Tribuna Israelita

El más allá

“Un minuto de arrepentimiento y buenas acciones en este mundo es mejor que toda una vida en el mundo venidero”. Pirké Avot 4:17

El judaísmo es una religión del “aquí y del ahora”. Sus preceptos básicos se dirigen a impulsar al hombre a llevar una vida plena en buenas acciones en la tierra ya que al morir permanecen únicamente sus actos. No obstante, a pesar del énfasis que se atribuye a la vida en este mundo, la tradición judía cree en la existencia de un mundo venidero, constituido por un paraíso y un infierno.

ORÍGENES
El judío piadoso de la antigüedad no temía a la muerte. Tenía fe en que su paso por el mundo era simplemente la transición de una vida a otra y en ambas permanecía inmutable su devoción al Todopoderoso. Por ello, anhelaba morir consciente y en plena posesión de sus facultades mentales en el momento en que el alma abandonara su cuerpo. La condición real del alma después de la muerte permanecía incierta.
Sin embargo, para quienes no poseían esa fe absoluta y no se reconciliaban con la muerte como el fin de la existencia, la idea de un mundo venidero les aseguraba la satisfacción de todas las frustraciones experimentadas en esta vida.

HISTORIA
La Biblia contiene una visión indefinida del destino del hombre después de la muerte. Diversos pasajes se refieren al tema dejando entrever que -de una u otra forma- existía la creencia en el más allá. En Números 16:33 se alude a la existencia de Seol, un sombrío mundo de los muertos, pero no se amplía sobre su naturaleza: “Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra y perecieron de en medio de la congregación”.
Con la destrucción del primer templo de Jerusalem y el inicio del exilio babilónico (586 a.e.c.), cuando los judíos entran en contacto con las enseñanzas zoroastras, los conceptos de cielo, infierno y más allá se convierten en objeto de serias discusiones entre los estudiosos del judaísmo. El concepto de resurrección de los muertos y la idea de la inmortalidad pasaron a ser temas centrales de la literatura apócrifa de los siglos posteriores, principalmente durante la época de persecución romana.
Diversos documentos del período rabínico contienen una variedad de opiniones que se refieren al mundo venidero. En éstas, se describe la vida en el más allá y los medios a través de los cuales los hombres pueden ingresar a él. Estos temas no son abordados en forma sistemática ni se percibe ningún intento por darles una coherencia conceptual. No obstante, podemos encontrar un consenso entre la divergencia de opiniones.
La tradición judía acepta la existencia del Olam Ha-Ba o mundo venidero que comienza con la terminación de la vida terrestre del hombre. Existe gran ambigüedad en cuanto a su significado. En el mundo venidero se reconciliará el sufrimiento de los hombres piadosos con la justicia divina. Los castigos y recompensas planteados en las Escrituras Hebreas son concretados en ese mundo.
Durante la Edad Media los filósofos judíos trataron de incorporar la noción de la inmortalidad del alma a estos conceptos. Posteriormente, los cabalistas abordaron el tema indicando que el alma de los seres perversos, que no cumplieron la tarea que les fue asignada por el Todopoderoso, sería castigada y purificada en el infierno o bien, reencarnaría para que terminara el trabajo que dejó incompleto.

EL PARAÍSO Y EL INFIERNO
     De acuerdo con la tradición judía, cuando un ser humano fallece, el alma abandona su cuerpo, pero durante once meses ambas entidades mantienen una relación temporal hasta que el cuerpo se desintegra. Estos meses se consideran como un período transitorio después del cual, los piadosos se van al paraíso y los perversos al infierno.
El paraíso o Gan Eden es el lugar al que las almas justas van después de su muerte. En él pueden gozar los frutos de la vida piadosa que llevaron en la tierra.
Once meses después de que se fallece, el alma está lista para entrar a la parte baja del Gan Eden que es un paraíso de dicha emocional. A diferencia de la tierra en donde la mayoría de las personas no pueden experimentar más de una emoción dominante a la vez, allí las almas disfrutan de una serie de emociones benignas hacia Dios y hacia otras almas. Para pasar a la parte alta del Gan Eden, el alma debe olvidar el furor de las emociones y concentrarse en el placer de conocer a Dios a través del entendimiento.
En contraparte al paraíso prevalece la idea de que aquellos que no vivieron una vida ejemplar en la tierra serán consignados al infierno o Gehina. El libro de Joshua 15:18, lo describe como el valle de los hijos de Hinnom, localizado al sur de Jerusalem en donde los niños eran sacrificados al dios Moloch. La palabra gehina se convirtió en la expresión de todo el mal, del pecado y el infierno.
La concepción judía del Gehina se refiere más a un purgatorio que a un infierno al estilo dantesco, en el que el alma es purificada de todo el mal que ha acumulado en la tierra. Este lugar es frecuentemente descrito con detalles físicos de fuego y hielo, aunque los rabinos se oponen a considerarlo como una entidad material. Más bien, el Gehina es un dolor y una ansiedad intensificados por el silencio y por una profunda conciencia del mal cometido.
Dentro del pensamiento judío moderno continúan las divergencias en torno a este tema. En la actualidad, la mayoría de los judíos -independientemente de su postura religiosa- rechazan que el Gan Edén y el Gehina existan literalmente. La creencia básica del judaísmo actual se centra en la llegada del Mesías, cuando se logrará un mundo perfecto y los hombres piadosos resucitarán.

BIBLIOGRAFÍA

Ausbel, Nathan, The Book of Jewish Knowledge Crown Publ. Inc., USA, 1964

Encyclopaedia Judaica Keter Publishing Co., Israel, 1981

Kolatch, Alfred The Jewish Book of Why Jonathan David Publ. Inc., USA, 1981

Siegel, Richards & Rheins, Carl The Jewish Almanac Bantam Books, USA. 1980

Tags Relacionados: