Tribuna Israelita

Filosofía judía: el pensamiento de Hermann Cohen

Hermann Cohen, reconocido filósofo alemán, es considerado a la vez como uno de los grandes exponentes del pensamiento judío moderno. Su obra revela una profundidad reflexiva que emana de las fuentes judías. Paralelamente su trayectoria intelectual ejemplifica los cuestionamientos y los conflictos que acosaron a la vida judía en el entorno germano y que conducirían, medio siglo después, al Holocausto.

SU VIDA
Exponente del judaísmo liberal Cohen -quien nace en Coswig, pequeño pueblo alemán, en 1842- es hijo de un cantor y una maestra de hebreo. En su juventud se inscribe en el Seminario Teológico de Breslau con el objeto de ordenarse como rabino. Poco después abandona sus planes para obtener su doctorado en filosofía en la Universidad de la Haya y para 1873 se convierte en profesor titular de la cátedra de Filosofía en la Universidad de Marburgo. Sus brillantes contribuciones a la renovación de la filosofía kantiana lo hacen acreedor al premio Escuela de Marburgo.

Durante este período Cohen se aleja de la vida judía. En su propia filosofía no halla un espacio adecuado para la religión. Su “idea de Dios” actúa únicamente como un puente entre las ciencias naturales y la ética, alejada del tradicional concepto de la divinidad.

Después de 1898, desilusionado por el incremento del antisemitismo en Alemania, retorna al judaísmo. En 1912 se establece en Berlín e ingresa a un instituto judío de enseñanza avanzada en donde se dedica a desarrollar su filosofía de la religión. Muere en Berlín en 1918.

SU FILOSOFÍA
La ciencia
: El punto de partida del sistema filosófico de Cohen, al igual que en el caso de Kant, es la existencia de un conocimiento científico expresado matemáticamente. Cohen está convencido que la tarea del filósofo es descubrir las condiciones lógicas que apoyan este tipo de conocimiento. Critica la premisa kantiana que adjudica a las sensaciones un rol especial en el establecimiento del saber científico, afirmando que todo emana del pensamiento. De acuerdo con este “principio de orígenes” los objetos se construyen a partir del pensamiento.

Al describir el método científico Cohen sostiene que los hombres de ciencia utilizan ciertos principios básicos para determinar los hechos, pero conforme progresa su investigación deben revisar estos bases para concebir nuevas hipótesis que los llevan a descubrir otros hechos. De esta forma el conocimiento constituye un proceso infinito.

La concepción de Dios: Cohen afirma que el monoteísmo ético, propuesto por el judaísmo, no sólo introdujo al mundo la idea de la existencia de un solo Dios, sino que es un modelo único y singular que está más allá de toda comparación o equiparación. Su sistema se opone no sólo al politeísmo, sino también al panteísmo, doctrina que identifica a Dios con el mundo. Para él Dios y el mundo no pueden formar una unidad pues el Creador es único. No es una substancia metafísica, sino una idea entre la moralidad y la naturaleza. Esta concepción divina ayuda al ser humano a comprender la existencia de la naturaleza y del mundo.

Para Cohen, en el judaísmo el hombre y Dios se encuentran correlacionados a través del Ruaj ha Kodesh o espíritu santo. A diferencia del cristianismo, este espíritu no es una tercera entidad, sino que representa la relación entre el hombre y Dios. Este vínculo se expresa claramente en el mandato religioso de imitar al Creador, a través de acciones morales. Conforme a esta premisa el judaísmo visualiza a Dios y al hombre como socios en la creación con el propósito de unir a la humanidad. Este objetivo se podrá lograr mediante el establecimiento de comunidades a lo largo del mundo en donde se defiendan los derechos de los desposeídos y a donde las sociedades vivan en armonía y paz.

Sobre el judaísmo: Poco después de ser nombrado profesor de la Universidad de Marburgo, Cohen tuvo que definir públicamente su postura en cuanto al judaísmo. Cuando en 1879 el historiador Treitschke define al judaísmo como la “religión nacional de una raza ajena” y afirma que nunca podrán ser verdaderos alemanes, Cohen contraataca esta postura en su ensayo Confesiones sobre la Cuestión Judía en donde defiende la integración de la comunidad judía a la sociedad germana. Los judíos, agrega Cohen, como herederos de grandes valores tradicionales, representan lo más valioso de la cultura teutona.

En 1888 Cohen es llamado a testificar en un juicio contra un profesor antisemita que laboraba en una escuela pública quien afirmaba que la legislación del Talmud (compendio de leyes judías) se aplicaba sólo a las relaciones entre judíos. Basado en su testimonio Cohen publica un artículo titulado Amor de Hermanos en el Talmud al referirse a la concepción de pueblo elegido establece que los judíos tienen la responsabilidad de luchar para lograr una fraternidad universal que permita la materialización del ideal mesiánico.

Para Cohen el judaísmo es la religión de la razón y en su libro El Concepto de Religión en el Sistema de Filosofía publicado en 1915 se centra en la idea de que el propósito de la religión es satisfacer ciertas concepciones morales que van más allá de la filosofía, como es el caso del pecado, la revelación, el arrepentimiento, la angustia y la culpa.

Sobre el Shabat. Cohen describe el Shabat, día de descanso dentro del judaísmo, como una institución social original y como la esencia del monoteísmo ético. Constituye el guardián más efectivo del pueblo hebreo. Durante la Edad Media los judíos vivieron como esclavos en ghettos, pero al prender las velas que simbolizan la llegada del Shabat, olvidaban sus penas. La existencia de un día de descanso representa la más auténtica e intima ejemplificación de la legislación judía, misma que afirma la igualdad de todos los hombres independientemente de su posición social.

Sobre la ética. Cohen afirma que la libertad del hombre es la base de la ética. Al igual que Kant sostiene que la ética no sólo se refiere al hombre como individuo sino como categoría social. Proponente del socialismo humanista, consideraba que el trato que una nación da a su clase trabajadora es un indicio de su grado de moralidad.

La secularización de las sociedades en el siglo XVIII así como la emancipación de los judíos europeos y el surgimiento de los nacionalismos en el siglo XIX, confrontaron a los judíos con distintas alternativas: podían permanecer insertos en su forma de vida tradicional ajenos a las nuevas corrientes de pensamiento, abandonar sus comunidades para integrarse al entorno no judío o ingresar a la civilización occidental conservando su identidad. Quienes optaron por alejarse de su judaísmo pronto comprendieron la falacia de la emancipación y la prevalesencia del antisemitismo. Muchos, como Cohen, optaron por regresar a sus raíces comprobando que podían ser parte integral de las sociedades en las que vivían sin perder su esencia.

BIBLIOGRAFÍA

Encylopaedia Judaica
Keter Publishing, Israel, 1981

Noveck, Simon
Contemporary Jewish Thought
B’nai B’rith, USA, 1985

Samuelson, M. Norbert
An Introduction to Modern Jewish Philosophy
State University of N. Y. Free Press, USA, 1989

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