Herschel Grynszpan, como lo constata su historia, no era el prototipo del hombre audaz e idealista, sino un joven que se negaba a subsistir en un mundo donde el individuo era sacrificado en aras de ideologías o contingencias políticas . Su acto sirvió para desatar a la fiera, pero en perspectiva nos demuestra también que las acciones de los hombres comunes y corrientes sirvieron y han servido para restablecer la cordura y un sentido de moralidad a donde parece que ya han desaparecido en su totalidad.