Tribuna Israelita

Jerusalem: la ciudad antigua

 Si te olvidare, oh Jerusalem, olvide mi diestra su habilidad; adhiérase mi lengua al paladar si de tí no me acordare; si no pusiere a Jerusalem en la cumbre de mis alegrías.” (Salmos 137:5-6)

Jerusalem, una de las ciudades más antiguas de la humanidad, es la capital de Israel y sede del gobierno. Su población es un mosaico de diversas comunidades nacionales, religiosas y étnicas. Con sus sitios históricos cuidadosamente preservados y restaurados, y sus modernos edificios, centros comerciales y parques industriales de alta tecnología, es, al mismo tiempo, antigua y moderna, con sus tesoros del pasado y con sus planes para el futuro.
La santidad de esta metrópoli es reconocida por las tres grandes religiones monoteístas occidentales, el judaísmo, el cristianismo y el islam, pero la naturaleza de dicha santidad difiere para cada una de ellas.

La Ley de los Santos Lugares (5727-1967) garantiza el libre acceso a los lugares sagrados para los miembros de los diferentes cultos.
Para el pueblo judío, la ciudad es santa en sí. Elegida por Dios en su promesa a David, Jerusalem es el centro mismo de la existencia espiritual y nacional, y de la continuidad judía. Durante casi 3.000 años, desde los tiempos del rey David y la construcción del Primer Templo a cargo de su hijo Salomón, fue el centro de las plegarias y la devoción judía.
Para los cristianos, es la ciudad de los Santos Lugares asociados con los hechos de la vida y ministerio de Jesús y con la historia de la temprana Iglesia Apostólica. Son lugares de peregrinaje, plegaria y devoción.
En la tradición musulmana, el Monte del Templo es identificado como “el santuario más alejado” (en árabe, masjid al-aksa) desde el cual el profeta Mahoma, acompañado por el ángel Gabriel, llevó a cabo la travesía nocturna hacia el Trono de Dios (el Corán, Sura 17:1, Al-Isra).

