Tribuna Israelita

El Reformismo

Los cambios dramáticos que sufriera la condición socio-política y económica de los judíos de Europa occidental, a fines del siglo XVIII y principios del XIX, provocaron una seria transformación, a su vez, en las costumbres y cosmovosión de muchos de ellos. La influencia de las ideas de la Ilustración y de los postulados del movimiento emancipatorio que se generaba en el seno de la sociedad europea, permitieron a los judíos participar en todos los quehaceres que antes les estaban vedados. Este ingreso a la modernidad representó -para las comunidades judías un choque cultural sin precedentes.

Las barreras impuestas por el exterior, que los habían separado del resto del mundo, se venían abajo. Paradójicamente, esta nueva apertura provocó dilemas prácticos y conflictos intelectuales que dificultaban su incorporación de lleno a la cultura universal. ¿Debían sacrificar sus tradiciones y valores para integrarse a nuevos núcleos? ¿Deberían abandonar sus costumbres religiosas para convivir con sus vecinos? La fe judía tenía que enfrentar desafíos desconocidos, provenientes de las premisas racionalistas que se derivaban de la ciencia, la filosofía, el arte y la literatura, disciplinas que se cultivaban independientemente de cualquier consideración dogmática.
Un gran número de judíos comprendió la necesidad, por ende, de llevar a cabo una reforma interna para adaptarse a este nuevo estilo de vida. El nuevo imperativo era el de modernizar y renovar la teología judía de acuerdo con los términos del racionalismo del siglo XVIII. Así como se había modificado su posición económica y social, tendrían que actualizar su cultura y aún su religión. Así, conforme la emancipación progresaba, el judaísmo tradicional -tal y como se había mantenido ininterrumpidamente desde los días de Moisés- fue desafiado. El Reformismo, que surgió en Alemania en la segunda década del siglo XIX, fue la respuesta a este desafío.
Las bases ideológicas del reformismo se encuentran, así, en los conceptos liberales y nacionalistas promulgados por los pensadores de la Revolución Francesa y de los intelectuales de la Ilustración judía, como Moisés Mendelssohn, quien en su libro Jerusalem (1783), planteó los principios teológicos definitorios del nuevo movimiento e instó a los judíos a no quedarse aislados de la cultura de la sociedad en la cual vivían.

HISTORIA
Los primeros pasos en el movimiento reformista -conocido también como liberal o progresista- fueron dados por judíos laicos, cuya principal preocupación, era el creciente abandono de sus correligionarios a la fe judía en su lucha por incorporarse a la sociedad circundante. Como respuesta, decidieron crear una religión sencilla que les fuese atractiva. Para ello, comenzaron reformando el servicio litúrgico mediante la introducción de sermones pronunciados en alemán, así como la utilización del órgano para acompañar el canto coral.
Estas innovaciones fueron puestas en práctica por Israel Jacobson, (1768-1828) filántropo alemán, considerado como el fundador del reformismo. Las primeras modificaciones rituales las aplicó en una escuela parroquial para judíos y cristianos que fundó en Seesen en 1801. Jacobson creía que de esta manera mejorarían las relaciones entre ambos credos. Como las innovaciones tuvieron una buena acogida, decidió construir un templo en Hamburgo e introducir, así, el primer servicio moderno. Jacobson y sus seguidores insistían en que no querían romper con la tradición judía y desplegaron todos los esfuerzos posibles por demostrar que sus reformas eran compatibles con la ley judía. No obstante, sus postulados no convencieron a los rabinos ortodoxos.
Abraham Geiger, uno de los padres de este movimiento, sostenía que el judaísmo era un organismo vivo que no sólo admitía cambios, sino que los exigía en función de las nuevas circunstancias. En un principio los cambios se aplicaron sólo al ritual sinagogal: hombres y mujeres rezaban juntos, no se cubrían la cabeza y las oraciones se pronunciaban en alemán. A raíz de estas modificaciones surgió un nuevo credo. La esencia del reformismo se centro en el culto a un Dios único y universal, pero a diferencia de la ortodoxia, la ley judía -misma que se apoyaba en la Torá- era temporal y no tenía vigencia en la época actual. Bajo estas premisas, los judíos alemanes crearon una religión sin exigencias, libre de cualquier inconveniencia en el ritual, a tono con los avances de occidente. De este modo, los judíos podrían asimilarse a la cultura universal. El judaísmo reformista se encontró con gran resistencia por parte de los rabinos alemanes ortodoxos, y en otros países de Europa oriental -el tradicionalismo que imperaba desde siglos atrás- rechazó las innovaciones. Cuando en la segunda mitad del siglo XIX, los judíos comenzaron a emigrar a Estados Unidos, el reformismo se convirtió en el sistema dominante de creencia.
La diversidad de patrones culturales que interactuaban en esta sociedad y la falta de una autoridad religiosa central, permitieron que el reformismo encontrara un terreno fértil en donde avanzar. Con el liderazgo de personalidades como Einhorn, Holdheim, Felsenthal y Kohler, el movimiento reformista adoptó una posición más radical. Afirmaron que los judíos mantenían relaciones con Dios sólo desde una perspectiva netamente religiosa, y que con Jerusalem, tenían un vínculo histórico que se remontaba al pasado pero que no significaba nada ni en el presente ni tenía proyección a futuro.
Para fines del siglo XIX, el número de reformistas en Estados Unidos, aumentó significativamente y se consideró necesario crear una guía definida de fe y práctica liberal. Esto se logró en 1885 en la Plataforma de Pittsburg, en donde se dieron a conocer los Principios del Judaísmo Reformista. En esta declaración se asevera el pleno reconocimiento al carácter progresivo de la religión judía. En ésta se abolen muchas de las leyes mosaicas por considerarlas obsoletas e ineficaces para el judaísmo moderno, ya que para los reformistas, las leyes dietéticas judías, la observancia del shabat, la pureza sacerdotal y la vestimenta entre otras -obstruían la moderna elevación espiritual. A pesar de que los reformistas arguían que el judaísmo era una religión en donde lo único válido era el vínculo con Dios y la solidaridad manifiesta entre sus correligionarios, durante la segunda guerra mundial, cuando los nazis comenzaron la destrucción sistemática de los judíos, se presentó un cambio dramático en sus actitudes. Los judíos agnósticos tomaron conciencia de la existencia de un destino común para este pueblo y la consolidación de una identidad nacional e histórica ocupó el rol central de la experiencia hebrea. Además, se dio un mayor énfasis a los valores culturales judíos y se estableció un gran número de instituciones educativas y culturales que beneficiaron a toda la comunidad.
Con el tiempo, el judaísmo reformista ha retomado el camino para regresar a las fuentes antiguas. Se recitan más oraciones en hebreo y se utilizan melodías más tradicionales en el servicio. Sin embargo, a pesar de que en las últimas dos décadas se ha presentado un retorno a las tradiciones, el reformismo no es un ente monolítico, y en su seno, existe un pequeño grupo de fundamentalistas que funciona separado del cuerpo principal del movimiento. Para una gran parte del pueblo judío, el reformismo, con su reinterpretación de la tradición, las leyes y las prácticas en función de las condiciones y valores de la vida moderna, ha dado respuesta a sus necesidades de expresión dentro del marco religioso.

BIBLIOGRAFÍA

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