Tribuna Israelita

Filosofía judía: el pensamiento de Martín Buber

Martín Buber, filósofo, traductor e intérprete bíblico, maestro de la prosa germana, es una de las figuras intelectuales más importante del siglo XX. Sus aportaciones a la cultura germana y a la judía enriquecieron marcadamente el pensamiento contemporáneo. Su quehacer intelectual no se limitó al área de la filosofía sino que tuvo gran impacto en el campo de la pedagogía, la criminología y la psicología del desarrollo.

Su enfoque sobre la religión, con un énfasis en el diálogo más que en el ritual o el dogma, sus interpretaciones del hasidismo, su insistencia en el significado de la fe bíblica aunado a la profundidad espiritual y la belleza de sus escritos lo convirtieron en uno de los más destacados intérpretes de la filosofía moderna.

SU VIDA
Martín Buber nació en Viena, Austria en 1878. Gran parte de su vida residió en Lemberg, Galicia, en el hogar de sus abuelos paternos, donde se respiraba la tensión entre las dos tendencias en las que se debatía la vida judía de aquella época. Por un lado su abuelo fue un destacado estudioso de los textos hebreos, y por el otro, su abuela fue producto del movimiento de emancipación de los judíos de Europa oriental que intentaban modernizar la cultura hebrea. Ambos fueron figuras importantes en la vida de Buber quien, desde pequeño, se inclinó al estudio de la cultura universal sin olvidar la tradición de sus antepasados.

Al iniciar sus estudios en la Universidad de Viena en 1896, se concentró en la filosofía de Kant y Nietzche. Como estudiante participó en las actividades del movimiento sionista, y por invitación de Teodoro Herzl -padre del sionismo- fungió como delegado en el Tercer Congreso Sionista celebrado en 1899. En 1901, como director del periódico Die Welt, puso énfasis en la necesidad de una nueva creatividad judía. Con los años se retiró de la esfera política sionista.

En 1901 se dedicó al estudio del pensamiento hasídico (movimiento religioso que aspira a la perfección del alma fundado en el siglo XVIII por el Baal Shem Tov) y en 1904 obtuvo su doctorado en misticismo en la Universidad de Berlín. En este período comenzó a escribir sobre el hasidismo y se abocó a hacer investigaciones sobre la filosofía de la religión. A partir de 1916 fue editor del periódico Der Jude, (El Judío) foro central de los intelectuales judeoalemanes, plasmando allí su interés en la religión y la filosofía.

A principios de la década de los 20’s, junto con el pensador judeo-germano Franz Rosenzweig, completó una nueva traducción de la Torá al alemán. En 1923 fue designado profesor de la cátedra de Ciencia de la Religión y Etica Judía en la Universidad de Frankfurt, cargo que ocupó hasta 1933. En los cinco años posteriores se abocó a elaborar un programa de capacitación para los colegios hebreos hasta convertirse en líder del sistema educativo judeo- germano.

El trabajo pedagógico de Buber alcanzó la cima en los años previos a la ascensión de los nazis al poder. En 1934, de hecho, quedó a la cabeza de un instituto para la formación de maestros cuando los educadores judíos estaban siendo progresivamente excluidos del sistema. Se rebeló contra el nacionalismo nazi de “sangre y tierra” y reafirmó que los judíos debían mantener su auténtica identidad, ya que la meta educativa no podía ser racista. En 1938, ante la persecución nazi, se vio forzado a huir de Alemania hacia Israel en donde se integró al cuerpo docente de la Universidad Hebrea de Jerusalem. A la vez, activó en la política en un intento por reconciliar el creciente conflicto entre árabes y judíos. En 1949, tras el establecimiento del Estado de Israel, fundó un Instituto de Educación para Adultos y participó en la fundación del Brit-Shalom, asociación de intelectuales que buscaba vínculos con los árabes siendo partidaria de un Estado binacional. Su labor en el campo educativo continuó hasta su muerte acaecida en Israel en 1965.

SU FILOSOFÍA
A pesar de que Buber se caracterizó por un enfoque multidisciplinario, su principal objetivo lo constituyó el estudio de la Torá. Sin embargo la obsesión de Buber residió en las formas de relación entre el hombre y su entorno como la base de su pensamiento.

El Diálogo. El punto de partida de su esquema de pensamiento es la relación entre el hombre y el mundo. En su obra Tú-Yo Buber establece como fundamento que existe un lenguaje ideal con dos palabras básicas: Yo-Tú, Yo-Eso. Estos términos expresan las relaciones a través de las cuales se experimenta la realidad. De esto se infiere que toda experiencia es relacional.

Yo-Tú: Caracterizada por la mutualidad, la apertura, la presencia y la dirección. Es una relación de verdadero diálogo en donde ambas partes se encuentran en un mismo nivel. La mutualidad se da en función de la relación; es así que es muy escasa en los niveles botánico e inorgánico, extraña en el nivel animal pero siempre posible y real entre los seres humanos.