Historia
     Jerusalem es una de las ciudades más antiguas de la humanidad. El rey David la convirtió en capital de su reino, así como en el centro religioso del pueblo judío, en el año 1003 a.e.c. Unos 40 años más tarde, su hijo Salomón construyó el Templo, que se constituiría en el centro nacional y religioso del pueblo de Israel- y transformó la ciudad en la próspera capital de un gran imperio.
En 586 a.e.c., el rey babilonio de Nabucodonosor conquistó Jerusalem destruyó el Templo, y exilió a una gran parte del pueblo judío. Cincuenta años más tarde, cuando Babilonia fue conquistada por los persas, el rey Ciro autorizó a los judíos el retorno a su patria y les otorgó autonomía. A su regreso, construyeron un Segundo Templo en el mismo lugar del Primero y reconstruyeron la ciudad y sus murallas.
Alejandro Magno conquistó Jerusalem en el año 332 a.e.c. Después de su muerte la ciudad fue gobernada por los ptolomeos de Egipto, y posteriormente por los seléucidas de Siria. La helenización de la ciudad alcanzó su clímax bajo el régimen seléucida de Antíoco IV; quien profanó el Templo e intentó suprimir la identidad religiosa judía provocando una rebelión.
Dirigidos por Judas Macabeo, los judíos derrotaron a los seléucidas en 164 a.e.c. y restablecieron la independencia judía bajo la dinastía hasmonea, que duró más de cien años, hasta que Pompeyo impuso el dominio romano sobre la Ciudad Santa. El rey Herodes el Idumeo, que fue impuesto por los romanos como soberano de Judea, estableció instituciones culturales en Jerusalem, construyó 16 magníficos edificios públicos y reengrandeció y embelleció el Templo otorgándole gran esplendor.
La rebelión judía contra Roma estalló en el año 66 e.c., al transformarse el dominio romano, después de la muerte de Herodes, en sumamente opresivo. Por unos pocos años, Jerusalem estuvo libre de dominio extranjero, hasta que, en el año 70 e.c., legiones romanas comandadas por Tito conquistaron la ciudad y destruyeron el Templo. La independencia judía fue brevemente reinstaurada durante la rebelión de Bar Cojba (132 – 135), pero nuevamente vencieron los romanos. Se prohibió a los judíos la entrada a la ciudad, que fue redenominada Aelia Capitolina, y reconstruida de acuerdo a los patrones de una ciudad romana.
Durante el siguiente siglo y medio, Jerusalem fue una pequeña ciudad provincial. Esto cambió radicalmente cuando el emperador bizantino Constantino la transformó en un centro cristiano y junto con su madre Helena, determinaron donde se venerarían los pasos de Jesús desde sus sitios de prédica hasta el lugar de su muerte y resurrección. Los ejércitos musulmanes invadieron el país en el año 634, y cuatro años más tarde el califa Omar conquistó Jerusalem. Durante el reinado de Abd al-Malik, quien construyó el Domo de la Roca (691), Jerusalem pasó a ser, por un corto período, la sede de un califa. El dominio de más de un siglo de la dinastía Omeya de Damasco fue sucedido en el año 750 por los abasidas de Bagdad y con ellos comenzó la declinación de Jerusalem.
Los cruzados conquistaron Jerusalem en el año 1099, masacraron a sus habitantes judíos y musulmanes y fijaron la ciudad como capital del Reino Cruzado. Bajo los cruzados se destruyeron sinagogas, se reconstruyeron antiguas iglesias y muchas mezquitas fueron convertidas en templos cristianos. El dominio cruzado sobre Jerusalem finalizó en 1187, al caer la ciudad en manos de Saladino el kurdo. Los mamelucos, una aristocracia militar feudal de Egipto, dominaron Jerusalem desde 1250. Construyeron numerosos edificios, pero trataron a Jerusalem únicamente como un centro teológico musulmán, arruinando su economía por medio de pesados y negligentes impuestos.
Los turcos otomanos, cuyo dominio se prolongó por cuatro siglos, conquistaron Jerusalem en 1517. Suleimán el Magnífico reconstruyó las murallas de la ciudad en 1537 e instaló fuentes públicas de agua potable por toda la ciudad. Después de su muerte, las autoridades centrales en Constantinopla demostraron poco interés por Jerusalem, y durante los siglos XVII y XVIII, la ciudad llegó a la más profunda de sus decadencias.
Jerusalem comenzó a florecer nuevamente en la segunda mitad del siglo XIX. El creciente número de judíos que retornaba a su tierra, la decadencia del poder otomano y el revitalizado interés europeo en la Tierra Santa llevaron a un renovado desarrollo de la ciudad.
El ejército británico mandado por el general Allenby conquistó Jerusalem en 1917. Entre 1922 y 1948 fue la sede administrativa de las autoridades británicas en la Tierra de Israel (Palestina), que le fue confiada a Gran Bretaña por la Liga de las Naciones como consecuencia del desmantelamiento del imperio otomano después de la Primera Guerra Mundial. La ciudad se desarrolló rápidamente, creciendo hacia el oeste, en lo que pasó a ser conocido como “la Ciudad Nueva”.
Después del término del Mandato Británico el 14 de mayo de 1948, y de acuerdo a la resolución de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, Israel proclamó su independencia, con Jerusalem como su capital. Opuestos a su establecimiento, los países árabes iniciaron un ataque total al nuevo estado, provocando así la Guerra de Independencia de 1948-49. Las líneas de armisticio, trazadas al término de la guerra, dividieron a Jerusalem en dos, ocupando Jordania la Ciudad Vieja y algunas áreas al norte y al sur, y manteniendo Israel los sectores Occidental y sur de la ciudad.
Jerusalem fue reunificada en junio de 1967, como resultado de la “Guerra de los Seis Días” en la que los jordanos intentaron apoderarse de la parte occidental de la ciudad. El barrio judío en la Ciudad Vieja, que fuera destruido bajo la dominación jordana, fue restaurado y se abolieron las leyes religiosas discriminatorias promulgadas por Jordania. Se adoptaron medidas para salvaguardar los lugares santos de todas las religiones y los portones de la Ciudad Vieja fueron abiertos para permitir la entrada a judíos, cristianos y musulmanes a sus lugares de culto y la custodia de los lugares santos fue entregada a los representantes de cada religión y denominación.      En 1980, mediante la Ley Básica de Jerusalem, la ciudad fue declarada como capital del Estado judío.

