El siglo XVIII constituyó un periodo de gran fermento intelectual y social en la vida judía. El viejo mundo agonizaba y las tendencias renacentistas se ponían nuevamente en boga. Las masas judías del este que durante años se vieron confinadas a la vida en ghettos, sumidas en la pobreza y la ignorancia, comenzaban a despertar del letargo. Sin embargo, a pesar del florecimiento del judaísmo y de la cultura talmúdica en particular, la tensión prevaleciente en estas sociedades como resultado, por un lado, del rompimiento entre Polonia y Lituania a fines de siglo y del consecuente desmembramiento de la nación polaca, y por el otro, de las terribles masacres de las huestes cosacas de Chmielnicki y Haidarmack, modificaron el estilo de vida tradicional judío.
Ante la crisis, muchos judíos encontraron un refugio ilusorio en expectativas mesiánicas y en primitivas creencias y supersticiones. La observancia religiosa se volvía más formal y no ofrecía alternativas creativas, sino que por el contrario, la enseñanza pecaba de rutinaria y dogmática. La mayoría de los judíos rezaban en hebreo, repitiendo palabras que no entendían pero que aceptaban con fe.
En este contexto de tensión física e inmovilismo espiritual surge, en las comunidades de Polonia, Rusia y los países eslavos, un nuevo movimiento que sintetiza elementos vivenciales e ideológicos. El Hasidismo no fue únicamente la reafirmación de los dogmas de fe o una reforma en las prácticas religiosas, sino que aspiraba a algo mucho más trascendental: la perfección del alma.
HISTORIA
Desde la época rabínica en las antiguas Babilonia y Judea, ninguna corriente religiosa tuvo mayor impacto en el judaísmo que el hasidismo, movimiento cultural y religioso con intensas raíces místicas y piadosas que destaca la virtud de “Servir al Señor” con alegría y cánticos. (Salmos 100:2).
El fundador del hasidismo fue Israel ben Eliezer (1700-1760), llamado el Baal Shem Tov (Maestro del Buen Nombre). En su juventud, reveló su inclinación por la soledad y un gran amor por la naturaleza. En sus paseos por los campos y los bosques comprendió que el culto religioso debía realizarse a través de la alegría. A pesar de no tener preparación de rabino, el Baal Shem Tov comenzó a predicar proclamando su misión en términos muy sencillos: el amor por Dios, por la Torá (Pentateuco) y por el hombre. Bajo su influencia, muchos judíos se alejaron de los estudios ascéticos talmúdicos para convertirse en fervientes seguidores del hasidismo. A su muerte, dejó un amplio círculo de discípulos y el liderazgo del movimiento pasó a otros rabinos. El hasidismo se fue propagando y creció geográficamente, a pesar de la oposición por parte de los judíos tradicionalistas quienes lo consideraban herético e inmoral. Para 1830 era ya un movimiento establecido, aceptado por los círculos ortodoxos, con lo que logró la distinción de ser la primera corriente religiosa, desde los días del Segundo Templo, que contaba con autonomía y un ritual legítimo ante los ojos de la ortodoxia, a pesar de sus divergencias con ésta ultima.
IDEAS BÁSICAS DEL HASIDISMO
LA PRESENCIA DIVINA Y EL HOMBRE
La presencia de Dios llena el universo (inmanencia) y está presente en todas partes (omnipresencia). El regocijo divino permea toda la creación y el mundo está lleno de belleza y melodías. A la vez, el hombre común puede encontrar al Todopoderoso, ya que la Deidad se encuentra difusa en toda la creación. Cada movimiento del ser humano marca una impresión en el mundo espiritual, y los hombres sirven a Dios, aunque no todos alcancen el mismo grado de comunión. En todo momento, el ser humano debe tratar de sobrepasar las limitaciones de su ser finito, para percibir la luz divina que lo absorbe a él y al cosmos. Para conocer a Dios, el hombre debe reconocer su grandeza y su esplendor con ánimo amplio y sereno y con un corazón receptivo.
