1. La situación de los árabes en el Estado judío puede ser considerada como un microcosmos de la compleja dinámica derivada del conflicto entre árabes e israelíes. Por un lado han desarrollado, a lo largo de más de cuatro décadas, una identidad nacional a partir de su inserción en la sociedad hebrea. Por el otro nunca han perdido su sentido de pertenencia al pueblo palestino en particular y al pueblo árabe en general, factor que se ha agudizado en distintos momentos.
2. Al finalizar la primera guerra mundial el Medio Oriente se dividió en zonas de influencia entre las grandes potencias. En 1920 los británicos recibieron de la Liga de las Naciones el Mandato sobre Palestina, territorio que incluía ambas márgenes del río Jordán, desde el Mediterráneo hasta Arabia e Irak, con Líbano y Siria al norte y Egipto al sur. En 1922 Francia recibió de este mismo organismo el Mandato sobre Líbano y Siria .
En 1922 los británicos ceden el 74% del territorio de Palestina al reino de Transjordania y el 26% restante permanece como parte de su mandato con una población tanto judía como árabe. Esta última comienza a forjar una identidad nacional que se verá fortalecida con el pasar de los años, particularmente a raíz de la creación del Estado de Israel y al ser abandonados a su suerte por el resto del Mundo Arabe, mismo que nunca pretendió integrarlos en su seno.
3. Al concluir la guerra de Independencia de Israel en 1948 los árabes palestinos se encontraron dispersos mayoritariamente en Jordania, Egipto, Líbano y el Estado judío. En el caso particular de Israel, en su Declaración de Independencia, se “exhorta a los habitantes árabes a mantener la paz y a participar en la construcción del Estado, sobre la base de plenos derechos civiles y de una representación adecuada en todas sus instituciones provisionales y permanentes”. A diferencia de los palestinos que se convirtieron en ciudadanos israelíes con derechos plenos, quienes se dispersaron por el Mundo Arabe son -aún en la actualidad- considerados refugiados. De este modo, aquellos que permanecieron en la “diáspora” consolidaron un sentimiento nacionalista mientras que los que permanecieron en Israel constataron a lo largo de los años que el sueño panárabe no respondía a sus expectativas nacionales.
4. De 1948 a 1967 las condiciones de vida de los árabes israelíes experimentaron un desarrollo significativo, aunque no al mismo ritmo que el resto de la población. Se crearon nuevas fuentes de empleo e instituciones de estudio, se integraron al sistema socializado de salud y disminuyó así el índice de mortalidad. Sin embargo continuaron las ambivalencias y los resquemores tanto en el sector árabe como el judío. De acuerdo con la legislación israelí se intentó conceder a los ciudadanos árabes igualdad de derechos. No obstante en la práctica no se logró materializar en su totalidad lo estipulado por la ley.
5. A partir de la guerra de los Seis Días en junio de 1967 la situación de los árabes israelíes cambió en forma sustancial. Los árabes palestinos residentes en Gaza y Cisjordania pasaron a vivir bajo el gobierno israelí. Después de este largo período de aislamiento durante el cual parecía legítimo afianzar una identidad propia, diferente a la palestina, se produjo el reencuentro con los “hermanos de la diáspora” Se reforzó en los árabes israelíes una identidad nacional palestina pero a la vez tomaron conciencia de que no podían adaptarse a condiciones de vida que les eran ya ajenas.
Al mismo tiempo, en forma paradójica, se sintieron con mayores prerrogativas para exigir que sus derechos como habitantes del Estado judío fueran respetados. Así en forma simultánea asumen su identidad palestina pero refuerzan su sentido de pertenencia a la sociedad israelí.
En contra posición los habitantes de la Margen Occidental y la Franja de Gaza -recuperadas en 1967- mantuvieron y cultivaron una identidad nacional palestina opuesta y hostil al Estado de Israel.
6. Las tendencias radicales y el fervor nacionalista se vieron apuntaladas por el inicio de la Intifada en diciembre de 1987 cuando los árabes israelíes, inspirados por la revuelta de los palestinos en los territorios, se adhirieron a esta nueva etapa en la lucha por la autodeterminación nacional.
La participación de los árabes israelíes en la Intifada se ha caracterizado por ser indirecta. Sin embargo, el incremento en el fundamentalismo islámico ha sido un elemento central en los aislados actos de violencia perpetrados por los árabes israelíes.
7. Actualmente la población árabe en Israel, que suma alrededor de 800,000, está compuesta por 77% de árabes musulmanes 14% de cristianos y 9% de drusos.
8.- Al asumir un mayor compromiso con la realidad israelí los ciudadanos árabes de dicho estado han buscado influir directamente en su presente y en su futuro a través de su participación en los procesos políticos.
En un principio el partido árabe por antonomasia era el partido comunista israelí al que se adhirieron no tanto por coincidencias ideológicas sino porque era el único que representaba una opción antisionista.
En los últimos años han surgido otros institutos políticos que han pretendido satisfacer el anhelo de un voto árabe unificado: el Partido Arabe Democrático, la Lista Democrática Cristiana, el Frente Democrático por la paz y la Igualdad y -en los comicios pasados- la Lista Progresista por la Paz en la que trabajaron junto con judíos israelíes que propugnan por una mayor convivencia entre todos los sectores de la sociedad.