Tribuna Israelita

Ojo por Ojo: la Ley de Talión

“…Mas si hubiera muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” Éxodo 21: 23-25

Existe la idea generalizada que entre los judíos el concepto de justicia deriva de la consigna bíblica del “ojo por ojo, diente por diente” conocida como la Ley del Talión.

Partiendo de esta premisa se justifica la imagen estereotipada del judío vengativo y revanchista que también ha sido aplicada con ligereza a las políticas del Estado de Israel en sus relaciones en un entorno básicamente hostil.
Una aproximación a los orígenes y a la evolución de dicho principio nos indica que por un lado estuvo enmarcado en un contexto histórico y cultural que compartían muchos otros pueblos que habitaban Medio Oriente, mientras que por el otro a lo largo de su trayectoria la legislación judía tuvo la habilidad de matizarlo para que no se tomara literalmente pero que continuara proyectando una noción de retribución equitativa por el delito cometido.
En efecto, la costumbre de castigar a los criminales con penas similares a las que hubieran cometido se desarrolló en la antigua Babilonia. El Código de Hamurabi (artículo 296-297) extremaba sus recomendaciones en casos por ejemplo de la muerte de un hijo menor, delito en el que el homicida no era castigado sino que se ultimaba al hijo de éste en compensación. Muchas de estas sociedades aplicaban literalmente la ley lo que daba como resultado prácticas muy crueles.
Posteriormente, en la antigua Judea la mutilación de un cuerpo era considerado un asunto privado ante el que las autoridades no podían dictaminar ningún castigo. El problema debía ser solucionado por las personas involucradas en esa cuestión. La “Ley del Talión” que exige un castigo igual al crimen cometido, se utilizaba como instrumento para ejercer una justicia personal con la que se sustituía la venganza arbitraria a través de una norma aparentemente imparcial y uniforme para todos.
Es un hecho que durante la época bíblica y postbíblica este tipo de castigos eran parte de la vida cotidiana. Más aún, en diversos versículos de la Torá (Pentateuco) se formula esta ley. Siglos después los sabios del Talmud (compendio de leyes), al analizar estos preceptos abolieron virtualmente la práctica del daño físico y lo reemplazaron por el pago monetario porque, finalmente la justicia del Talión era más aparente que real. Las partes del cuerpo de un hombre no son iguales a los de otro, con lo cual la equivalencia se da formalmente mas no en esencia.
En su evaluación los sabios del Talmud consideraron otros aspectos. Eventualmente la Ley del Talión podía significar la violación de la imparcialidad de la legislación judía con el riesgo inherente de excederse en el castigo. La extracción de un miembro por ejemplo, implicaba la pérdida de sangre y ponía en peligro la vida. Por ello el Talión resultaba impracticable e indefendible.
Fue así como la literatura rabínica legisló que el Talión debía interpretarse en el sentido de que el responsable tenía que pagar una indemnización económica en caso de mutilación o daño físico. Para ello, establecieron una escala de retribución en función del dolor físico ocasionado, la pérdida económica (en los casos en que no podían seguir trabajando), el costo de los medicamentos y curaciones, y del estigma que les producía la pérdida de un miembro.
Aunque la práctica física del Talión fue oficialmente prohibida por las autoridades rabínicas, el principio de retribución equitativa y justa ha sido reafirmado constantemente en la literatura judía. El espíritu de dicha ley ha quedado plasmado en frases talmúdicas como “con la vara que mides serás medido” o el conocido precepto del sabio Hillel que dice: “No hagas a otros lo que no quieres para ti”. Estos conceptos que sirven de puntal a la convivencia y tolerancia entre los hombres, contrastan marcadamente con las connotaciones negativas que se le han imputado.

Tags Relacionados: