Sucot es una de las fiestas más antiguas y más alegres del calendario judío y se celebra el 15 de Tishrei (septiembre-octubre). La palabra “sucot” significa “tabernáculos” o “cabañas” y se refiere a los lugares de residencia temporarios que utilizaron los hijos de Israel en el desierto durante el periodo de cuarenta años que duro su peregrinación después del éxodo de Egipto hasta su llegada a la tierra prometida. “En cabañas hice Yo habitar a los hijos de Israel cuando los saque de la tierra de Egipto” (Levítico 23:42).
La significación de la fiesta no se limita a la conmemoración histórica. El motivo espiritual de habitar en cabañas temporales es una demostración de la fe del judío en Dios, ya que sin la protección del Todopoderoso los hebreos jamás hubieran podido sobrevivir el largo viaje en el desierto.
Esta indomable fe en Dios se simboliza en la sucá, cabaña endeble que se construye en las casas, en la que los judíos tienen la obligación de habitar durante la semana que dura la festividad.
Existe un tratado completo en el que se establecen las especificaciones para la construcción de la suca: esta debe tener por lo menos tres paredes y el cuarto lado debe dejarse abierto. Las paredes pueden ser de cualquier material y deben estar fijadas firmemente para resistir el viento.
El carácter temporal de la sucá está simbolizado por el techo que se construye con follaje colocado de tal manera que haya más sombra que luz solar y para que en caso de lluvia sirva como protección. Para hacer la sucá más hermosa y agradable se acostumbra colgar del techo frutos y vegetales. Una vez terminada, la cabaña debe quedar de una altura determinada para recordar con esto al hombre, que no debe ser demasiado arrogante ni tampoco demasiado subordinado.
La participación de toda la familia en la construcción y decoración de la sucá es uno de los momentos más alegres para los judíos.
Durante siete días los judíos deben habitar en la sucá tanto como les sea posible, exceptuando a los enfermos o a aquellos que habitan en climas fríos.
Además de su fundamento histórico, Sucot tiene también un origen agrícola. La Torá o Biblia judía otorga un énfasis adicional al motivo espiritual de la festividad por el hecho de que el momento de observancia fue determinado por la última cosecha del año:
“La fiesta de las cabañas celebraras por siete días cuando hayas recogido la cosecha de tu era y tu lagar” (Deuteronomio 16:13). Es aquí cuando el espíritu de reconocimiento y gratitud hacia Dios por proveer las necesidades humanas surge de la manera más natural.
Sucot es la tercera de las fiestas de peregrinación celebradas en la antigüedad en las que los varones del pueblo hebreo debían llevar al gran Templo de Jerusalem las primicias de su cosecha. A diferencia de las otras festividades en las que los peregrinos regresaban a sus hogares después del primer día de fiesta para continuar con la recolección de la cosecha, en Sucot el pueblo festejaba durante siete días porque ya había recogido las mieses.
El carácter agrícola de la fiesta recibió expresión simbólica en el empleo de cuatro especies vegetales que se agitan en todas direcciones para indicar la omnipresencia de Dios, como Regente sobre todos los elementos del universo.
Esto responde al precepto bíblico que dice: “Y tomaréis para vosotros en el día primero fruto de árbol hermoso, ramos de palmas y ramos de árboles frondosos y sauces de los arroyos…” (Levítico 23:40).
Las cuatro especies simbolizan los tipos de personas que conforman una nación, que son de distintos temperamentos, pero todos necesarios para componer la sociedad humana. La sidra que tiene buen sabor y una agradable fragancia es como los hombres que estudian y realizan buenas acciones. La palma como su fruto, el dátil, tiene buen sabor pero carece de aroma, y representa a los hombres que han estudiado pero que no practican lo que han aprendido. El mirto, con aroma agradable pero insulso simboliza a los hombres que no estudian pero que realizan buenas acciones y el sauce, que no es comestible ni tiene fragancia, es como los hombres que no estudian ni realizan buenas acciones.
Sucot es una fiesta rica en simbolismos y llena de colorido, en donde prevalece una atmósfera animada por cantos y bailes.
Además de su especial carácter judío, Sucot posee un aspecto universal único. Es una festividad con un mensaje especial para la humanidad, el que recibió expresión simbólica en los tiempos antiguos con el sacrificio de 70 bueyes ofrendados por el bienestar y la felicidad de las 70 naciones del mundo. Este era un acto de la solidaridad pública de Israel para con todos los seres humanos.
El octavo día en que concluye Sucot es conocido como Sheminí Atzeret que significa “el octavo día de la Asamblea Solemne”. Aunque su propósito es poner fin a la fiesta anterior, Sheminí Atzeret no refleja ninguna de las observancias relacionadas con Sucot ya que es una festividad autónoma. Sheminí Atzeret es una fecha que invita al regocijo y que marca el momento en que el judío abandona la sucá para regresar al hogar a completar la semana festiva.
Un rasgo particular de esta fiesta es la costumbre de elevar una plegaria por la lluvia, pidiendo a Dios lluvia abundante para Israel, para que sus habitantes, puedan almacenarla para los secos meses veraniegos.
Debido a que en Sheminí Atzeret se completa el ciclo anual de la lectura semanal de la Torá, el día siguiente es conocido como Simjat Torá que significa “alegría” o “regocijo de la Torá”. En los tiempos antiguos esta fiesta proveía a cada generación de otra oportunidad de demostrar el gran amor del judío hacia Dios y hacia su ley.
La conclusión y el reinicio de la lectura de la Torá han sido siempre celebrados con alegría reverente. Con el objeto de que no exista ni la más ligera impresión de que una vez que se ha leído la Torá se abandona el estudio, inmediatamente se comienza a leer el primer capítulo del Génesis. Así se inicia el ciclo del año siguiente.
De este modo, mientras celebramos la cosecha material del judaísmo festejamos al mismo tiempo su cosecha espiritual: la finalización de la lectura de la ley de Dios.
Es por ello que sin duda alguna, Simjat Torá es el día festivo más alegremente celebrado por los judíos. Niños y jóvenes se unen a la procesión que da siete vueltas alrededor de la sinagoga portando los rollos de la Torá. Es así como se estimula su interés y se les inspira el amor hacia la Torá y sus preceptos, ley que ha constituido una cadena indestructible que enlaza al judaísmo de generación en generación.