OPTIMISMO Y ALEGRÍA
El hasidismo se opone a las costumbres ascéticas que impone la religión y eleva la más ínfima ocupación y necesidad humanas al rango de servicio religioso.
El culto debe realizarse con alegría y entusiasmo. No son las lamentaciones sino el espíritu alegre y un corazón lleno de fe y esperanza lo que Dios exige del hombre. Este debe regocijarse por haber sido llamado a servir a la divinidad, y de este modo, la alegría y las bendiciones fluirán por toda la creación.
ORACIÓN
Una de las mayores innovaciones del Baal Shem Tov fue la de dar una nueva significancia a la oración. Requiere de un gran esfuerzo de concentración del hombre el sobreponerse a la plenitud de la realidad exterior para que el espíritu divino permee su conciencia. Para el hasidismo, la oración formal dio paso a la súplica del corazón. El significado de la oración no está en la súplica a Dios ni en los contenidos formales de las plegarias, sino en las intenciones y aspiraciones del alma que pueden expresarse en simples actos de bondad y amor hacia nuestros semejantes. La oración establece un puente de unión entre el hombre y su Creador pero la música y el canto también ostentan un rango muy alto. Se da gran preponderancia a la danza que combina el movimiento y la música. La risa, el canto y el baile no por el placer sensual sino con la intención de adorar al Todopoderoso, representan la forma más sublime de oración.
EL TZADIK O SABIO
No todos los seres humanos son capaces de alcanzar un alto grado de devoción a Dios. Las personas comunes necesitan de un mentor espiritual, de un intermediario que lo acerque al Creador. El hombre santo, con sus pensamientos religiosos, eleva las oraciones y las acciones de sus seguidores. Al tzadik, hombre sabio, se le considera como un canal a través del cual la gracia divina fluye. Se le reviste de una aureola de espiritualismo y se le considera en estrecha comunión con Dios. Alrededor del tzadik se formaron diversas dinastías hasídicas tales como los Kozienice, Gur, Lubavich y Schneersohn. El concepto del tzadik es uno de los elementos controvertidos del hasidismo ya que, en el judaísmo, no se requiere de intermediarios en la relación entre el hombre y el Todopoderoso.
RELACIONES SOCIALES
Uno de los propósitos fundamentales del hasidismo en Europa oriental, donde surgió, fue el de aliviar los sufrimientos ajenos, ya que los judíos atravesaban por épocas sumamente difíciles. En las cortes hasidicas, los ricos eran instruidos para ayudar a los pobres, y se bregaba por la unidad indisoluble del pueblo judío. Para los seguidores del movimiento, el hacer el bien en vida es más meritorio a los ojos de Dios que el observar puntillosamente cada uno de los preceptos de la Torá. Sostienen que los humildes pero puros de corazón, cuan pobres o ignorantes sean, tienen oportunidad de disfrutar del mundo venidero.
CONCLUSIONES
El hasidismo tuvo un carácter popular. En su tiempo produjo una profunda revolución religiosa y ayudó a dar fuerza al hombre común, para sobreponerse a los sinsabores. La prédica de que las buenas intenciones y el amor a Dios valían tanto como la sabiduría de la ley hebrea, dominó la vida religiosa judía durante 200 años. El hasidismo inspiró importantes creaciones en la cultura judía de Europa oriental, hasta en áreas seculares como la música, la literatura, el arte y la danza.
Como movimiento religioso organizado, hoy en día aún muestra signos de sorprendente vitalidad. En los últimos tiempos logró gran auge en Israel y Estados Unidos en donde existen ramas florecientes. Sus seguidores se encuentran en numerosos centros urbanos del mundo, agrupados alrededor de su Tzadik. Sus fabriles actividades educativas apuntalan la perspectiva religiosa que nutre su existencia
BIBLIOGRAFÍA
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