La historia lingüística de los judíos refleja su dispersión alrededor del mundo. En sus orígenes, el hebreo fue la lengua materna de los judíos hasta que en 586 a.e.c., Nabucodonosor destruyó el Gran Templo de Jerusalem, condenando a los judíos a un exilio temporal. Al regreso de su cautiverio -menos de 100 años después- los judíos se encontraron con un idioma vernáculo distinto. Los conquistadores habían impuesto el arameo para romper con el flujo natural de la vida judía, desalentando muchas de sus formas étnicas y culturales. El arameo se convirtió en el lenguaje principal de los judíos en el Cercano Oriente y el hebreo adquirió formalmente su carácter sacro, utilizándose sólo en las plegarias, estudios y demás cuestiones religiosas.
Nuevos lenguajes fueron desarrollándose en el curso de la historia judía. En su trayectoria a lo largo de los siglos, los judíos tuvieron contacto con distintos idiomas ya que por su exilio a raíz de la destrucción del Segundo Templo en Jerusalem en 70 e.c., y por las constantes migraciones, se vieron obligados a vivir en diversos países. No obstante, dondequiera que se establecieron aprendieron a hablar el idioma vernáculo, aunque conservaron la costumbre de utilizar caracteres hebreos. Entre los idiomas que los judíos desarrollaron a través del contacto con los diversos vernáculos destacan el idish -originado en Alemania- y el ladino, con raíces españolas que por su importancia merecen un estudio separado. Sin embargo existen otros muchos dialectos judíos dignos de mencionar.
Judeo-árabe Este dialecto tuvo gran difusión en numerosas regiones entre las que se encuentran la Península Arabiga, el Norte de Africa y la España morisca. Después de la dispersión final, en 70 a.e.c., conforme pasaban los siglos, el árabe y el arameo se convirtieron en el lenguaje dominado por la mayoría de los judíos. El árabe se utilizaba en los escritos literarios, filosóficos y científicos conservando el hebreo para los estudios religiosos.
La importancia del árabe fue tan grande que destacadas figuras judías de la Edad Media, como Maimónides y el Saadia Gaon, escribieron sus tratados religiosos en árabe pero con caracteres hebreos.
Judeo-griego Durante los siglos en que el griego fue el lenguaje internacional en el Mediterráneo, los judíos lo utilizaron para realizar sus traducciones religiosas, así como para escribir obras literarias de renombre. El griego gozó de popularidad entre los judíos de origen oriental y de la cuenca mediterránea hasta los siglos XII y XIII. Muchas palabras griegas penetraron en el hebreo para designar términos litúrgicos.
Judeo-italiano Este nombre no representa un dialecto unificado ya que cada región de Italia tenía su propio idioma y, al contacto de los judíos con las distintas provincias surgieron diversos dialectos judeo-italianos. Estos se caracterizaban por el empleo de términos hebraicos y de expresiones obtenidas del medio ambiente italiano. Durante el Renacimiento, los judíos en Italia comprendieron que era más sencillo el comunicarse entre sí a través del judeo-italiano, que se convirtió en su propio idioma vernáculo y que tuvo un gran alcance, utilizándose también para las traducciones bíblicas, y en libros religiosos y seculares.
Debido al aislamiento que vivieron los judíos de Italia en el siglo XV, confinados a ghettos y privados del contacto con el mundo exterior, el judeo-italiano desapareció como dialecto vivo.
Judeo-persa Como los demás dialectos judíos, se trata de un vernáculo que surgió de la mezcla de términos hebreos y arameos con la lengua del país, en este caso Irán. Existen distintos dialectos judeo-persas que se remontan a la antigüedad, pero todos se escriben con caracteres hebreos. Estos dialectos conservan expresiones persas arcaicas y se utilizan para el estudio de la filología iraní.
Un lenguaje es más que un simple medio de expresión o comunicación. Es un vehículo de cultura, un instrumento que refleja las experiencias del pensamiento y del sentimiento. Los distintos idiomas o dialectos judíos, en particular, son la muestra palpable de la integración cultural, del intercambio y de la convivencia entre los pueblos.
BIBLIOGRAFÍA
Ausbel, Nathan The Book of Jewish Knowledge Crown Publishing Inc., USA, 1964
Chomsky, William Hebrew: The Eternal Language The Jewish Publishing Society of America, 1986
Encyclopaedia Judaica Jerusalem Keter Publishing House, Ltd, Israel, 1971