajador de Israel; Alberto Romano, Presidente de Tribuna Israelita; Elías Achar, Presidente del Comité Central de la Comunidad Judía de México; Claudia Stella Curiel de Icaza, Secretaria de Cultura; Nina Medrez, Presidenta de la Asociación Yad Vashem de México; Jaime Rubén Morales Beltrán, Director General de Diversidad Sexual y Derechos Humanos y por supuesto, a nuestra anfitriona, Mily Cohen. Vicepresidenta y cofundadora del museo Memoria y tolerancia.

Saludo también a mis colegas de las Asambleas Emérita y Consultiva del COPRED Lilian Magidin y Luis Perelman.
Saludo a todas las personas que hoy nos acompañan.
Amigos y amigas,

Este enero, como cada año nos reunimos a honrar la memoria de las víctimas y los y las sobrevivientes de la Shoah. Ya he dicho en otro momento que esta fecha nos debe mover a recordar el Holocausto como un continuo en la humanidad y no como un momento en el pasado. Una línea que nos permita entender que las víctimas y sobrevivientes tenían una vida, un pasado, un presente y un futuro que les esperaba antes de estos actos calamitosos que no solo marcaron vidas, sino cambiaron el rumbo de la humanidad e hicieron que comprendiéramos nuestra naturaleza humana de forma radicalmente distinta.

Hoy, como cada 27 de enero nos reunimos para recordar la Memoria de las Víctimas del Holocausto, en este año el tema guía elegido por Naciones Unidas es “Hogar y Pertenencia” pues se considera necesaria la reflexión sobre las formas en que las víctimas fueron amoldando sus ideas de “hogar” y “pertenencia” a medida que se iban enfrentando a los violentos ataques antisemitas durante el Holocausto y del significado de estos dos términos para los supervivientes durante los años inmediatamente posteriores a la guerra.

Cuando nos afligimos por la ausencia de hogar o por la ausencia de vínculos pensamos en soledad, exclusión, tristeza, discordia. Países, espacios sin nombre.

¿Qué requiere un lugar para que lo llamemos hogar? ¿Qué implica la pertenencia?

¿Hogar es nuestra casa? ¿Nuestro barrio? ¿Nuestra ciudad o nuestro país? ¿Qué es aquello que compartimos con otros y otras que nos hace pertenecer?

Sabemos que a través de la ideología nazi se seleccionaba quién podía reclamar Alemania como su hogar y no solo Alemania, Europa entera se convirtió en un sitio hostil para personas judías, personas con discapacidad, personas de la diversidad y muchas otras que no eran consideradas dignas, con base en esta ideología de exclusión y estigmatización.

El peligro de etiquetar, de estigmatizar, de permitir que el prejuicio gobierne las acciones, fundamente las políticas, justifique las normas jurídicas, es precisamente lo que jamás debemos olvidar. Discriminar tiene que ver con el despojo de eso que llamamos hogar y nuestra pertenencia comunitaria, dejarnos desnudas, afuera, sin ser que merezca ser visto.

¿Es el hogar donde nos sentimos seguras? ¿Pertenecemos solamente a aquel sitio en el que somos bienvenidos?

¿Será que nuestro hogar es donde ubicamos nuestros símbolos? ¿O convertimos un espacio en nuestro hogar a través de ellos? Quizá por ello continuar con los símbolos y tradiciones sea una forma de avivar el fuego del hogar y de la pertenencia. ¿Compartir la cena, desear un feliz y dulce año, besarnos antes de dormir, son signos de pertenencia?

Maya Angelou inicia su poema titulado “una verdad valiente y sorprendente” diciendo:

Nosotros, esa gente, en un planeta pequeño y solitario
viajando por el espacio informal
estrellas distantes del pasado, a través de soles indiferentes hacia un destino donde todas las señales nos dicen que es posible e imperativo que aprendamos una verdad valiente y sorprendente.

Esa verdad es, precisamente, ¿cuál es nuestro hogar y cuál es nuestra pertenencia? Cómo nos reconocemos como seres humanos, iguales y autónomos.

Para algunos el hogar es donde están sus pertenencias o lo que reconoce como su techo, para otros, donde comparte con quienes llama familia. Quizá, el hogar es donde nos espera nuestro gato, donde se encuentra nuestra calma. Hogar es donde no tenemos miedo. Hogar, es donde no nos sentimos perseguidas.

La añoranza es universal, no estamos aislados. Descubrir que compartimos estos sentimientos nos hace precisamente pertenecer a un todo humano. Necesitar eso que llaman calor de hogar es aquello que compartimos no solo la especie humana, sino los seres vivos.

Ese sentido de pertenencia, de verte reflejada en los demás, de entender que miramos las mismas estrellas, se perdió durante la shoah.

Ustedes, nosotras, todas las personas, soñamos, sentimos temor, esperanza, frío y ternura. Sonreímos y lloramos. Sentimos furia, angustia, felicidad, euforia. Estamos hechas de carne y hueso, de sueños y miedos, de triunfos y derrotas. De vida y muerte.

Creernos distintos, pensar que la diversidad nos clasifica es precisamente el error que hoy, que cada 27 de enero, recordamos al honrar la memoria de quienes perecieron a manos del odio y la indiferencia.

Quizá el hogar no es un lugar sino un sentimiento. Hogar es el trato digno, el amor, el respeto, la paz. Hogar es donde soy aceptada, no soy juzgada, donde no soy etiquetada, donde no soy excluida, limitada, mutilada, asesinada. Hogar es donde no siento frío, indiferencia. Hogar no debe ser donde vivo odio, violencia, discriminación.

