El judío observante de su religión expresa su fe a través de la práctica de rituales; testimonios explícitos de la relación entre el hombre y el Todopoderoso. En ellos utiliza ciertos objetos que fungen como símbolos de los conceptos judíos de pureza, santidad y rectitud. Estos rituales, que se llevan a cabo en forma individual y colectiva, así como los elementos con los que se realizan, sirven como recordatorio de la presencia sempiterna de la ley divina.
A la vez, estos rituales insertan al judío dentro de una colectividad guiada por una visión religiosa del mundo en particular. Existe una relación esencial ritual-objeto que permite al judío acercarse a profundos niveles de reflexión y espiritualidad, ya que el judaísmo concede gran importancia a los valores morales.
TEFILÍN “Y estas palabras que te ordeno hoy deben permanecer en tu corazón… y las atarás como señal en tu mano y estarán como frontales en tus ojos…” Deuteronomio 6:8
A pesar del transcurso de los años y del paso de las generaciones, el judío observante cumple diariamente con el ritual de colocarse los tefilín o filacterias cuando recita las oraciones matutinas.
La palabra tefilín proviene de tefilá que significa oración y se refiere a pequeños estuches cuadrados de color negro, confeccionados en cuero, que contienen pergaminos con textos bíblicos y a los cuales están fijadas correas de piel. Cada estuche tiene inscritos los pasajes relativos a la redención de los judíos del éxodo egipcio, a la santificación de los primogénitos, a la lluvia que el Creador enviará a la tierra y a la obligación de amar al Señor, que es Uno, con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas.
Para cumplir con el ritual, todos los varones judíos mayores de 13 años deben colocarse los tefilín por las mañanas, con excepción del sábado, ya que de acuerdo con la tradición es a esta edad cuando el niño alcanza la madurez necesaria para cumplir con sus obligaciones religiosas. Uno de los tefilín se debe de colocar en la frente, simbolizando la lealtad intelectual y la aceptación de la verdad divina; y el otro se pone en el brazo izquierdo, apuntando al corazón, para representar el vínculo emocional y afectivo del judío con su fe.
En los tiempos talmúdicos, los tefilín se utilizaban todo el día, pero la práctica se fue modificando. En la actualidad, sólo se usan durante el servicio matutino cotidiano.
Para el judío, los tefilín simbolizan la voluntad humana que afirma la presencia y el poder divinos Son un signo de fe y devoción.
TALIT “Y Dios habló a Moisés diciendo: Habla a los hijos de Israel y díles que se hagan franjas en los bordes de sus vestidos, por generaciones, y que pongan en cada franja de los bordes, color azul … y servirá para que cuando los veáis os acordéis de todos los mandamientos…” Números 15:38-39
El talit es un manto de oraciones que los judíos utilizan para cubrirse cuando asisten a las sinagogas, ya sea para celebrar el sábado o las festividades religiosas.
La parte esencial del talit son los tztzit o flecos rituales que deben colgar de los cuatro bordes del manto, para recordar constantemente al hombre que debe observar las leyes divinas, así como admirar y respetar al Creador.
Generalmente, el talit se confecciona de seda o lana y tiene franjas bordadas de color azul. El significado de esto se encuentra en el Talmud (Menachot 43b) en donde se indica que éste es el color favorito de los judíos, ya que el Mar Mediterráneo, el mayor cuerpo de agua cercano a Israel, tiene un matiz azul. La tradición sostiene, además, que este color es un reflejo del trono divino que se dice está decorado con zafiros.
Originalmente, en la época de los Templos en Jerusalem, el talit era el manto con el que los judíos se vestían y al que agregaban los flecos rituales en las esquinas. Posteriormente, cuando se destruyó la vida nacional en Judea y junto con la diáspora vino la persecución, el uso del talit se limitó, por regulaciones rabínicas, para utilizarse en las sinagogas o en ocasiones especiales.
La legislación judía indica que el talit debe colocarse solamente durante el día, cuando hay suficiente luz solar para poder ver los flecos, ya que el mandato bíblico así lo exige. Sin embargo, en ocasiones especiales como es el caso de la noche de Yom Kipur, el Día del Perdón judío, también se coloca el talit.
Por otra parte, la obligación de vestir el talit sólo se aplica a los varones, pues la mujer, por ley, está exenta de cumplir con los preceptos religiosos que deben observarse en un horario determinado ya que interferirían con sus labores en el hogar y con la familia.
El talit es un símbolo de la igualdad de los hombres ante Dios y además, unifica las vestimentas de los fieles para que no se distingan diferencias económicas entre ellos. El talit acompaña al judío hasta la muerte. Al fallecer un varón se le entierra envuelto en su manto ritual y, como símbolo de que ya no tiene que cumplir con los mandamientos divinos, una parte de los flecos -recordatorio físico de las enseñanzas del Todopoderoso- es eliminada.
KIPÁ
En hebreo, la palabra kipá significa solideo y se refiere a la gorra que los judíos utilizan para cubrirse la cabeza. A pesar de que no existen reglas bíblicas que especifiquen que el varón debe llevar cubierta la cabeza, muchos judíos se cubren para rezar o ingerir sus alimentos, y los ortodoxos acostumbran usar la kipá durante todo el día.
La primera referencia sobre el precepto de cubrirse la cabeza aparece en Exodo 28:4 cuando se especifican las vestimentas del sacerdote principal. En otros versículos bíblicos se le considera como un símbolo de luto (Samuel II, 15:30). No obstante, el Talmud asocia el cubrirse la cabeza con los conceptos de reverencia a Dios, de humildad, y de respeto por los hombres.
Los sabios judíos han interpretado esta costumbre como símbolo de la presencia divina sobre la cabeza del hombre. Más aún, en el siglo XII, el filósofo Maimónides escribió en su Guía de los Perplejos: Los grandes hombres entre nuestros sabios no se descubren la cabeza porque creen que la gloria divina está sobre ellos, por la oración matutina que dice: Bendito seas Tú, Señor, que coronas a Israel con belleza.
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