La presencia judía en México tiene una historia que se remonta hacia la conquista y que perdura a lo largo de los siglos posteriores sin mayor realce. A pesar de que los primeros inmigrantes judíos al México contemporáneo arriban a principios de siglo, no es sino hasta finales de la década de los treinta en la que surge un ente coordinador y centralizador de las diversas facetas de la vida judía organizada en nuestro país.
El Comité Central de la Comunidad Judía de México (CCCJM) nace en 1938, en primer término como una asociación pro- refugiados judíos de Europa, y a la vez da respuesta a las necesidades de cohesión de los sectores comunitarios provenientes de diversas regiones del orbe.
Estos compartían un legado cultural y espiritual milenario, pero los siglos de dispersión y las zonas en que se establecieron particularizaron sus costumbres y maneras de percibir el mundo. El surgimiento del Comité Central asegura así que, dentro de la diversidad prevalezcan la unidad y una vida comunitaria racional.
Por otra parte, su nacimiento responde al imperativo de cimentar vínculos y abrir canales de comunicación con las instituciones del México post-revolucionario.
Ya desde tiempos muy remotos los judíos comprendieron que la suerte del individuo se veía irrevocablemente unida a la comunidad. Sus experiencias colectivas habían confirmado que sin la solidaridad de grupo y la cooperación mutua, la sobrevivencia judía en la diáspora se tornaría imposible.
El hecho de que los judíos conformaran comunidades organizadas en todas las regiones en donde se establecieron es un fenómeno socio-cultural de gran magnitud. Ya conquistadores como los babilonios, los persas y los griegos antes de la era común tomaron en sus manos el destino del pueblo judío y le otorgaron a éste la oportunidad de la auto-gestión.
Desde aquel entonces el concepto de autonomía que adquirieron los judíos dentro de las sociedades en las que convivieron ha sido un elemento básico y perdurable en la vida comunitaria.
Posteriormente, al perder su independencia a raíz de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalem en 70 e.c., la necesidad de organización comunitaria se agudizó para los judíos y estos modelos de constitución social se convirtieron en la parte central de su sociedad e historia. Durante siglos se estableció un patrón relativamente similar para todas las colectividades a través del cual supervisaban sus centros de estudio y regulaban la vida social de sus miembros.
A la vez, se encargaban de recaudar fondos para la manutención de los pobres y el cuidado de los enfermos y minusválidos.
Así, desde sus inicios hasta la época actual, las comunidades judías han ofrecido sus servicios religiosos, educativos, legales, financieros y sociales a sus miembros. Además, han actuado como fuente de cohesión y apoyo moral y material en los tiempos difíciles a través de la historia judía.
La colectividad judía en México
Con las naves de Colón arribaron al Nuevo Mundo corrientes de pensamiento innovadoras. Portadores de una tradición milenaria, los primeros representantes del pueblo judío en América buscaban la posibilidad de practicar su religión y su forma de vida libremente.
Sin embargo, muchos de ellos fueron víctimas de la Inquisición y otros abandonaron sus costumbres asimilándose por completo. No es sino hasta finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se inicia una inmigración masiva de judíos provenientes principalmente de Siria, Turquía y Europa Oriental, quienes huían de las condiciones de persecución y marginación social en las que vivían.
Sus deseos de libertad y tolerancia encontraron respuesta en una tierra que los acogió con benevolencia y donde hoy en día continúan viviendo en un clima de paz y desarrollo.
Con el paso del tiempo se acrecentó en los inmigrantes la necesidad de organizarse para poder proporcionar servicios religiosos y educativos con el fin de continuar profesando su fe en el nuevo entorno y de transmitir a las generaciones su legado milenario. Se formaron núcleos comunitarios de acuerdo a los países de origen, ya que los inmigrantes deseaban preservar sus patrones culturales, así como el control sobre sus instituciones. Cada núcleo mantuvo la autonomía en los asuntos internos, a pesar de que cooperaba con los demás para la resolución de los problemas comunes.
Debido a los momentos dramáticos por los que atravesaba la judería europea, el nueve de noviembre de 1938 se constituye el Comité Pro-Refugiados Judíos, antecedente de la representatividad comunitaria en México.
