Tribuna Israelita

El sexo en el judaísmo

 RESPUESTAS TRADICIONALES A DILEMAS MODERNOS: En nuestro mundo, siempre en transición, el hombre contemporáneo se ha visto obligado a ajustar sus esquemas en forma por demás vertiginosa. Así, la cultura judía que se ha mantenido incólume a lo largo de los años, enfrenta retos cada vez mayores. Sin embargo, en muchos casos, el judaísmo tradicional sorpresivamente da respuestas a dilemas actuales. Temas tan controvertidos y candentes en los tiempos modernos, como el del sexo, son ya contemplados siglos atrás por la Halajá o ley judía.

                      “Y el hombre se unirá a su mujer y serán una sola carne”
Génesis 2:24

Durante la década de los 60’s una revolución sexual alteró los patrones de comportamiento de jóvenes y adultos en todo el mundo, acostumbrados hasta la fecha a relacionarse con su sexualidad de acuerdo a los lineamientos morales estipulados en sistemas religiosos y filosóficos conservadores. Para los 70’s estos cambios se agudizaron liberando los códigos tradicionales en forma tal que no habría aspecto en la existencia contemporánea que dejara de resentir este nuevo modo de vivir y de percibir el mundo. El judaísmo, como muchos otros sistemas teológicos, se vio en la necesidad de buscar respuestas concordantes con estas transformaciones.
Hasta la época moderna la civilización occidental consideraba al sexo y al pecado como sinónimos. Las autoridades religiosas veían el sexo como una concesión a la debilidad humana y al matrimonio como un “mal” necesario para la propagación de la raza humana.
El judaísmo, sin embargo, no considera el sexo como un acto pecaminoso. Establece que el impulso sexual no debe ser suprimido. En la antigua literatura hebrea se reconoce la actividad sexual como un hecho fundamental de la vida humana. En Génesis 1:28 el Creador bendijo a la primera pareja y le ordenó crecer y multiplicarse. La tradición judía concibió esta exhortación como un precepto positivo. El hombre está obligado a propagar la raza, pero los rabinos del Talmud (compendio de leyes judías) ahondaron en el tema y declararon que más allá de este mandamiento, el sexo debe disfrutarse. Así, se reconoce la necesidad de la convivencia en pareja y se establece que los seres humanos deben satisfacer las necesidades sexuales de su pareja con base en una actitud de mutuo respeto y consideración.
La actitud judía hacia el sexo busca un balance entre los extremos. Insiste en establecer límites pero, a la vez, evita la excesiva disciplina o ascetismo. Por una parte, el judaísmo considera la moderación sexual y el autocontrol como esencia de la santidad: cuando el hombre logra dominar sus impulsos, el sexo es bello y positivo. Así mismo rechaza la noción de que es un acto pecaminoso o vergonzoso. Por la otra caracteriza las conductas inmorales -tales como la sodomia, el incesto o el adulterio- de grandes ofensas contra Dios y la sociedad. A la vez considera que cuando los impulsos sexuales son incontrolables e inmoderados pueden destruir a los individuos y a la sociedad.

HISTORIA

En base a la tradición judía la importancia de la vida en pareja se remonta a la época bíblica. Después de crear al hombre, Dios decidió que no era bueno que estuviese solo y creó a la mujer para que le acompañara (Génesis 2:18). Más adelante se reconocen los derechos conyugales de la mujer pero se subordinan las relaciones sexuales a la necesidad de procrear. En general, los hebreos compartían las ideas prevalecientes entre los pueblos vecinos en cuanto a la poligamia y la posición social de las concubinas, pero condenaban la prostitución, las perversiones sexuales, el adulterio y el incesto. A pesar de que no se puede hablar en esta época de un código moral sistemático en relación al sexo, en la Biblia se imponen multas y castigos por violación y seducción y se condenan las orgías sexuales que acompañaban los rituales de otros pueblos.
Así mismo la legislación bíblica establece otras prohibiciones tales como el que un hombre use vestidos de mujer o viceversa o que tenga relaciones cuando la mujer está en su periodo menstrual. En Levítico 15:19-24 se explica que se considera que la mujer está en un estado de impureza durante estos días. La Torá (Pentateuco) exige la abstinencia sexual siete días desde que se inicia el sangrado; pero los rabinos talmúdicos, en su afán por enfatizar la importancia de este precepto, ordenaron que los siete días de abstinencia deberían contarse a partir de que se suspendiera la menstruación sumando así 12 días. La práctica usual entre los judíos ortodoxos es de que al terminar la abstinencia la mujer debe sumergirse en un baño o mikva antes de reanudar relaciones con su esposo.
Las autoridades rabínicas han ofrecido una variedad de razones para explicar la importancia y el sentido de este precepto. Afirman que se trata de una lección de paciencia, esto es, los seres humanos deben aprender a tener la paciencia de los árboles jóvenes cuyos frutos no se pueden comer durante los primeros tres años. La accesibilidad constante lleva a la indulgencia y a la costumbre, que a su vez puede afectar la armonía familiar. De acuerdo con las premisas talmúdicas, el encanto del matrimonio aumenta con este periodo de abstinencia .
En la época talmúdica las autoridades rabínicas estaban convencidas de que el ser humano no podía vivir sin un compañero del sexo opuesto, pero establecieron una serie de medidas restrictivas para evitar la promiscuidad. No se consideraban propios los juegos entre jóvenes de ambos sexos y el hombre no debía abrazar o besar a una mujer, a menos de que estuvieran casados. Más aún, el matrimonio se consideraba el estado ideal para todo ser humano.