La Ciudad Vieja
Caminar por la Ciudad Vieja, que apenas posee un kilómetro de extensión, es una experiencia única. Es un laberinto de callejones y muros de más de 3 mil años de historia que guarda tesoros de múltiples culturas de la antigüedad.
La Jerusalem histórica se repliega sobre sí misma al abrigo de la magnífica muralla que el sultán otomano Suleimán mandó construir a mediados del siglo XVI, la cual cuentan con ocho puertas. Las cuatro principales: la Puerta de Yaffo, de Damasco, de los Leones y la Puerta de Sión, fueron construidas de acuerdo a los cuatro puntos cardinales, y se dirigen hacia las principales ciudades del país. La Puerta Dorada, la única que está sellada, es llamada en hebreo la Puerta de la Misericordia. De acuerdo a la tradición judía, es por esta puerta por donde el Mesías entrará a Jerusalem.
La Ciudad Vieja se encuentra dividida en cuatro barrios: el judío, el musulmán; el cristiano y el armenio.

Entre los sitios históricos y religiosos se encuentran:
Muro de los Lamentos o Muro Occidental. 
De unos 15 metros de altura al nivel actual y formado por enormes piedras que datan de la época de Herodes, no formaba parte del Templo, sino que servía de muralla al mismo. Sin embargo, como es el último resto del complejo del Templo que sobrevivió al saqueo romano, ha sido reverenciado por los judíos durante casi 2000 años y es el sitio más sagrado para las plegarias judías.
Monte Sión. Ahí se encuentra la tumba del Rey David, la Abadía de la Dormición, que es donde se encuentran la tumba de María y el Cenáculo, sala donde celebró Jesús la última cena.
Museo de la Torre de David. La Ciudadela, denominada “Torre de David”, domina la Ciudad Vieja desde el punto más elevado de la zona. Ya desde el siglo II a. C. sirvió para defender a la ciudad contra invasores. Todos los sucesivos gobernantes de la ciudad se preocuparon de fortificarla y reconstruirla. Desde 1983 funciona como museo y centro cultural y educativo donde los visitantes pueden aprender y vivenciar la historia de Jerusalem.
Los Túnes del Kotel. Son excavaciones que se han hecho a lo largo del Muro Occidental, por debajo del nivel actual y hasta llegar al nivel original de hace dos mil años, lo que ha permitido descubrir como era la construcción original del muro en la época de Herodes, así como muchos otros detalles de cómo era la Jerusalem de la época del Segundo templo.
     El Cardo. Los restos de una elaborada calle bordeada de columnas – el Cardo – fueron encontrados en el centro del Barrio Judío. Una sección de 200 metros de la calle, cuatro metros debajo del nivel actual de la calle, quedó expuesto. Hoy en día, a lo largo de la parte reconstruida del Cardo se puede caminar, igual como lo hiciera la gente hace unos 1500 años atrás. En el siglo XII, los cruzados construyeron un bazar cubierto sobre una sección del Cardo; de esta sección han sido retirados los desechos de siglos y se construyeron modernas tiendas.
La Vía Dolorosa. De acuerdo a la tradición cristiana, es parte del recorrido de Jesús a la crucifixión. En la misma se encuentran marcadas nueve de las 15 estaciones del Viacrucis. Las restantes estaciones se encuentran dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro.
