Tribuna Israelita

Una perspectiva del Holocausto

El antisemitismo es la manifestación paradigmática del antagonismo hacia una minoría. Es un fenómeno acumulativo que se remonta a la época helénica y que se ha alimentado de las hostilidades generadas por las circunstancias propias de cada periodo. Durante siglos los judíos fueron odiados y temidos a la vez; considerados como elemento nocivo para la sociedad, fueron perseguidos y victimados. Con antelación al nazismo los judíos sufrieron conversiones forzadas, expulsiones, confiscaciones y todo tipo de vejaciones. Sin embargo el Holocausto trascendió los límites de la experiencia histórica acumulada y significó la culminación de todas estas manifestaciones. El genocidio metódico perpetrado durante la segunda guerra mundial no tiene parangón en la historia. Para los nazis, la aniquilación del judío -encarnación del mal absoluto, imposible de enmendar- representó el móvil fundamental, la misión sagrada. Para Hitler, particularmente, la guerra era contra los judíos.

El movimiento nacional socialista se desarrolló en el marco de la realidad compleja de una gran nación moderna -la Alemania del siglo XX- en donde la irracionalidad total se combinó con las exigencias de una sociedad industrial. El desorden general provocado por la primera guerra mundial y las dificultades sociales y económicas de los años veintes y treinta, propiciaron que el trasfondo antisemita aflorara con más fuerza. En Alemania el mito del judío había adoptado ya formas extremas y el antisemitismo endémico de los pueblos europeos facilitó su propagación. Alrededor de Hitler se formó un grupo sometido al influjo del Führer y dispuesto a ejecutar su voluntad hasta las últimas consecuencias: la solución final del problema judío.
El antisemitismo obsesivo logró su culminación el 20 de enero de 1942 en una villa en el suburbio de Wannsee, localidad cercana a Berlín, en donde oficiales nazis de alto rango se reunieron para preparar un plan de medidas administrativas, temáticas y materiales y coordinar las vías de acción para implementar la “solución final”, eufemismo utilizado para designar al exterminio total y sistemático de los judíos. Esta decisión emanó de la síntesis formada por el antisemitismo tradicional, la desilusión paranoica que prevaleció en Alemania después de la primera guerra mundial y el surgimiento de Hitler y el movimiento nacional socialista.
La política antijudía pasó por etapas progresivas y la burocracia del exterminio avanzó y adquirió un grado de mayor complejidad. Los años transcurridos desde el Holocausto han ampliado los conocimientos mas no la comprensión de los hechos. ¿Cómo explicar con conceptos lógicos acontecimientos que escapan a la razón?

