ANTISEMITISMO ÁRABE
ANTISEMITISMO ÁRABE

Los fundamentos del antisemitismo árabe se sitúan en el siglo VII e.c. cuando Mahoma -según cuenta el Corán- tuvo un encuentro con Dios y dio origen al Islam. La primera comunidad musulmana se estableció en Medina, sitio en donde existía una considerable población judía. A través del constante contacto, Mahoma recibió influencia del judaísmo; por ejemplo, los árabes rezaban en dirección a Jerusalem, que es la ciudad sagrada para los judíos. Celebraban el ayuno de Yom Kipur y observaban las restricciones dietéticas judías, además de practicar la circuncisión. Mahoma se veía a sí mismo como un Moisés y adoptó la idea monoteista de los judíos. Al considerarse como el más grande profeta pensó que los judíos reconocerían su persona y se convertirían al Islam. Cuando los judíos rechazaron sus ideas decidió luchar contra ellos y nunca los perdonó. Jerusalem fue substituida por la Meca como centro espiritual y en el Corán plasmó su violenta reacción contra el pueblo judío. “La religión, ante Dios, consiste en el Islam. Aquellos a los que se les dio el Libro no han discrepado sino después de que les vino la sabiduría, por iniquidad mutua. Quien no cree en Alá será castigado”. (17/109) “¡Oh, los que creéis! No toméis a los judíos y cristianos como amigos: los unos son amigos de los otros. Quien de entre vosotros los tome por amigos será uno de ellos. Dios no conduce a la gente injusta”. (56/51).

El Corán fue considerado la palabra de Dios y se utilizó como base del antisemitismo árabe ya que el mensaje de Mahoma representaba la culminación de los profetas anteriores. De aquí surgió un sentimiento de superioridad con respecto a las otras religiones. Los musulmanes consideraban que los judíos eran ciudadanos de segunda clase, tolerados o dhimmis a los que se les aplicaron impuestos especiales y restricciones de otro tipo. A pesar de que los judíos eran seres inferiores para los musulmanes tenían la libertad de practicar su culto. Como los judíos no representaban un desafío para la supremacía árabe, no fueron torturados ni expulsados pero exceptuando la época de la España Mora, vivieron denigrados.

Las ideas antisemitas que durante siglos se engendraron en Europa fueron transferibles a los árabes a raíz de las conquistas en la zona y lograron que la actitud negativa hacia los judíos se convirtiera en una intensa hostilidad. Más tarde, el Mundo Musulmán se rebeló ante el colonialismo europeo y se crearon los Estados Arabes. Cuando se fundó el Estado de Israel en 1948, los árabes se negaron a que un país no musulmán, considerado como dhimmi, viviera entre ellos. La conjunción de las ideas cristianas antisemitistas de Europa con el odio al joven país judío y los sentimientos de superioridad árabe dio pie al antisemitismo árabe actual. Algunos líderes árabes colaboraron y mantuvieron estrechos lazos con los nazis. Tal es el caso de Haj Amín el Hussein, Mufti de Jerusalem, quien se alió con Hitler y ayudó a asesinar a muchos judíos en Israel. La simpatía hacia los nazis continuó aún después de terminada la segunda guerra mundial. En 1956, por ejemplo, el periódico “Al Mahar” de Damasco afirmaba: “No debemos olvidar que en contraste con Europa, Hitler ocupó un lugar de honor en el mundo árabe”. Por otra parte, en la década de los cincuentas Gamal A. Nasser reclutó a varios nazis para colaborar con él. Muchos países del Medio Oriente como Siria, Egipto, etc., sirvieron de refugio a líderes nazis que escaparon de Alemania al finalizar la guerra. La desaprobación árabe a la creación del Estado de Israel se ha hecho evidente a través de la difusión de literatura antisemita y de los constantes ataques terroristas a diversos objetivos judíos en todo el mundo. A partir de 1948, cientos de miles de judíos radicados en los países árabes tuvieron que emigrar. Actualmente, las comunidades judías en la mayoría de los Estados Arabes han virtualmente desaparecido y los pocos que quedan son reprimidos, sufren todo tipo de vejaciones y fungen como rehenes políticos.