Tribuna Israelita

Suiza, sus bancos y la Segunda Guerra Mundial: la historia detrás de la historia

 Durante cincuenta años, los sobrevivientes del Holocausto y sus descendientes libraron una solitaria e infructuosa batalla para recuperar los bienes depositados en Suiza durante la Segunda Guerra Mundial. La protección que brindaba la Ley de Secreto Bancario, establecida en 1934, se transformó en el principal obstáculo que tenían que enfrentar quienes pretendían recuperar los fondos confiados a los bancos helvéticos.
Hoy en día, el tema de las cuentas bancarias de las víctimas del Holocausto captura de nueva cuenta la atención internacional. Con el apoyo del senador estadounidense Alfonso D’amato y su Comisión de Asuntos Bancarios, diversas organizaciones judías “desenterraron” los documentos que integraban los archivos Safehaven o “Refugio Seguro”, elaborados por la inteligencia norteamericana con el objeto de identificar y seguir la huella a las fortunas nazis depositadas en países neutrales.

     La supuesta neutralidad suiza ha sido objeto de múltiples especulaciones. En los bancos helvéticos los alemanes depositaron enormes fortunas robadas a sus víctimas; oro que intercambiaron por francos suizos y dólares estadounidenses que sirvieron para comprar maquinaria y armamento, y prolongar la guerra durante un año más.
Al finalizar la guerra, los Aliados se abocaron a recuperar esos bienes, con el propósito de despojar a Alemania de los recursos que le permitieran restaurar su poderío militar y, al mismo tiempo, recolectar fondos para reconstruir Europa.
Meses después, durante la conferencia de Reparaciones celebrada en París en diciembre de 1945, los Aliados establecieron un fondo de $25 millones de dólares para la ayuda y el restablecimiento de los judíos en Europa, con dinero proveniente de las cuentas alemanas localizadas en los estados neutrales. Paralelamente, recomendaron que las cuentas de aquellas víctimas que no tuvieron herederos, se utilizaran para ayudar a los refugiados.
Las autoridades suizas se opusieron a tales recomendaciones argumentando que los Aliados no tenían derecho de intervenir en los países neutrales y que el Banco Nacional Suizo no había adquirido oro confiscado por los nazis en los países ocupados. En la primavera de 1946, después de 10 semanas de negociaciones, el gobierno de Berna y los Aliados firmaron el “Acuerdo de Washington”, mediante el cual Suiza aportó $58 millones de dólares como un “gesto humanitario para contribuir a la pacificación y reconstrucción de Europa”. A la vez, el gobierno helvético se comprometió a liquidar las cuentas alemanas y entregar a los Aliados la mitad de las ganancias. El resto lo utilizaría para compensar a los suizos que habían perdido sus propiedades durante la guerra.
El tema de las cuentas bancarias cuyos propietarios habían muerto durante el Holocausto sin dejar herederos, fue abordado en forma paralela. Los suizos no se comprometieron a abrir sus archivos; ofrecieron, a cambio, “examinar compasivamente” la posibilidad de que dichas cuentas fueran utilizadas para “ayuda y rehabilitación”.
En 1962 el gobierno suizo decretó una ley que obligaba a bancos, abogados y notarios a reportar todas las cuentas que pudiesen pertenecer a víctimas del Holocausto. Se identificaron cerca de 10 millones de francos, de los cuales 80% fueron entregados a los herederos. Los dos millones restantes se distribuyeron entre organizaciones humanitarias.
En 1995 las autoridades suizas solicitaron a las instituciones bancarias que llevarán a cabo un sondeo de las cuentas no reclamadas. En febrero de 1996 la Asociación de Banqueros Suizos anunció la existencia de 774 cuentas procedentes del Holocausto, valuadas en $32 millones de dólares.
La identificación de dichas cuentas abrió la “caja de Pandora” que ha llevado a la comunidad internacional a cuestionar las relaciones entre los suizos y los alemanes.

