Durante siglos los judíos preservaron la cultura de los pueblos que los acogieron y conservaron los idiomas vernáculos que imperaban en las distintas zonas en donde se establecieron. Tal fue el caso de la península ibérica, en donde los judíos hablaban las mismas variedades de español que el resto de los habitantes. No obstante, una infinidad de documentos y obras literarias indican que los judíos también dominaban otro idioma, el ladino. La palabra ladino se deriva del español latino. En la Edad Media el término se aplicaba al moro o judío que hablaba la lengua de los cristianos.
Actualmente, con frecuencia se denomina ladino al idioma de los sefaradíes, judíos desterrados de España. Sin embargo, en realidad el ladino sólo se utilizaba para traducir al español los textos bíblicos originalmente escritos en hebreo, que era considerada una lengua sacra.
El ladino se convirtió en un idioma artificial, rico en expresiones derivadas del hebreo, español y arameo, creado en un principio con fines pedagógicos para que los fieles comprendieran los rituales religiosos. Pero no se utilizó como medio de comunicación en la vida cotidiana, y al idioma vernáculo que los judíos hablaron desde su expulsión de España en 1492, se le llamó judeo-español o djudezmo. Cuando los judíos salieron de la península ibérica, se dispersaron por diversas regiones de Europa, el Oriente Mediterráneo y el Norte de Africa, en donde fueron acogidos por las comunidades judías preexistentes. A través del diario contacto y la influencia de los idiomas de los sitios donde se establecieron, el djudezmo se desarrolló tomando palabras del turco, árabe, francés, etc. La inclusión de localismos provocó que surgieran numerosas variantes. Sin embargo, debido a la comunicación entre las comunidades del exilio por los constantes viajes comerciales, las diferencias regionales se borraron y se creó un idioma con formas y rasgos dialécticos que todos entendían.
El judeo-español casi no difería del castellano común de los españoles. Pero, conforme disminuyeron las relaciones con la península ibérica, las comunidades hispano parlantes quedaron aisladas en un entorno en el que no se hablaba español. Así, los judíos preservaron un idioma con ciertos rasgos arcaicos que debido al aislamiento no evolucionó desde 1492. No obstante, como lengua viva, el djudezmo sí ha pasado por un proceso de transformación a lo largo de la historia.
El idioma de los sefaradíes tuvo importantes manifestaciones culturales. Una intensa producción literaria caracterizada por los tradicionales proverbios, refranes, cuentos populares, teatro y narrativa, que cuenta entre sus figuras más destacadas a Abrabam Toledo, Saadi Halevi, Yaacob A. Yona, Menahem Mitrani y muchos más, es el legado de un pueblo que logró vencer a los retos que le presentó la historia. El djudezmo sufrió un grave deterioro con el desmembramiento del Imperio Turco y con el nacimiento de los nuevos estados balcánicos en el siglo XIX porque los judíos, como ciudadanos, se integraron a la vida nacional de sus respectivos países. Surgieron además, diferencias entre el idioma hablado y el escrito, y muchas de las palabras utilizadas en la literatura desaparecieron del habla cotidiana.
La segunda guerra mundial y el exterminio casi completo de algunas comunidades sefaradíes de Europa constituyeron un fuerte golpe para el djudezmo. Asimismo los judíos que emigraron a otros continentes para escapar de las persecuciones se adaptaron una vez más a los idiomas de los países que los acogieron. Las primeras generaciones de emigrados continuaron hablando el judeo-español, pero con el tiempo las nuevas generaciones se integraron plenamente y ya no hablan el idioma de sus padres.
A pesar de las circunstancias, existen movimientos que propugnan por el resurgimiento y la revitalización del djudezmo, principalmente en el Estado de Israel, en donde existe una importante producción de periódicos, programas de radio y libros en judeo-español. A la vez en numerosos países existen organizaciones especializadas en preservar el lenguaje y la cultura de los sefaradíes.
A todas luces, el djudezmo representa una importante época de la historia judía y a la vez constituye una valiosa manifestación cultural de la España judía.
BIBLIOGRAFÍA
Diaz-Mas, Paloma Los Sefaradíes Río Piedras Ediciones, Barcelona 1986
Sefarádica Depto. de Asuntos Sefaradíes y Orientales de la OSM, Argentina, 1984