La doctrina del mesianismo es una de las constantes y profundas convicciones dentro del pensamiento judío. De hecho, la creencia en la llegada del Mesías -un descendiente de la casa de David que redimirá a la humanidad y establecerá el reino de Dios en la tierra- ha sido parte de esta tradición desde los días del profeta Isaías. Civilizaciones contemporáneas a los antiguos hebreos, como la egipcia, la babilonia, la persa, la griega y la romana, compartían nociones sobre un “redentor” pero sus ideas se diferenciaban de la concepción judía en la forma y en su contenido.
La idea del Mesías como hombre redentor elegido por Dios tuvo una evolución gradual. Sus orígenes se desconocen ya que en los escritos bíblicos no aparece una concepción totalmente desarrollada. La imagen que aparece en la literatura rabínica posterior lo define como un ser humano con gran sabiduría, liderazgo y profunda integridad, dones que utilizaría para estimular la revolución social que eventualmente conduciría a la paz perfecta. Sería el instrumento humano de la voluntad divina. Su misión: establecer el reino de Dios en la tierra caracterizado por la hermandad, la paz y la justicia.
Historia
La palabra “Mesías” proviene del hebreo Mashiaj, que en griego equivale a “Cristos” y que significa ungido. Aunque en la Torá (Pentateuco) no se utiliza el término para designar a un personaje escatológico sí se hace referencia al Mesías como príncipe reinante o consagrado (Daniel 9:25) o como rey y sumo sacerdote (Levítico 4:3). El término adquirió un sentido más amplio en la época postexílica (siglo I e.c.) cuando la opresión romana intensificó las expectativas mesiánicas. Los hebreos idealizaron la figura de un descendiente del rey David quien restituiría el reino de Israel a donde se concentrarían de nueva cuenta todos los judíos dispersos.
La idea de un salvador, personificación de los anhelos de un renacimiento religioso y nacional, se encuentra en las predicciones proféticas. El Mesías, de acuerdo con las visiones de los profetas, tendría que derrotar a los enemigos de Israel, restaurar la tierra, reconciliarlos con Dios e inaugurar un período permanente de armonía espiritual y física. En Isaías 60:2-3, por ejemplo, se habla de que los sufrimientos del pueblo se verán compensados y de que se restablecerá la soberanía de Jerusalem como centro espiritual. El Mesías, descendiente del legendario rey David, restituiría el esplendor de Israel no en lo relativo a riquezas y poderío físico, sino como un reino de Dios en el que todos los recursos morales, intelectuales y espirituales serían abocados a construir una sociedad justa.
En la visión de Isaías sería un hombre puro de corazón, sabio, justo, suave pero invencible en poder espiritual, quien motivado por su amor a toda la humanidad implantaría la justicia y la paz eternas en el mundo.
Los siglos de persecución contra los judíos dieron nuevo ímpetu al mesianismo. Las revueltas políticas en el Cercano Oriente durante los siglos VI y VII de la e.c. propiciaron nuevas olas de especulación mesiánica signadas por serios intentos por establecer fechas posibles de su llegada. Muchas de las que se propusieron coincidieron con las terribles persecuciones judías. Cuando el día señalado llegaba sin la aparición del Mesías los líderes judíos culpaban a la comunidad por no haber sido “suficientemente piadosa” y hacían nuevos pronósticos.
Los sufrimientos se consideraron como presagio de la llegada del redentor. Así sucedió con las Cruzadas (1096), la epidemia de peste negra en Europa (siglo XIV), la expulsión de los judíos de España y Portugal (1492) y las matanzas en Polonia y Ucrania (1648). Las ideas y experiencias medievales basadas en fuentes antiguas, se combinaron con el pensamiento judío dando pie a un nuevo cuerpo de literatura mesiánica en la que se describe el inevitable fin del mundo y el principio de uno transformado.
Maimónides (gran erudito del siglo XII) concretizó la idea del Mesías en sus 13 Principios de Fe: “Creo firmemente en la llegada del Mesías. Esperaré su llegada el tiempo que tome (12 principio)”. Su llegada se daría cuando existiera un clima de armonía y los judíos se dedicaran totalmente al estudio de la Torá con el fin de obtener mayor sabiduría y servir mejor a Dios. El Mesías sería un ser humano, un rey descendiente de David, más sabio que Salomón, con poderes proféticos que llevaría a su pueblo por los caminos del Creador.
Del siglo XII en adelante la especulación y la creencia mesiánica se centraron en la literatura cabalística o mística. El movimiento ortodoxo conservó la creencia en el Mesías como descendiente de la casa de David que redimirá a la humanidad. El progreso del mundo occidental -en términos de liberalismo y reformas sociales- fue considerado como el inició de la era mesiánica con la que los profetas soñaban.
Elementos Asociados con la Llegada del Mesías
Desde la conquista de la Tierra Santa por Nabucodonosor rey de Babilonia en 586 a.e.c. el caos político reinó en el Cercano Oriente. Con la destrucción del Segundo Templo (70 e.c.) la histeria colectiva llevó al desarrollo de especulaciones fantasiosas de cómo y cuándo llegaría el Mesías. Las desgracias y calamidades fueron consideradas como signos de su aparición.
1. La Figura del Mesías. Los judíos pensaban que el Mesías sería un ser humano sin ningún atributo físico especial, quien de acuerdo con la idea rabínica sin embargo, eclipsaría a todos los líderes heroicos y santos. Para ensalzar la presencia divina la figura del Mesías se minimizó, pero la brutal ocupación romana creó una especulación popular sobre la personalidad de quien anunciaría el inminente fin del mundo. El nombre del Mesías también fue objeto de especulación rabínica. Entre las posibilidades que se manejaban estaban Menajem, Yinon, Hezekiah, Shila, pero el más popular era David.
2. La Aparición del Profeta Elías. La creencia de que la aparición de Elías era un prerrequisito de la era mesiánica se fundamenta en el libro bíblico de Malaquías 3:23: “He aquí que Yo os voy a enviar a Elías, el profeta, antes de que venga el día grande y tremendo del Señor”. De acuerdo con la tradición Elías, más que ningún otro profeta, luchaba contra los enemigos paganos que querían desacreditar la figura divina, razón por la cual fue considerado el ángel guardián del pueblo judío.
3. Bestias, Guerras y Colapso Moral. Un estado general de anarquía y caos social, provocado por el olvido de las leyes divinas, llevaría al hombre y la naturaleza a un cataclismo, condición necesaria para lograr la redención final.
4. Especulaciones sobre el Fin de los Días. La esperanza combinada con el sufrimiento resultaron ser un estímulo para que surgieran distintas predicciones sobre el momento en que la nueva era se iniciaría. Los estudiosos del tema identificaron cinco métodos para realizar los cálculos:
a) Cálculos a través de la aplicación de las distintas fechas que aparecen en el Libro de Daniel, tales como: 1290 días, 1335 días y 70 semanas.
b) Utilización de otros textos bíblicos que hacen referencia al futuro o que han sido asociados con las predicciones mesiánicas, como es el caso de Génesis 14.
c) Cálculos basados en la duración del exilio egipcio (400 años) y el babilónico (70 años). d) Utilización de la gematría, técnica a través de la cual se calcula el equivalente numérico de cada letra del alfabeto hebreo.
e) Utilización de la astrología.
5. La Constricción Humana y la Práctica de la Caridad. Profetas bíblicos como el caso de Amós. Oseas, Jeremías e Isaías, creían que todas las fechas establecidas para la redención se habían desaprovechado y que sólo el arrepentimiento y las buenas acciones podrían de nueva cuenta acelerar su llegada. Las autoridades rabínicas optaron por reafirmar la creencia de que un solo día de verdadero arrepentimiento era suficiente para atraer al Mesías. Estas enseñanzas incrementaron las supersticiones en cuanto a la era mesiánica.
Creencias sobre la Era Mesiánica
Dentro de la tradición judía la llegada del Mesías es un tema controvertido. Sin embargo existe un consenso generalizado sobre lo que sucederá en la era mesiánica:
-Los muertos se reunificarán con sus almas.
-Todas las naciones se reunirán en Jerusalem para reconocer la soberanía divina.
-Los exiliados judíos regresarán a Jerusalem.
-Habrá una distribución equitativa de la tierra.
-Se restablecerá la enseñanza como la impartían las grandes academias religiosas durante el exilio babilónico.
-Se incrementará la fertilidad de la tierra.
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