Iglesia del Santo Sepulcro. Se alza sobre el Monte Gólgota, el lugar donde de acuerdo a la tradición cristiana se realizó la crucifixión, sepultura y resurrección de Jesús. Fue edificada por el Emperador Constantino en el siglo IV a petición de su madre, la reina Helena. Destaca en ésta el Santo Sepulcro, una lápida que cubre el banco de piedra sobre el que se cree fue depositado el cuerpo de Jesús. La iglesia fue destruida por los persas en el año 614 y poco tiempo después fue reconstruida parcialmente; en el año 1010 fue destruida por el Califa Hakim de Egipto y reconstruida en 1048 por el emperador bizantino Constantino Monómaco; en 1144 los cruzados reconstruyeron toda la iglesia, la colocaron bajo un solo techo e hicieron muchas alteraciones y adiciones. Durante los siglos siguientes la iglesia no fue reparada y en la década del 60, como parte de la restauración propuesta de la Iglesia del Santo Sepulcro, se llevó a cabo un comprehensivo estudio, incluyendo excavaciones debajo de los cimientos de la iglesia actual, que en gran medida sigue el plan de la iglesia cruzada.
Dominus Flevit. La Capilla Franciscana de Dominus Flevit (en latín, el Señor lloró) fue construida en 1955, cerca del lugar que los peregrinos medievales identificaran como el sitio desde el cual Jesús llorara por la ciudad. El lugar, adquirido por los franciscanos en 1881, se encontraba en el camino de las procesiones desde el Monte de los Olivos hasta la Iglesia del Santo Sepulcro.
Gruta Pater Noster. Cueva en la que Jesús predicó sobre el último conflicto del bien y el mal. La basílica Eleona original (o basílica de los Olivos), construida bajo la supervisión de Helena, la madre de Constantino, quedó destruida durante la invasión de los persas en el 614. El edificio que se levanta allí data de 1894, de cuando el lugar estuvo bajo el cuidado de monjas carmelitas.
Getsemaní y la Basílica de la Agonía. Erigida en 1924 en el lugar tradicional del Jardín de Getsemaní, la Basílica de la Agonía conserva una sección de la base rocosa identificada como el lugar en el cual Jesús orara solo en el huerto la noche de su detención. La actual iglesia, planeada por el arquitecto Antonio Barluzzi se erige sobre los cimientos de dos santuarios anteriores: una capilla del siglo XII abandonada en 1345 y una basílica bizantina anterior del siglo IV, destruida por el terremoto de 746.
Domo o Cúpula de la Roca. Construido en el siglo VII por el califa omeya Abd el Malik, la edificación corona el Haram esh-Sharif o la Explanada de las Mezquitas. La cúpula está cubierta con pan de oro y el edificio cuenta con un revestimiento de azulejos multicolor que adorna el exterior y que narra el Viaje nocturno de Mahoma. Es el más importante templo musulmán en Jerusalem. Se encuentra ubicado en el centro del Monte de Templo y es un santuario.
Mezquita de Al Aksa – Construida en el siglo VII con una mezcla de estilos, es el más grande centro de oración musulmán. La estructura fue destruida debido a diversos terremotos, y reconstruida varias veces.

Bibliografía

AURORA DIGITAL. “Jerusalem, ayer y hoy sagrada”.

www.aurora-israel.co.il (fecha de publicación: 31/enero/2009)

MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES DE ISRAEL. www.mfa.gov.il

CENTRO DE INFORMACIÓN Y DOCUMENTACIÓN DE ISRAEL PARA AMÉRICA LATINA. www.turismo.cidipal.org

SITIO OFICIAL DE LA CIUDAD DE JERUSALEM. www.jerusalem.muni.il

LEVOV, Chiquita. “Jerusalén: mil rincones para todos los gustos. Un paseo inolvidable por callejuelas y barrios mágicos”. Línea Directa con Israel y Medio Oriente. Israel, mayo 2009.

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