El Refugio Suizo
     A pesar de que Suecia, Portugal y España se declararon neutrales durante la Segunda Guerra Mundial, Suiza ocupó un lugar central en la política financiera del Tercer Reich.
Durante los años de ocupación, los nazis sistemáticamente expropiaron oro, plata, obras de arte y objetos de valor de distintos países. Con el propósito de proteger sus reservas los bancos europeos adoptaron medidas extremas. Los polacos, por ejemplo, depositaron en Francia en 1938 $64 millones de dólares. Bélgica, por su parte, envió 240 toneladas de oro a Dakar, en África.
Suiza fue considerado refugio seguro para aquellos que intentaban proteger sus bienes de los nazis, por su proximidad geográfica y su reputación bancaria.

Fondos para los Refugiados Judíos
     Meses antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial, diversas organizaciones judías elaboraron un plan para la restitución y la compensación de los judíos europeos. En los años posteriores desarrollaron una serie de argumentos legales y morales para dar sustento a sus peticiones.
En septiembre de 1945, Chaim Weizmann (quien en 1948 sería el primer presidente del Estado de Israel), en nombre de la Agencia Judía envió una carta a las potencias aliadas exigiendo la restitución, indemnización y compensación alemana por los crímenes cometidos contra los judíos. Solicitaba, así mismo, que las cuentas no reclamadas fueran entregadas a la Agencia Judía para ayudar a los refugiados procedentes de Alemania, Austria y los países ocupados por las fuerzas nazis.

Restitución para Europa
     El saqueo de oro perpetrado por los nazis se inició con la anexión de Austria. Para septiembre de 1939, cuando Gran Bretaña declara la guerra, Alemania había expropiado cerca de $100 millones de dólares en oro de los bancos austriacos y checoslovacos. Sumas estratosféricas fueron depositadas en los bancos helvéticos.
Los países ocupados reclamaron más de $620 millones de dólares. Las demandas incluían 102.7 de Austria, 44 de Checoslovaquia, 163 de Holanda, 4.9 de Luxemburgo, 223.2 de Bélgica y 80 de Italia.
Los Aliados asumieron que los fondos alemanes depositados en países neutrales serían utilizados para reconstruir Europa. Tras meses de negociaciones, en octubre de 1947 se estableció la Comisión Tripartita de Oro, que distribuyó $295 millones de dólares entre los reclamantes.

Investigaciones actuales
     Lo que comenzó como una búsqueda de bienes judíos depositados en cuentas inactivas en Suiza, se transformó hasta convertirse en un análisis a profundidad sobre las políticas económicas implementadas durante la Segunda Guerra Mundial.
Actualmente, a 52 años de que finalizara el conflicto armado, diversas comisiones investigan la relación entre los suizos y los nazis. Bajo el liderazgo del exdirector de la Reserva Federal de Estados Unidos, Paul Volcker, se lleva a cabo una auditoría de cuentas judías depositadas durante la guerra. La Comisión Volcker, establecida en mayo de 1996 bajo un acuerdo entre la Asociación de Banqueros Suizos y la Organización Judía Internacional para la Restitución, contrató a siete abogados que tendrán acceso ilimitado para revisar los records bancarios.
Paralelamente, la administración Clinton, a través de Stuart Eizenstat, subsecretario de Comercio y responsable de la restitución de propiedades- y representantes de los ministerios de Estado, Tesoro y Justicia, llevan a cabo una averiguación sobre el cobro y la distribución de los bienes nazis. A la vez, analizan la actividad económica norteamericana durante los años de guerra.
Por su parte, en enero de 1997, un panel de expertos en economía en conjunto con un grupo de historiadores, iniciaron un estudio a conciencia sobre el rol de Suiza como centro financiero durante los años de la guerra y su relación con la Alemania nazi. En el panel participan el historiador israelí Saul Friedlander y Sybil Milton, del Museo del Holocausto de Washington.

BIBLIOGRAFIA

Grumbach, Philippe
Heirless Jewish Assets in Swiss Banks. Balance Sheet for 1996
Justice
, Israel, 1996

Henry, Marilyn
Switzerland, Swiss Banks and the Second World War. The Story Behind the StoryAmerican Jewish Committee, EUA, 1997

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