Tribuna Israelita

Filosofía judía: el pensamiento de Saadia Gaón

Cuando Saadia Gaón, el padre de la filosofía judía, predicó en Egipto y Babilonia hace más de mil años, el judaísmo enfrentaba grandes desafíos. La filosofía griega traducida al árabe era más atractiva para muchos jóvenes judíos que su propia cultura. Estos se abandonaban a la secularización de su tiempo y al clima de sofisticación urbana.

Como consecuencia, los judíos del siglo X cuyo centro de gravitación espiritual y física se encontraba en Babilonia, se sentían divididos entre la lealtad hacia las tradiciones de sus padres y las atractivas reformas religiosas y nuevos sistemas filosóficos. El conflicto estaba dramatizado por un lado en la postura de la secta de los karaitas quienes sólo aceptaban una rígida interpretación literal de la Ley que abarcaba los primeros cinco libros de la Torá (Biblia), y por el otro en la influencia del sistema griego, con tonalidades arábicas, que despertaba dudas en muchos judíos en cuanto a la confiabilidad de las enseñanzas religiosas tradicionales.

En la época de Saadia (882-942) este enfrentamiento entre el karaismo y la filosofía racionalista provocó tal confusión que la sobrevivencia del judaísmo tradicional estaba en entredicho. Plenamente consciente del hecho de que los judíos de su generación se encontraban en una encrucijada, Saadia fue virtualmente el único erudito de su tiempo que tomó acciones efectivas para salvaguardar al judaísmo de los ataques de filósofos y racionalistas.

Saadia comprendió que la mejor manera para comprobar la validez de las enseñanzas tradicionales del judaísmo era a través de la aplicación de metodología científica y filosófica. Pero carecía de los más básicos elementos. No existían los diccionarios, ni la gramática, ni los comentarios bíblicos, ni contaba con compendios que definieran los principios del judaísmo. Los rabinos de los siglos anteriores se habían concentrado en el estudio de la Ley y en la producción del Talmud (compendio de leyes judías), por lo que no desarrollaron las herramientas necesarias para el análisis lingüístico y la especulación filosófica.

La tarea principal de Saadia consistió en proporcionar algunas de estas herramientas indispensables. Para ello compiló un diccionario hebreo y escribió su Libro del Lenguaje en el que establecía los principios de la gramática hebrea. El interés innato de Saadia por la filosofía se vio estimulado y nutrido por todo aquello relacionado con el lenguaje y el estilo de la civilización musulmana en la que vivió.

La gramática y la sintaxis eran casi una obsesión para los filólogos árabes y sobre este telón se debe considerar la fascinación de Saadia por el lenguaje. Comenzó por traducir la Torá al árabe y le agregó un comentario que, además de clarificar las dificultades filosóficas, se extendía a las implicaciones históricas y religiosas del texto. Maestro de la interpretación talmúdica fue el primer pensador en desarrollar una filosofía sistemática del judaísmo.

HISTORIA
Saadia, hijo de Joseph, nació en 882 e.c. en Filaz, un pueblo en el distrito de Fayyum en el Alto Egipto. La palabra Gaón literalmente significa eminencia o excelencia, primer título concedido a los presidentes de las academias de estudio que florecieron en Babilonia desde el siglo VI al XI. Poco se conoce de su juventud y de su educación, sin embargo se sabe que no creció en un vacío intelectual y espiritual. Desde mediados del siglo VII la literatura hebrea y el estudio del Talmud habían estado presentes entre los judíos de Egipto y Saadia se vio influido por una multiplicidad de corrientes y tendencias. Sus trabajos nos demuestran que contaba con un profundo entrenamiento religioso y secular. Conocía todo el cuerpo de literatura judía así como los trabajos filosóficos y científicos de los eruditos musulmanes y fue el primero en reunir los diversos estudios en un sistema completo.

Estudiante precoz, a los 20 años Saadia ya había compilado el diccionario hebreo. Al mismo tiempo comenzó su campaña contra los karaitas quienes entronizaban la Torá como única autoridad en la vida judía. El éxito de esta secta se debía al hecho de que el judaísmo bíblico que predicaba era más simple, tanto en la teoría como en la práctica, que el talmúdico, mismo que incluía una acumulación de leyes y enseñanzas desarrolladas a partir del análisis de cada palabra y cada letra de la Torá.

Por la relativa sencillez de sus leyes y su literatura, la observancia religiosa y la preparación intelectual de los karaitas era limitada y carecía de la riqueza del legado de siglos de creación judía. No obstante atraían a un gran número de adeptos.

Saadia estaba convencido de que el judaísmo bíblico, por sí solo, llevaría al estancamiento ya que al insistir en el carácter inmutable y significado literal de la ley bíblica se excluía toda posibilidad de desarrollo. Sostenía una fe inquebrantable en la divinidad de la ley talmúdica y creía que la interpretación y reinterpretación de las Escrituras eran el único método viable para retener la vitalidad de la antigua herencia religiosa. Por ello desafió las doctrinas karaitas en su obra Refutaciones de Anan.

En 915 e.c. Saadia abandonó su nativo Egipto y comenzó un peregrinaje a través de los centros de enseñanza judía. Poco después se estableció en Babilonia y fue designado director de la Yeshivá (academia de estudios) de Pumbedita y se abocó a la tarea de incrementar el número de estudiantes y a procurar las necesidades financieras de la institución.