Este Comité fue fundado pocos meses antes del estallido de la segunda guerra mundial y tuvo una destacada actuación, atendiendo en forma eficiente las necesidades de los refugiados de Alemania, Austria y Checoslovaquia que llegaron a un México hospitalario.
En septiembre de 1939, el Comité Pro-Refugiados se vio en la impostergable necesidad de convertirse en la representación oficial de la totalidad de la comunidad judía en México, sin distinción de origen, apremiado por los acontecimientos bélicos en Europa. Las autoridades mexicanas, fieles a las grandes tradiciones de liberalismo humanitario, otorgaron todas las facilidades para la creación del CCCJM.
Este último continuó con la labor en pro de los refugiados hasta mucho después de finalizado el conflicto armado. Con el correr de los años multiplicó y diversificó sus labores a distintos campos e inició su política de apoyo en pro del judaísmo soviético, a raíz del surgimiento del antisemitismo fomentado por el régimen stalinista.
De este modo, participa en reuniones internacionales con el objeto de defender la situación de los judíos en diversas regiones del mundo y ha presentado solicitudes para que se respeten los derechos civiles y humanos de las minorías religiosas en Irán, la URSS, Siria, Etiopía y en todos aquellos países totalitarios en que se atenta contra las libertades inherentes a todo grupo o individuo.
Pero más allá del auxilio que ha brindado a correligionarios alrededor del mundo, el CCCJM ha fomentado la activa participación de la colectividad Judeo-mexicana en el quehacer nacional. Ha desplegado ingentes esfuerzos por contribuir al desarrollo de esta nación.
En la década de los sesentas, por ejemplo, el CCCJM trabajó en conjunto con la Secretaría de Educación Pública para establecer premios destinados a investigadores e intelectuales mexicanos que se distinguieran por sus aportaciones a la ciencia y las humanidades.
Desde los años setentas, el CCCJM ha venido realizando una serie de coloquios y mesas redondas con la participación de destacados pensadores y filósofos mexicanos. Para 1975 instauró el Premio “Fernando Jeno” distinción a los mejores exponentes literarios a nivel internacional, mismo que a la fecha continúa vigente.
Cuando en 1982 la situación económica de nuestro país se vio seriamente deteriorada, el CCCJM organizó una campaña de aportaciones al Fondo de Solidaridad establecido por el gobierno de la República. En 1984, la institución centralizadora orquestó una campaña en favor de los damnificados por la explosión de una planta surtidora de gas en San Juan, Ixhuatepec.
Con los terremotos de 1985 en la Ciudad de México, la colectividad judía, consternada por la situación de desastre que se vivía en esos momentos, estableció un sistema en conjunto con las autoridades gubernamentales para promover campañas de ayuda a las víctimas de los sismos. Parte de las aportaciones de los judíos mexicanos se utilizó para reconstruir la Secundaria No. 13 “Héroes de Chapultepec” y la Secundaria No. 59, que ahora lleva el nombre del insigne jurista judeo francés, receptor del Premio Nobel de la Paz, René Cassin.
Por otra parte, atento a la gravedad del problema ecológico que enfrenta la Ciudad de México, el CCI se ha sumado a los esfuerzos de reforestación desplegados por el gobierno capitalino. En fechas recientes, jóvenes judíos sembraron un considerable número de árboles en el Bosque de Chapultepec para ayudar a la causa.
Dentro del marco institucional del CCCJM funciona el Consejo Mexicano de Mujeres Israelitas, fundado en 1941, el cual forma parte del Voluntariado Nacional, concentrándose principalmente en los sectores salud y educativo.
Por último, Tribuna Israelita, Institución de Relaciones Humanas del CCI, busca a través del diálogo con las diversas instituciones del país y con la opinión pública nacional, proyectar un panorama objetivo y realista en lo que concierne a la comunidad judía de México y al judaísmo en tanto religión, sistema ético y forma de vida.
En mayo de 1987, en conjunto con nuestra máxima casa de estudio, se organizaron exitosamente las Jornadas Culturales “La Presencia Judía en México” en donde se exploran los orígenes, el devenir y la contribución de los judíos a este país en los campos científico, cultural y artístico. Su presencia, así como la de otros grupos minoritarios ha fortalecido, a todas luces, el pluralismo y la democracia vigentes en México.