En la primera mitad del siglo XX, el judaísmo era interpretado desde una variedad de posturas filosóficas entre las que se incluía el positivismo, el misticismo, el intuicionismo y el idealismo racional germano. En el período posterior a la primera guerra mundial comenzó a surgir el existencialismo, una escuela de pensamiento altamente personalizada Franz Rosenzweig, teólogo y filósofo alemán, fue uno de los más destacados exponentes de esta corriente.