HISTORIA
El inicio de la destrucción del judaísmo europeo no debe ubicarse en 1939, ni siquiera en 1933 -con el ascenso de Hitler al poder- sino en la segunda década de este siglo. Mucho antes de iniciarse en el quehacer político, Adolf Hitler tenía ya integrado en su pensamiento su percepción particular sobre los judíos. Su primer escrito político lo redactó en septiembre de 1919 al ingresar en el Partido Obrero Alemán. En este documento, descubierto en 1958 en el Archivo Estatal de Baviera, se refiere a los judíos como “raza extranjera que no quiere sacrificar sus características raciales ni renunciar a sus sentimientos o pensamientos, y que tiene los mismos derechos que nosotros en el campo político”. Así mismo establece que la solución al problema judío se daría en dos etapas: a) la exclusión sistemática y legal de éstos y b) su eliminación total.
La primera guerra mundial dio la pauta para la crisis que desembocó en la llegada de Adolf Hitler al poder. Alemania quedó sumergida en una profunda frustración. La álgida situación llevó a muchos alemanes a buscar responsables y el conjunto de tradiciones antisemitas contribuyó a identificar al judío como culpable. La falsa premisa del “judío emboscado” y “beneficiario de la guerra” se convirtió en uno de los elementos centrales de la propaganda antisemita durante los años subsecuentes.
El nueve de noviembre de 1918 el Reich alemán se convirtió en la República de Weimar, condenada a la ruina. Poco después, el 24 de febrero de 1920, Hitler presentó la primera plataforma política de su partido. El cuarto inciso estipula “Sólo podrá ser ciudadano quien sea nativo. Sólo será nativo quien tenga sangre alemana, sin considerar su religión. Por lo tanto ningún judío podrá ser nativo”.
Para 1923 el Partido Nacional Socialista obtuvo 800,000 votos en las elecciones y para 1932 logró el apoyo de cerca de 14 de los 45 millones de ciudadanos que votaron en ésta, la última elección libre de la República de Weimar.
En 1933 el Partido logró la victoria al realizar una coalición con otros partidos de derecha que no comulgaban con la ideología nazi. Hitler fue designado Canciller del Reich -primer ministro- el 30 de enero. Su partido y sus representantes no eran mayoría en el parlamento o en el gobierno. En el seno del partido surgieron múltiples divergencias -de los once ministros, nacionalistas antisemitas no nazis. sólo tres eran nazis- que propiciaron la falta de una política unificada y definida en lo referente a la cuestión judía.
La iniciativa para adoptar las primeras acciones contra los judíos surgió de las filas del partido nazi y no del gobierno. Se intentó canalizar la cólera del pueblo contra los “enemigos del Estado”, especial- mente los judíos. En varias ciudades de Alemania los judíos fueron objeto de ataques económicos que culminaron con un boicot nacional realizado el 1º de abril, primera campaña antijudía a nivel nacional. El boicot sirvió para demostrar la fuerza del partido nazi y fue parte del plan para instituir métodos de terror en todo el país, y partió de los esfuerzos del partido nazi y del gobierno de materializar sus ideas sobre los judíos.
La publicación de leyes antisemitas se precipitó a raíz del boicot de 1933. Ese mismo año se destituyó a los funcionarios, médicos y juristas judíos, en un “intento de purificar a la administración alemana”. Se prohibió la entrada de los “no arios” a las instituciones educativas alemanas y en mayo se realizó la quema de más de 15,000 libros, muchos éstos de autores judíos.
El capítulo de la separación legal del judío en Alemania se inició en septiembre de 1935 con la promulgación de las Leyes de Nuremberg mismas que sirvieron de base para establecer la condición de paria del judío y que codificaron como delito político toda relación entre judíos y arios. De acuerdo con este documento, “la pureza de la sangre alemana es la condición para la continuidad de la existencia alemana”. Por ello se prohibieron los matrimonios entre alemanes y judíos y éstos últimos perdieron su ciudadanía.
1938 fue un año crucial para la historia germana y para el judaísmo europeo en particular. El partido nazi rompió su coalición con los conservadores y todo aquél que no comulgara con sus ideales fue expulsado. Comenzaron a regularizarse las acciones antijudías. Se aumentó el número de ocupaciones a las que el judío no podía dedicarse y sus pasaportes fueron marcados con la letra J. Las difíciles circunstancias se intensificaron a raíz del pogrom realizado el 9-10 de noviembre, mejor conocido como Kristallnacht (Noche de los cristales) en donde, bajo el pretexto del asesinato de un oficial diplomático nazi, activistas y tropas de asalto de Hitler saquearon, incendiaron y destruyeron instituciones judías y sinagogas.
En 1939 con la invasión de Polonia y la anexión de nuevos territorios la población judía bajo dominio del Führer aumentó tres millones. Se impusieron nuevas medidas restrictivas la actitud antisemita continuó agravándose y la expulsión de los judíos de Alemania se transformó en la política dominante. La “cuestión judía” pasó al campo de la jurisdicción de la RSHS, Oficina Superior de Seguridad del Reich y Adolf Eichmann fue puesto a la cabeza del Departamento IV B-4 de Asuntos Judíos y Evacuación. La emigración forzosa se logró a través de la expulsión y la deportación de masas hacia ghettos establecidos en las localidades anexadas. Las medidas impuestas contra los judíos alemanes se hicieron extensivas a los territorios ocupados.
En el curso de 1940 por cuestiones económicas, problemas administrativos y dificultades en el transporte de judíos, se limitaron las posibilidades de emigración y se produjo una escalada en el pensamiento de los encargados de la cuestión judía. El 22 de junio de 1941, tan sólo dos años después de firmar el pacto de no agresión con Stalin, Hitler invadió la URSS. Se inició así formalmente el nefasto capítulo de la solución final. Los judíos fueron enviados a campos de exterminio. Profesionales experimentados en el programa de eutanasia -aplicado en Alemania de 1933 a 1941 para eliminar a los enfermos mentales- fueron llamados para implementar la nueva etapa. Se construyeron crematorios para agilizar la destrucción de los cuerpos exterminados con el gas Zyklón B.
El 20 de enero de 1942, en la CONFERENCIA DE WANNSEE se estableció la forma de operación coordinada. La maquinaria comenzó a funcionar y para 1943 el exterminio alcanzó la cumbre. En un documento de los juicios de Nuremberg aparece el Acta de las Conversaciones realizadas en la Conferencia de Wannsee a la que asistieron 12 oficiales nazis, entre los que se encontraba Adolf Eichmann. Henrich Muller (de la Administración Principal de Seguridad del Reich) y Reinhard Heydrich (Jefe de la Policía de Seguridad y del SD), presidente de la conferencia, designado como Ministro Plenipotenciario para la preparación de la solución final del problema de los judíos en Europa.
En esta reunión Heydrich expuso los intentos anteriores por lograr la emigración judía en el ámbito del Reich, cuyo objetivo era el de limpiar de judíos el espacio vital alemán mediante métodos legales”. Pero, ante las dificultades financieras y administrativas implícitas se decidió que la emigración sería sustituida por otra posible solución provisional, adoptada con el consentimiento del Führer. La evacuación de 11 millones de judíos hacia el Este.
El documento cita “En el cuadro de la solución final del problema los judíos han de ser trasladados con buena escolta al Este y destinados allí al servicio de trabajo. Formando columnas de trabajadores, los judíos aptos, los hombres por un lado y las mujeres por el otro serán conducidos a estos territorios para construir carreteras; por descontado que una gran parte de ellos quedará naturalmente eliminada por su estado de deficiencia física. El resto que subsistirá a fin de cuentas -al que hay que considerar como el elemento más resistente- tendrá que ser tratado en consecuencia. Esta selección natural lleva el germen los elementos de un nuevo resurgimiento judío”.
Existen evidencias de que la aniquilación de los judíos continuó aún hasta los primeros días de abril de 1945. La operación de exterminio estuvo siempre envuelta en un secreto absoluto, por lo que se le dio gran importancia a la destrucción de los vestigios. Al finalizar la masacre de judíos en determinadas zonas, los campos que sirvieron para este fin fueron desmantelados. En la operación participaron muchas personas, pero la información al respecto se filtró muy lentamente y su magnitud total fue conocida mucho después de la rendición de Alemania.

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