Desde los primeros momentos del conflicto árabe-israelí, aún antes de la formación del Estado judío, en Medio Oriente siempre se han hecho presentes aquellas voces lúcidas y moderadas en todos los bandos que han exhortado a la concordia y al entendimiento entre los pueblos de esta convulsa región. Así, el Emir Faisal, hijo del líder árabe Sherif Hussein, aseveró durante la Conferencia de Paz de París en 1919 que, “los árabes ven con profunda simpatía al movimiento sionista… estamos trabajando juntos para reformar el Cercano Oriente y nuestros movimientos se complementan el uno al otro ya que ambos son nacionalistas y no imperialistas…”. Por su parte David Ben Gurión, fundador y dirigente de Israel, en vísperas de la primera guerra árabe-israelí de 1948, exhortaba a sus vecinos a buscar la convivencia pacífica ante el inminente surgimiento del Estado judío.
En un entorno caracterizado por la violencia endémica y por el radicalismo no deja de ser admirable el hecho de que ciertos sectores se eleven por encima de la idiosincrasia local para apegarse a normas de convivencia basadas en el respeto y el diálogo ya que estos principios constituyen a todas luces el único camino para garantizar la estabilidad y el progreso de la zona.
Movimientos organizados como “Paz Ahora” en Israel o voces individuales como las de Shulamit Aloni, David Grossman, Abba Eban, Yossi Beilin, Yair Tzaban, Sidra Exrahi, Dedi Zucker, Yishayahu Leibowitz, Sari Nusseibeh, Faisal Husseini y Hanan Ashrawi entre otras empiezan a cobrar una mayor notoriedad en 1982 a raíz de la intervención de Israel en Líbano. Este suceso presenta a los actores de la zona con opciones claramente definidas que de no tomarse en cuenta podrían condenar a sus poblaciones a un estado permanente de guerra.
Desafortunadamente, a pesar del peso específico de esta alternativa, son pocos aún los países de la región que han permitido la expresión de anhelos pacifistas. El totalitarismo practicado por una gran parte de los regímenes árabes no es terreno fértil para el desarrollo de opciones pacifistas, mientras que en Israel y aún en los territorios de Gaza y Cisjordania se han conformado sectores que en tanto grupos de presión impulsan al gobierno a iniciar negociaciones que conlleven la paz en Medio Oriente.
El movimiento “Paz Ahora” funge como una organización “paraguas” al agrupar en su seno a una amplia gama de sectores políticos de izquierda, liberales y a las corrientes más progresistas y democráticas de la sociedad israelí. En éste se encuentran representados todos aquellos grupos políticos dispuestos a dialogar con los palestinos bajo el principio de “territorios a cambio de paz”. Entre aquellos representados por “Paz Ahora” se encuentran personalidades del partido laborista, del Ratz, Mapam y Shinui, entre otros.
En los últimos años “Paz Ahora” ha bregado por sostener el diálogo entre diversos sectores de la población israelí y palestina a través de la realización de actividades diversas tales como manifestaciones multitudinarias y encuentros entre intelectuales y académicos en base a los desarrollos y circunstancias que se presentan en la zona. Se ha sostenido una campaña permanente de persuasión hacia la opinión pública palestina e israelí sobre la validez de los proyectos nacionales judío y palestino. Así, en 1982 con la intervención israelí en Líbano, la sociedad hebrea sufre un shock ya que se pierde la confianza tanto en los dirigentes como en los partidos políticos y hasta en el ejército que siempre representó un símbolo de unidad y de elevada moralidad. A partir de entonces, movimientos en masas dirigidos por altos oficiales del Ejército se oponen abiertamente a las órdenes del ministro de Defensa Ariel Sharon; repudian la intervención en Líbano e incluso algunos de ellos se niegan a servir en territorio libanés.
Desde entonces estos movimientos han expuesto abiertamente su inconformidad con la ocupación de Gaza y Cisjordania, la construcción de nuevos asentamientos en estas tierras y han insistido en que se deben dirimir los conflictos en base a negociaciones pacificas.
