Hace 75 años, el Ejército Rojo descubrió el campo nazi de confinamiento y exterminio de Auschwitz-Birkenau y liberó a miles de personas, principalmente judías, pero también gitanas, eslavas, de diferentes comunidades, por ejemplo, aquellas por su orientación sexual, opositores al régimen, personas con discapacidades… Cuando ese momento llegó, sin embargo, ya habían muerto millones.
El mensaje del holocausto sigue vigente, nos advierte y nos convoca a no bajar la guardia ante los peligros del odio, del fanatismo, del racismo y de los prejuicios, como se señaló en la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, “Recordación del Holocausto”.
Muestra de los esfuerzos por mantener vivo este mensaje es el Museo Memoria y Tolerancia, que inició hace algunos años con el acompañamiento a sobrevivientes de la Shoá, y con los actos comunitarios de las señoras Sharon Zaga y Mily Cohen, fundadora y vicepresidenta del Museo, para quienes pido un aplauso, al igual que para todo su equipo, por ser junto con miles de personas, guardianas de la memoria de nuestras sociedades.
Con su permiso, saludo también al Sr. Eduardo Jaramillo Navarrete, Director General para la Organización de las Naciones Unidas de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Sra. Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos;
Sra. Mónica Maccise Duhaye, titular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación;
Sr. Zvi Tal, Excelentísimo Embajador de Israel en México;
Sr. Giancarlo Summa, director del Centro de Información de la Organización de las Naciones Unidas en México;
Sra. Eva Lijtszain, presidenta de la Asociación “Yad Vashem” de México;
Sr. Marcos Shabot Zonana, Presidente del Comité Central de la Comunidad Judía en México;
Amigas y amigos:
No hay que olvidar nunca. Cuando se desarrollaron los juicios de Klaus Barbie, El carnicero de Lyon, en Francia, mis padres me expusieron el deber moral y solidario de presenciar dicho juicio. El 2 de junio de 1987, durante el juicio de Klaus Barbie, el Premio Nobel y sobreviviente del holocausto, Elie Wiesel, tomó el estrado y durante su testimonio, afirmó que “el asesino mata dos veces. Primero, al matar, y después, al tratar de borrar los rastros”. El olvido es también un obstáculo para el acceso pleno a la verdad y no debemos permitirlo.
Como lo señaló nuestra Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, en su mensaje a 75 años de Auschwitz, “porque es nuestra responsabilidad colectiva, porque debemos luchar contra la amnesia, porque cuando los genocidios se suscitan, nos concierne a toda la humanidad”, por lo que la UNESCO busca preservar las lecciones del Holocausto mediante diferentes programas de educación, cultura y comunicación.
Desde 1979, Auschwitz-Birkenau forma parte de la Lista de Patrimonio Mundial y del Patrimonio Histórico y Mundial del Nunca Más. Además, el programa de Memoria del Mundo incluye, entre otros acervos, los archivos de los juicios de Auschwitz en Frankfurt y el Diario de Ana Frank.
En México, presentamos hace un par de días la película El contable de Auschwitz, en conjunto con el Centro de Información de las Naciones Unidas en México y la Defensoría Municipal de los Derechos Humanos en Metepec, en el Estado de México. A esta institución le compartimos la exposición Algunos eran vecinos, en la que colaboraron también el Museo Memorial del Holocausto, en Estados Unidos, y el Programa de Divulgación sobre El Holocausto de las Naciones Unidas.
A 75 años del Holocausto, la UNESCO reitera su compromiso de fomentar la diversidad en todas sus formas, de trabajar contra cualquier tipo de odio, de discriminación y de violencia, como lo ha hecho desde 1949, cuando la Conferencia General adoptó tres resoluciones en respuesta a la noción de “raza”, término que en 1964 sería desmantelado tras una reunión en Moscú a cargo de 22 científicos, quienes aprobaron por unanimidad un documento que advirtió que el racismo no tiene ningún sustento científico. La raza, como la guerra, nació en la mente de las personas.
Para 1978, el combate al racismo se consolidó mediante la Declaración sobre la Raza y los Prejuicios Raciales de la UNESCO, que en su artículo primero señala nuestra pertenencia a una misma especie y el derecho a la diferencia, sin que éste sirva “de pretexto a los prejuicios raciales”.
Los esfuerzos no son menores, pero tampoco son suficientes. La encuesta de la Liga Antidifamación en 2014 registró que más de mil millones de personas en el mundo albergan actitudes antisemitas.
De acuerdo a datos del Ministerio del Interior francés y a un estudio de la Universidad de Tel Aviv, se registró un aumento en los reportes de violencia antisemita por arriba del 70% en Francia y Alemania, entre 2017 y 2018.
Muchas expresiones y prácticas de odio y violencia se han refinado y son cada vez más sutiles, como aquellas que cuestionan al multilateralismo y a la diplomacia bajo el argumento de un nacionalismo exacerbado que alimenta ideas de discriminación, exclusión, desplazamiento y segregación, como aquellas que impulsaron el Holocausto, así como aquellas que niegan el valor del pluralismo cultural y de la diversidad.
Es más crucial que nunca fomentar y difundir valores, actitudes y comportamientos que propicien el diálogo y el acercamiento entre culturas para consolidar una cultura por la no violencia.
Hoy, aquí, en el Museo Memoria y Tolerancia, en la Ciudad de México, un espacio erigido para la promoción de los derechos humanos y para crear conciencia a través de la memoria, reafirmamos el postulado fundador de la UNESCO:
“… puesto que las guerras nacen en la mente de las personas, es en la mente de las personas donde deben erigirse los baluartes de la paz”.
En este día de conmemoración, invitamos a todos los actores de la educación, de la cultura, de la ciencia y de la comunicación e información, a refrendar su participación activa, ética y responsable en el combate contra todo tipo de odio, de discriminación y de violencia, y a celebrar la diversidad cultural como garantía para el diálogo y una paz duradera para cada uno de los pueblos, para todas y todos, para la humanidad.
Muchas gracias.