El hogar es y no es al mismo tiempo, porque, aunque hoy muchos tenemos el privilegio de tener una habitación donde sentirnos seguras y compartir el pan y el vino, vivimos todavía en un mundo donde las mismas manos que abrazan, ahorcan; las mismas bocas que reconocen, insultan; las miradas que admiran, ignoran; donde el mismo corazón que ama, odia.

La igualdad es la garantía de la universalidad de los derechos, precisamente porque todos, todas, todes pertenecemos a este mundo, merecemos el mismo trato, el mismo valor, porque no hay seres humanos de primera y seres humanos de segunda. La enseñanza para el mundo fue la urgencia de reconocer y garantizar los derechos humanos para todas las personas, sin excepción. La enseñanza fue, es, que el prejuicio acaba justificando el exterminio.

La experiencia del siglo pasado nos deja esta lección: los mandatos del Estado no cumplen con imperativos morales simplemente por provenir de las estructuras jurídico-políticas del propio Estado. Es imperioso partir de la pertenencia de todas las personas a la especie humana.

Los actos de exterminio en contra de toda la población judía, y otros grupos de personas también considerados inferiores durante el Tercer Reich, como las personas con discapacidad, fueron la culminación de un proceso de discriminación y violencia que permeó en la sociedad hasta justificar el mal por el mal. Si bien entre las víctimas del nazismo puede contarse a polacos, gitanos, comunistas, homosexuales, lesbianas y prisioneros de guerra soviéticos, entre otros, ciertamente fueron los judíos el blanco central del régimen nazi. Lo que fue único en el Holocausto fue la totalidad de su ideología y su traducción de un pensamiento abstracto hasta un asesinato planeado, lógicamente implementado.

Y justo, el reconocimiento de este día tiene un doble propósito, por un lado, pretende urgir a los Estados miembros de Naciones Unidas para desarrollar programas educativos que tiendan a perpetuar la memoria de la tragedia en las generaciones futuras para prevenir que los genocidios ocurran de nueva cuenta; y, por otro, rechazar de manera tajante cualquier negación del Holocausto como un evento histórico, condenando, sin reserva, cualquier manifestación de intolerancia religiosa, incitación, acoso, o violencia en contra de las personas o comunidades basada en origen étnico o creencias religiosas, cuando sea que éstas ocurran.

No olvidar para no repetir. Por eso el medio día de hoy invitamos a un grupo de personas jóvenes a una visita guiada por este importante museo y una charla con una persona sobreviviente, porque creemos imperioso seguir recordando, seguir insistiendo en que los prejuicios crecen, escalan, se multiplican como la hiedra y acaban ocultando lo verdadero: la igual dignidad de todas las personas.

A veces se piensa que se exagera cuando se señalan y se busca eliminar los discursos discriminatorios, escudados en la libertad de expresión buscan justificar supuestas maneras distintas de pensar. Lo cierto es que, esta fecha, además de recordar a las mujeres, hombres, niños, niñas, ancianos y ancianas que perecieron en la Shoah, pretende precisamente señalarnos que los prejuicios escalan, adquieren un peso tal en el imaginario social, que justifican la barbarie, la normalizan. La expoliación del hogar, el borrado de la pertenencia despojan también la humanidad.

Jamás una sociedad que aspira a ser igualitaria puede permitir discursos discriminatorios ni de odio en nombre de una libertad sobre la que descansa. La tolerancia es un valor que solo tiene cabida dentro del marco del respeto a la dignidad, a la igualdad y a la libertad de cada una de las personas, destruirlas en nombre de sí mismas, es suicida.

¿Podemos ubicar nuestro hogar en los valores de una democracia? Pienso que sí. El respeto, el trato digno, la paz, la igualdad y la libertad son nuestro hogar. La pertenencia a esos ideales su cemento.

Dice Angelou al final de su poema: “tenemos el poder de crear para esta tierra un clima donde cada hombre y cada mujer pueda vivir libremente sin falsa piedad sin miedo paralizante.
Cuando lleguemos a eso debemos aceptar que nosotros somos la posibilidad
somos el milagro,
la verdadera maravilla de este mundo eso es cuando, y solo cuando lleguemos a eso.

Entender que el hogar es el aire que compartimos, es el mismo cielo que todos miramos y la luna que a todas ilumina, y que la pertenencia es el respeto y la inclusión, es la universalidad de la igualdad. Es la conciliación de la humanidad.

Aunque llevemos ya 78 años de haber descubierto de lo que los seres humanos somos capaces, hoy, en 2023, muchas de estas acciones las volvemos a encontrar entre nuestras sociedades: fiestas neonazis, distribución de parafernalia por sitios en internet, discursos de odio, violencia contra las personas por su origen étnico o racial, medidas de exclusión para grupos de atención prioritaria, obstáculos para ejercer sus derechos a la diversidad, políticas que invisibilizan o que señalan, mayorías que amedrentan a quienes no se ajustan a sus estándares, que agravian, que deniegan.

El 27 de enero debe ser parte de un ejercicio colectivo de reconstrucción de las historias nacionales y de su enclave en la universal, de entender cómo los procesos del pasado influyen en el futuro y de cómo los errores –y los horrores del pasado– no se deben, no se pueden volver a cometer.

* Palabras pronunciadas en el acto: Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, 78 Aniversario de la liberación del campo de concentración y exterminio Auschwitz-Birkenau, “Hogar y pertenencia”, organizado por el gobierno de la Ciudad de México a través del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México, COPRED, en el Museo Memoria y Tolerancia. Enero 24, 2023

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