Aquellas personas que decidieron dar refugio a judíos debieron sacrificar su ritmo normal de vida y emprender una existencia clandestina, regida por el pavor a la denuncia y la captura. Los alemanes colocaban por doquier avisos de advertencia contra la ayuda a judíos. Se ejecutaba no sólo a las personas que ocultaban judíos, sino también a toda su familia. Muchas de estas personas fueron encarceladas y asesinadas en campos de concentración.
Algunos de los salvadores actuaban por convicción ideológica o religiosa; otros, simplemente por humanidad, porque les importaba la gente. Es precisamente su humanidad la que ha conmovido al mundo; por esa razón, Yad Vashem los recuerda como Justos entre las Naciones.
Lo común era ser observador pasivo, rescatar era la excepción. Los Justos entre las Naciones han demostrado que cada persona puede marcar la diferencia.
En las áreas rurales de Europa Oriental se cavaban guaridas o búnkeres, como se los llamaba, debajo de casas, vaquerías o establos, en los cuales los judíos podían ocultarse. Además de la amenaza de muerte que pendía sobre sus cabezas, las condiciones físicas en lugares tan oscuros, fríos, faltos de aire y hacinados durante largos períodos de tiempo eran difíciles de soportar. Los salvadores también vivían aterrorizados; debían de proveerles alimentos, una hazaña nada fácil para familias pobres en tiempos de guerra; debían retirar los excrementos y atender todas sus necesidades. Los judíos eran escondidos también en áticos, en los bosques y en cualquier lugar que les pudiera ofrecer refugio, tales como cementerios, cloacas, jaulas de animales en zoológicos, etcétera. A veces, los judíos ocultos se presentaban como parientes que venían de visita o, en el caso de los niños, como hijos adoptados. También los niños eran ubicados en conventos, donde las monjas ocultaban su verdadera identidad.
Los padres enfrentaban desgarradores dilemas a la hora de separarse de sus hijos y entregarlos a manos ajenas, con la esperanza de aumentar sus posibilidades de supervivencia. A veces, los niños abandonados, luego de que sus padres fueran asesinados, eran amparados por familias o en conventos. En muchos casos eran individuos particulares los que decidían amparar a un niño; en algunos países, en especial en Polonia, Bélgica, Holanda y Francia, existían organizaciones clandestinas dedicadas a hallar hogares para los niños, proveían fondos, alimento y atención médica, y se aseguraban de que fueran bien atendidos.
A menudo, los prófugos necesitaban documentos falsos y asistencia para adoptar una nueva identidad. Los salvadores en este caso eran falsificadores o funcionarios que emitían documentos falsificados, clérigos que fraguaban certificados de bautismo y algunos diplomáticos extranjeros que emitían visados o pasaportes, contrariando las instrucciones y la política de sus países. A fines de 1944 diplomáticos en Budapest emitieron salvoconductos e izaron sus banderas sobre edificios enteros, donde los judíos podían refugiarse bajo la protección de la inmunidad diplomática. Algunos salvadores alemanes, como Oskar Schindler, utilizaron falsos pretextos para proteger a sus trabajadores de la deportación, argumentando que los judíos en cuestión eran requeridos por el ejército para el esfuerzo de guerra.
La plantación de árboles en Israel
La plantación de árboles en Israel tiene un significado especial. Es parte de los proyectos de forestación y recuperación de tierras conducidos por el Fondo Nacional Judío antes y después del establecimiento del Estado de Israel. La plantación de árboles en lugares áridos y la creación de paisajes verdes fue una de las campañas de la actividad sionista para desarrollar el país. Al mismo tiempo, los árboles y los bosques dieron lugar a la conmemoración de eventos y para homenajear a personas. Por ejemplo, en los años cincuenta fue plantado el Bosque de los Mártires en la carretera que conduce a Jerusalem en memoria de las seis millones de víctimas del Holocausto, actividad en la cual estudiantes estuvieron involucrados en la plantación de árboles dedicados a los niños asesinados.
En 1955 Rajel Auerbach, una sobreviviente de Varsovia, que estaba a cargo de la recolección de testimonios de sobrevivientes en Yad Vashem, envió una sugerencia a la reunión del Directorio de Yad Vashem: cómo honrar a los miles de salvadores de judíos durante la Shoá, sugiriendo la plantación de árboles en el Monte del Recuerdo.
La Avenida de los Justos entre las Naciones fue dedicada el Día del Recuerdo del Holocausto, 1 de mayo de 1962. El gobierno de Israel estuvo representado por la ministra de Relaciones Exteriores, Golda Meir; los primeros once árboles fueron plantados a lo largo de un sendero en las laderas desnudas del Monte del Recuerdo. La plantación estuvo a cargo de salvadores de distintos países y sus anfitriones israelíes, los judíos que habían rescatado.
En su discurso, Golda Meir señaló que “el pueblo judío recuerda no solo a los villanos, también cada pequeño detalle de los intentos de salvación”. Comparó también a los Justos entre las Naciones con gotas de amor en un océano de veneno e indicó que “estos no sólo salvaron vidas de judíos sino también la esperanza y la fe en el espíritu humano”.
A la fecha se ha reconocido y homenajeado a personas de 44 países y nacionalidades: cristianos de todas las denominaciones e iglesias, musulmanes y agnósticos, hombres y mujeres de todas las edades, provenientes de todos los estilos de vida; unos altamente educados, otros, campesinos analfabetos; figuras públicas y marginales; profesores universitarios, maestros, médicos, enfermeras, diplomáticos, sirvientes, miembros de la resistencia, policías, pescadores, y muchos más.
Unos ejemplos:
Paul y Jeanne Duysenx
El padre de Ilona Thót era húngaro. Cuando ella se casó con Benjamin Elías, un judío griego propietario de un molino harinero, su padre cortó los vínculos con ella. Ilona vivía con su esposo en una zona de Yugoslavia que había sido anexada a Hungría en 1941. Ella solía brindar ayuda a refugiados judíos llegados de Austria y Alemania. También los ayudaba a escapar de Yugoslavia a Hungría. Uno de ellos, Elemér Neuman, más tarde testimonió que Ilona Elias le ayudó a conseguir un lugar de escondite cuando huyó de Belgrado a Újvidék/Novi Sad (actualmente en Serbia). Luego le ayudó a llegar a Bácstopolya/Bačka Topola, al sur de Hungría (actualmente en Serbia), donde también arregló un escondite para él.
También ayudó a otros judíos a encontrar trabajo o proveyéndoles comida y ropa. Después de la invasión alemana muchos judíos de la región fueron arrestados, incluido el marido de Ilona, y fueron llevados a un campo de concentración situado en Bácstopolya. Ilona llevaba comida no sólo para su esposo, sino también para otros prisioneros.
El 19 de febrero de 1976 Yad Vashem reconoció a Ilona (Thót) Elias como Justa de las Naciones.