En diciembre de 1990 se formó una cadena humana alrededor de la ciudad vieja de Jerusalem compuesta por 30 mil árabes e israelíes de todas las denominaciones religiosas para manifestar su anhelo conjunto de paz.
A principios de 1991 “Paz Ahora” organizó una conferencia copatrocinada con inmigrantes soviéticos que trató sobre la relación entre el proceso de aliyá (inmigración) y el de paz. También se llevaron a cabo actividades en conjunto con sectores indigentes de la sociedad israelí a donde se protestó contra el plan del gobierno de crear ocho mil unidades habitacionales en los territorios de Gaza y Cisjordania. Se han reunido líderes del movimiento israelí y representantes de consejos locales de aldeas árabes como la de Shfaram para discutir planes de cooperación. Así mismo se han realizado manifestaciones frente a la residencia del Primer Ministro israelí para protestar por las bajas palestinas sufridas a causa de la Intifada.
Además del movimiento “Paz Ahora”, existen una amplia gama de individuos y grupos que luchan por tener injerencia en el proceso pacificador de la región. Cabe mencionar en especial a grupos femeninos tales como “Women and Peace Coalition” (Mujeres y la Coalición de Paz), “Israel’s Women’s Peace Net” (Red de Mujeres Israelíes por la Paz) “Women Go for Peace” (Mujeres por la Paz), entre otros, que se han caracterizado por la intensidad de su trabajo. Asimismo organizaciones académicas como el “International Center for Peace in the Middle East” (El Centro Internacional para la Paz en el Medio Oriente) y “New Outlook” con filiales en los Estados Unidos y Europa se dedican a abrir canales de comunicación a través de simposia, conferencias y publicaciones. De esta manera se ha involucrado a miembros de las comunidades judías y árabes en la diáspora para influir en sus respectivos ámbitos sobre la importancia de elegir el camino del diálogo dejando atrás antagonismos y barreras psicológicas e históricas.
A raíz de la guerra en el Golfo Pérsico y del apoyo que el liderazgo de la OLP y los palestinos de los territorios de Gaza y Cisjordania brindaron a Saddam Hussein, el movimiento pacifista dentro de Israel sufrió una seria crisis. Por un momento, la legitimidad que había logrado obtener por parte de la sociedad israelí fue seriamente dañada y la posición de la derecha fue fortalecida. Dentro del mismo movimiento pacifista surgieron voces que ejemplificaban el sentimiento de frustración y decepción debido al desmoronamiento de ciertas creencias y valores frente a la nueva realidad. Sin embargo, y a pesar de expresiones de resentimiento por parte de individuos abocados a trabajar por la paz, los integrantes del movimiento pacifista israelí están absolutamente comprometidos con una filosofía progresista a pesar de ciertas actitudes y posturas palestinas recalcitrantes. La línea de argumentación en la que se basa la izquierda israelí parte de la premisa de que es necesario alcanzar la paz con los palestinos porque no se tiene otra alternativa y porque las consideraciones de seguridad que aduce el Estado judío no le permiten practicar los principios éticos básicos que tipifican al pueblo judío.
Efectivamente el liderazgo palestino mostró miopía y falta de visión durante la crisis en el Golfo Pérsico. Sin embargo, ésta no constituye una razón suficiente para hacer de lado la búsqueda de relaciones plenas entre árabes y judíos sustentado en un equilibrio de intereses.
A pesar de que el clima político que prevalece en Israel en estos momentos es conducente para que la ideología de derecha cobre fuerza y que aparentemente resulta más sencillo sucumbir ante las opciones del odio y de la violencia, el pacifismo en la zona es la única opción realista para preservar tanto la identidad moral como la existencia física, a largo plazo, del Estado de Israel. La esperanza reside en que las voces pacifistas se multipliquen por todo el Medio Oriente con el objeto de contrarrestar la inercia del fundamentalismo y del radicalismo que hoy más que nunca amenazan a toda la zona.