Las prácticas homosexuales han existido a lo largo de la historia en todas las culturas. En el mundo antiguo, el homosexualismo era considerado una costumbre aceptada entre los canaanitas y los egipcios. También fue ampliamente acogida como norma de vida entre los griegos. De hecho, en la Atenas de Pericles y Platón eran comunes las relaciones entre jóvenes del mismo sexo. Más aún, el sistema de educación de la Grecia clásica se basaba en la asociación erótica entre el maestro y el alumno. Entre los antiguos hebreos no prevalecía esta práctica abiertamente y aun en los primeros siglos, cuando la influencia griega fue muy intensa, el homosexualismo no fue un estilo de vida aceptado.
Este rechazo emana de dos fuentes principalmente: de su asociación con los pueblos idólatras que avalaban el culto al cuerpo y al erotismo y de su contraposición al precepto bíblico de procrear.
En el Talmud (compendio de leyes judías) se establece que los judíos no deben comprometerse en actividades de esta índole. Siglos después, Maimónides (1135-1204) y otros codificadores de la ley judía afirmaron que no existía la sospecha de que el homosexualismo fuese común entre los judíos. De la Edad Media a la época moderna las fuentes judías no adscribieron gran importancia al tema. Sin embargo en las últimas dos décadas, conforme la sociedad se ha visto forzada a enfrentar las demandas de grupos homosexuales, la comunidad judía ha tenido que reflexionar sobre el tema y dar respuestas a aquellos que abiertamente se identifican con el modo de vida gay.
HISTORIA
Diversos textos bíblicos y rabínicos presentan una serie de objeciones específicas a los actos sexuales entre personas del mismo sexo. De hecho, entre las prohibiciones sexuales que abarcan los códigos morales de las fuentes judías se destacan las relaciones sexuales entre hombres. “No te echarás con varón como con mujer; es una abominación”. (Levítico 18:22). Ambas partes que componen la relación son amenazadas con un castigo capital: “Si alguno se juntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre”. (Levítico 20:13). La Biblia presenta un pasaje que ejemplifica la homosexualidad practicada por el pueblo de Sodoma, que supuestamente fue destruido debido a este tipo de comportamiento. En el libro de “Génesis” los sodomitas le exigen a Lot, sobrino del patriarca Abraham que les entregue dos hombres para realizar sus abusos sexuales. El término “sodomía” proviene de este incidente. El hecho de que la prostitución masculina fuera parte integral de diversos cultos paganos provocó una intensa actitud negativa por parte de las autoridades judías.
La ley talmúdica extiende esta prohibición, aunque no las penalidades, al lesbianismo bajo la advertencia de que no debían abandonarse a las prácticas de los egipcios y canaanitas consideradas éstas como aberraciones. El Talmud se refiere sólo una vez a esta transgresión y Maimónides se encuentra entre los pocos comentaristas que se refieren al tema, estableciendo que el lesbianismo está prohibido pero se le considera un crimen menor que la homosexualidad masculina.
La prohibición del homosexualismo fue omitida en los primeros escritos de Josef Caro (codificador del siglo XVI) autor del Shulján Aruj (uno de los principales códigos legales judíos). Por esta omisión se presupone la virtual inexistencia de la homosexualidad entre los judíos. Una instructiva indicación de la rara incidencia de homosexualismo entre los judíos la podemos encontrar en un debate entre autoridades rabínicas. Rabí Judah (sabio de la época) no permitía que dos hombres solteros durmieran juntos bajo una misma cobija, pero los sabios judíos discutían que no era necesario tomar esas medidas ya que no existía la sospecha de que los judíos se comprometieran en ese tipo de prácticas. Fuentes rabínicas anticipan varias razones para la estricta prohibición del homosexualismo la cual, incidentalmente, es considerada ley universal incluida en los siete mandamientos de los hijos de Noe. El homosexualismo es considerado un acto idólatra, un acto que frustra el propósito divino de procrear y que además provoca un grave daño a la vida familiar, base del judaísmo.
ACTUALIDAD
Las actitudes tradicionales en relación al homosexualismo y lesbianismo están siendo reexaminadas actualmente en base a los cambiantes puntos de vista de la sociedad occidental. Autoridades religiosas judías han tenido que dar respuesta a cuestionantes tales como si el homosexualismo puede ser considerado un estilo alternativo de vida, si se deben aceptar matrimonios homosexuales o si se deben organizar comunidades homosexuales separadas. Las recientes posturas adoptadas por distintos sectores abocadas a defender y a juzgar las prácticas homosexuales como actos conscientes entre dos adultos, no han encontrado seguidores entre las autoridades judías ortodoxas quienes sostienen -tal como lo estipula la Biblia- que éste es un acto censurable y que si lo avalaran también tendrían que hacerlo con otras actividades que son consideradas inmorales para la ley judía. La corriente conservadora por su parte, representada -entre otros- por Norman Lamm, establece que las comunidades judías deben aceptar como miembros a personas que abiertamente se definen como homosexuales, pero que no se deben crear congregaciones exclusivamente homosexuales. De acuerdo con su postura, la halajá o ley judía prohibe la relación sexual entre personas del mismo sexo, pero no establece acciones punitivas. Acorde con la relajación de las leyes morales en todos los sistemas religiosos los sectores reformistas dentro del judaísmo sostienen una visión más liberal.
Sus voceros, como es el caso de Herschel J. Matt, afirman que sólo Dios puede juzgar a los hombres por sus preferencias sexuales y que se debería abolir la legislación que excluye o discrimina a homosexuales. De hecho en Estados Unidos se ha aceptado la afiliación de cerca de 25 sinagogas homosexuales y las preferencias sexuales de los individuos han dejado de ser impedimento para formar parte del cuerpo rabínico reformista.
BIBLIOGRAFÍA
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