Tel Aviv, Israel, enviado. Mois Navon, cofundador de la startup Mobileye de seguridad en movilidad autonóma, asegura que el verdadero valor de la tecnología radica en el propósito y la responsabilidad con la cual se emplea.
Desde que desarrolló el chip EyeQ en Mobileye hasta la venta de la compañía a Intel por 15,300 millones de dólares, Navon ha combinado innovación tecnológica con una visión ética que busca “hacer del mundo un lugar mejor”.
“Regulación, legislación y educación deben ir de la mano para construir un futuro donde la tecnología sea sinónimo de progreso humano compartido”, reflexiona.
Para él, sólo una regulación inteligente que premie el uso correcto de la tecnología y sancione sus abusos, podrá garantizar que avancen innovaciones como la conducción autónoma.
La tecnología no debe conformarse con lograr mayor eficiencia, debe contribuir a salvar vidas y fortalecer un contrato social basado en valores compartidos.
Para Navon, cuando ya existe la tecnología, el desafío es ético. La regulación debe “alentar a quien usa bien la tecnología y penalizar a quien no lo hace”. Las máquinas, añade, no tienen maldad. “Los vehículos autónomos salvarán millones de vidas porque no tienen la maldad de los seres humanos.”