Yo-Eso: Carece de las cualidades previamente mencionadas. Es una relación objetiva, cognitiva en donde las partes involucradas no comparten la igualdad sino que una utiliza a la otra para lograr sus objetivos. Es una relación que difícilmente se puede sostener indefinidamente y es inevitable que todo Tú se convertirá con el tiempo en un Eso. Es a través de esta relación que se adquiere el conocimiento y se alcanzan los avances técnicos.

En una cultura sana existe una interacción dialéctica entre ambas relaciones, misma que encuentra sus canales de expresión en el arte y el conocimiento.

En su obra El Conocimiento del Hombre, Buber desarrolla sistemáticamente su “teoría dialogal del conocimiento”. Al igual que Kant, establece que no podemos lograr un conocimiento objetivo del universo en sí mismo y que sólo conocemos el mundo a través de las categorías que le son impuestas. Si utilizamos la relación Yo-Eso podremos lograrcontacto con los objetos del mundo a pesar de que no podremos conocerlos directamente. Nuestro sentido de percepción se basa en el contacto directo y es por ello que la relación Yo-Eso constituye la base de todo el conocimiento del mundo así como de la creación artística.

Paralelamente el análisis de la relación Yo-Tú entre los hombres llevó a Buber a la idea de que Dios es el Eterno Tú y que permite las relaciones entre los seres humanos y otras criaturas. El conocimiento de la figura divina se da, no a través de proposiciones cognitivas o especulaciones metafísicas, sino por medio de la relaciones particulares con las personas, los animales, la naturaleza y el arte.

La Torá (Pentateuco). En su estudio sobre Moisés Buber rechazó la postura tradicional que considera a la Torá como historia verdadera y tampoco concordó con quienes ven las Escrituras en términos del significado simbólico o literario. Para él existía una tercera forma de clasificar las narraciones bíblicas: como leyendas que preservan la memoria histórica.

Para Buber la Torá es un “récord de los encuentros dialogales entre el hombre y Dios”. La Torá no es, de acuerdo a su concepción, un libro muerto sino palabra viva en donde el Eterno Tú del pasado se vuelve presente para aquel que verdaderamente escucha. El diálogo entre Dios e Israel se resume en el pacto, base del mesianismo judío. El Todopoderoso exige que el pueblo hebreo se convierta en una nación santa y en un reino de sacerdotes con el objeto de alcanzar el orden divino en todos los aspectos de la vida comunal.

Así mismo consideró la revelación de las leyes divinas en el Monte Sinaí no como un evento que sólo sucedió en el pasado, sino como algo que puede suceder en el presente si el ser humano se muestra receptivo.

Religión. Para Buber ésta es una institución humana sujeta a la misma historia que se aplica a todas las formas de expresión de asociación entre los hombres. La religión comienza con la revelación que es el encuentro entre el Yo-Tú y el Yo-Tú Eterno. A la vez la religión comienza con la oración individual, que representa el encuentro entre Dios y la persona y que lleva a la oración comunal.

Buber considera que los períodos de los patriarcas, los profetas y la primera generación de Hasidim, constituyen los más importantes momentos religiosos del judaísmo. El resto es idolatría. El considerar la revelación en el Sinaí como una revelación de las leyes es, de acuerdo a Buber, una forma de idolatría. Estas posturas ante la religión resultaron más atractivas para los judíos liberales que para los tradicionalistas.

Israel y el Pueblo Judío. Buber no aceptó la tesis que exige que los judíos se conviertan en una nación como cualquier otra. Consideraba que el pueblo de Israel es el único que desde sus inicios ha sido, a la vez, una nación y una comunidad religiosa, portadora de la revelación y del pacto con Dios. Es por ello que tiene un rol único en la historia y éste debe ser reconocido.

Política: Para Buber la sociedad ideal es aquella que es suficientemente pequeña y estructurada para que todos sus miembros puedan lograr consenso sobre los asuntos de estado. Esta es la llamada “democracia directa” que contrasta con la ”democracia representativa” en donde, como consecuencia de sus dimensiones, es difícil alcanzar un consenso. Por ende, se tienen que elegir representantes que tomarán las decisiones.

Buber consideraba a una sociedad como “demasiado grande” cuando requería de un senado, un parlamento o un congreso. El Estado ideal sería aquel en que los ciudadanos se dividieran en unidades pequeñas y autónomas. De otro modo la sociedad podrá llegar a la tiranía ya que nadie tiene la prerogativa de representar a otra persona. Y el kibbutz (forma de cooperativa agrícola común en Israel), mismo que según Buber constituye un ejemplo de que “el socialismo utópico sí funciona”, es la aproximación más cercana en la historia moderna al ideal político al que la sociedad debiera acceder.

BIBLIOGRAFÍA

Buber, Martín
El Rabí de la Buena Fama
Ed. Raíces, Argentina, 1988

Hertzberg, Arthur
The Zionist Idea
Atheneum College Edition, USA, 1984

Noveck, Simon
Contemporary Jewish Thought
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Roffe, Ariel
Sionismo
Ed. Aurora, Israel, 1980

Samuelson, M. Norbert
An Introduction to Modern Jewish Philosophy
State University of N.Y. Press, USA, 1989

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