En 928 Saadia fue nombrado presidente de la academia talmúdica de Sura, centro espiritual del judaísmo babilónico. En 932 emigró a Bagdad y se dedicó a sus estudios hasta su muerte en 942.

FILOSOFÍA
Saadia fue un agudo pensador analítico con interés primordial en los problemas multifacéticos del judaísmo y su sobrevivencia. Reconoció que se debía ampliar su definición y fue el primero en presentar una filosofía del judaísmo con orientación racional que examinaba sus verdades y sus enseñanzas en función de la razón.

Basándose en la Torá y el Talmud Saadia defendió al judaísmo y demostró que tenía tanta madurez y significado como la filosofía griega.

OBRA
Su Libro de las Creencias y las Opiniones marca un hito en la historia de la filosofía y la literatura judías. Fue escrito a partir de su preocupación por la lucha espiritual de muchos de sus contemporáneos. “En mi época” -escribe Saadia- “vi a muchos creyentes adherirse a doctrinas erróneas y falsos razonamientos. Vi hombres sumergidos en mares de dudas y cubiertos por las aguas de la confusión, y no había nadie que los pudiese rescatar de las profundidades. Dios me otorgó cierto conocimiento para ayudar a estos seres y me concedió habilidades que puedo utilizar en su beneficio. Sentí que era mi deber y mi obligación el ayudarlos y guiarlos hacia la verdad.”

Por “creencias erróneas y los falsos razonamientos” Saadia se refería al resultado del impacto de la filosofía sobre los intelectuales quienes encontraban dificultades para reconciliar la fe con la razón. Entendía el dilema del judío que se enfrentaba al doble desafío de la filosofía y la ciencia. Aseguraba que las enseñanzas y los mandamientos del judaísmo no se encuentran en conflicto con la razón y la lógica e insistía en que como fuente de conocimiento la tradición auténtica del judaísmo es tan confiable como la razón.

De hecho Saadia no veía contradicción alguna entre el conocimiento deducido por la razón y aquel que era producto de la tradición y de la fe religiosa. Ambos tenían el propósito de llegar a la razón. Los intelectuales, insistía, encontraban la verdad a través del razonamiento filosófico y la mayoría de la gente requería de la revelación de las Escrituras para saberlo que es verdadero y bueno. Dios otorgó la Torá a la humanidad para que todos los hombres, inclusive aquellos que desconocían la filosofía, pudieran compartir los dogmas básicos de la razón.

Esperaba que al demostrar, a través de su obra, la armonía entre la fe y la razón en el judaísmo, lograría fortalecer al creyente y dispersar las dudas del escéptico. Después de demostrar las principales áreas de concordancia entre la filosofía y el judaísmo y de clarificar las definiciones de fe, razón y conocimiento, Saadia procedió a examinar las creencias específicas que eran desafiadas por los sistemas filosóficos.

Entre sus premisas básicas se encuentran:

Sobre la Creación
-Dios creó el universo a partir de la nada. No existe la creación espontánea en la naturaleza. Todo lo que existe tiene su fuente y su origen en la fuerza creativa que es el Todopoderoso. Su objetivo es el de conferir felicidad a los seres vivos, principalmente al hombre, “corona de la creación”.
-La fuerza que preserva al mundo es finita y por lo tanto el mundo también es finito, tiene un principio y un fin.

La Naturaleza Divina.
-Dios es uno, único e indefinible. Representa la esencia del poder, del conocimiento y de la vida. Es la causa de toda la existencia corpórea.
-El hombre no tiene las facultades necesarias para conocer a la figura divina. Sólo puede describirla adjudicándole facultades, acciones y sentimientos humanos. En El confluyen tres cualidades esenciales: vida, poder y sabiduría.
-Los mandamientos divinos pueden dividirse en dos categorías:
1) Leyes racionales- Se basan en la razón y tienen tres principios fundamentales: a) La razón exige al hombre expresar gratitud a Dios, por ejemplo, a través de la oración; b) La razón demanda que un ser humano sabio no permita que lo insulten y c) La razón establece que los hombres no se dañen los unos a los otros.
2) Leyes tradicionales, rituales y ceremoniales- Son los mandamiento ordenados por Dios pero aún en éstos se puede encontrar cierta racionalidad. Por ejemplo la prohibición de trabajar en Shabat ofrece al hombre la posibilidad de dedicarse a sus actividades espirituales.

El Hombre
-El ser humano está constituido por cuerpo y alma; ésta última tiene tres facultades esenciales: el apetito, que controla el crecimiento y la reproducción; el espíritu, que se aboca a las emociones y la razón que gobierna el conocimiento. El cuerpo funciona como instrumento para cumplir con los mandamientos divinos y de este modo alcanzar la felicidad.
-La vida es un regalo de Dios. El ser humano debe estar agradecido y debe disfrutar y apreciar este maravilloso obsequio. Cualquier persona puede alcanzar la perfección para la cual Dios lo ha destinado siempre y cuando se ciña a la verdad y cumpla sus leyes.

BIBLIOGRAFÍA

Encylopaedia Judaica
Keter Publishing House, Israel, 1981

Noveck, Simon
Creators of the Jewish Experience
B’nai B’rith Books, USA, 1985

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