Para poder decir nunca más: responsabilidad ética ante el fenómeno del exterminio. David Calderón*
El hombre es demasiado pequeño, demasiado miserable e ínfimo para tratar de comprender las misteriosas vías de Dios. Pero, ¿qué puedo hacer? No soy un sabio, un justo, no soy un santo. Soy una simple creatura de carne y hueso. Sufro el infierno en mi alma y en mi carne. Tengo ojos y veo lo que aquí se hace. ¿Dónde está la misericordia divina? ¿Dónde está Dios?