La dicotomía entre lo lícito y lo ilícito en materia sexual fue discutida ampliamente por los rabinos de la época. Las resoluciones adoptadas fueron incorporadas a los códigos medievales, principalmente en e Shulján Aruj (Código de Leyes escrito en 1565) de Josef Caro que se convirtió en la base de la legislación judía de los siglos posteriores. En realidad el misticismo medieval desarrolló una actitud positiva hacia el sexo. Según los cabalistas las necesidades físicas del hombre no son pecaminosas sino por el contrario, son parte de la manifestación del Creador en el mundo. Realizado con devoción, el acto sexual adquiere un significado especial. Por ello, el impulso no debe suprimirse ni hay razón para avergonzarse de él siempre que exprese el amor entre el hombre y la mujer. Estas tendencias plasmaron la moralidad sexual de los judíos de la Edad Media hasta el siglo XIX.

LEYES Y COSTUMBRES

No se puede generalizar sobre la actitud del judaísmo actual en cuanto al sexo. Diversas legislaciones pretenden reglamentar las relaciones entre el hombre y la mujer, incluyendo la actividad sexual. Muchas de estas reglas se llevan a la práctica en el seno de las comunidades ortodoxas. Sin embargo, la corriente conservadora y la reformista sostienen una postura más abierta. Entre las principales regulaciones podemos mencionar:

  1. Aunque la Torá no condena el contacto físico entre miembros del sexo opuesto, los rabinos del Talmud lo desaprueban. Todos los códigos religiosos prohiben cualquier manifestación de afecto a una mujer que no sea la propia. Por ello, el hombre no debe tocar a una mujer extraña ni sostener su mano. Los judíos observantes evitan por ello cualquier contacto físico aún con sus propios familiares.
    Maimónides (sabio del siglo XII) estableció las bases para evitar el contacto físico -incluyendo el beso- al interpretar el versículo bíblico, Levítico 18:6 Ningún varón se llegue a parienta próxima para descubrir su desnudez. Junto con otras autoridades de la época Maimónides excluyó de la prohibición del beso a la madre, a la hija, a la hermana o a la tía. Codificadores posteriores han profundizado en el tema declarando que cualquier contacto físico entre miembros del sexo opuesto puede llevar a la excitación sexual. Por ello, elShulján Arujprohibe al hombre oler la fragancia de una mujer extraña o ver su cabellera. Actualmente muchos de   los judíos  ultraortodoxos observan meticulosamente esta ley y se niegan a abrazar, besar o aun dar la mano a miembros de sexo opuesto, con excepción de su pareja.
    2. La creencia de que la ley judía sólo aprueba las relaciones sexuales entre marido y mujer cuando hay posibilidades de concebir un hijo es incorrecta. Importantes autoridades rabínicas como es el caso de Saadia Gaón o Najmánides (siglo XIII) afirmaron que la actividad sexual es permisible aún cundo el propósito inmediato no sea la procreación, ya que consideraban el sexo como una honesta expresión del amor que profundiza el vínculo marital y que a la vez, produce satistacción. No puede haber nada reprobable en el acto sexual -continúan- ya que el Creador lo permite.
    3. Las autoridades rabínicas consideraron la actividad sexual premarital como un acto pecaminoso, pero conscientes de la fuerza de los deseos sexuales y la dificultad de que el hombre los controle, sugirieron el matrimonio a edades jóvenes. La ley judía desaprueba el que una pareja viva bajo un mismo techo sin estar legalmente casada.
    4. La literatura rabínica no sólo indica la conducta que se debe observar en las relaciones sexuales, sino hasta lo relativo a la indumentaria, la compañía que debe uno buscar o evitar y el vocabulario que se puede utilizar.

BlIBLIOGRAFÍA

Patai, Raphael
The Jewish Mind
Charles Scribner’s Sons, USA, 1977

Klagsburn, Francine
Voices of Wisdom
Pantheon Books, USA, 1980

Kolatch, Alfred
The Jewish Book of Why
Jonathan David Publ., USA, 1985

Encyclopaedia Judaica
Keter Publishing House, Ltd. Israel, 1981

Encyclopaedia Judaica Castellana
Editorial Enciclopedia Judaica, México, 1951

Wouk, Herman
This is My God
Touchstone Book, USA, 1970

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