Buenas tardes, saludo con gusto a nuestros distinguidos invitados, al Embajador Zvi Itzhak Tal de Israel, al Embajador Peter Tempel de Alemania; y al Embajador de Polonia, Maciej Tadeusz Zietara. Al Subsecretario de Relaciones Exteriores Julián Ventura Valero. A los representantes de la comunidad judía y a los alumnos de las escuelas judías. Sean todos muy bienvenidos al Senado de la República. Saludo también a mis compañeras Senadoras y compañeros Senadores, y a todos quienes nos acompañan en este importante acto anual de memoria, de reconocimiento, solidaridad y reflexión.
Este evento, que se ha venido realizando sistemáticamente en la Cámara de Senadores todos los meses de enero desde el año 2011, tiene para mí un significado muy particular.
Como algunos de ustedes sabrán, he sido Senador en varias oportunidades: Durante la vigésima primera Legislatura, el 9 de septiembre de 2010, el Pleno aprobó por unanimidad un Acuerdo que presenté ante la Junta de Comisión Política, para que cada 27 de enero, a partir del año 2011, se realizara en el Senado de la República una ceremonia de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto y en recuerdo de Don Gilberto Bosques Saldívar.
México puede sentirse muy lejos de Europa, de la Guerra y de los horrores del Holocausto, pero la realidad es que nunca hemos estado tan alejados. Al inicio del siglo XX, cuando el antisemitismo le ganó terreno a la empatía y la intolerancia tomó las calles de muchas ciudades europeas, comenzó la inmigración judía a México. Valientes aventureras y desesperados soñadores por igual, dejaron en Europa a sus familias por un tiempo que se extendió a la eternidad. Nunca pudieron volver y a muchos seres queridos nunca los volvieron a ver porque perdieron la vida en el Holocausto.
Están también quienes escaparon de una Europa en llamas por la valiente obra de diplomáticos como Don Gilberto Bosques, quien fue responsable del rescate de miles de refugiados, incluyendo a judíos franceses y a republicanos españoles. Don Gilberto Bosques permitió que miles esquivaran la muerte, asumiendo riesgos a su persona y para su familia que hoy aquí reconocemos por su coraje, su entereza y la humanidad que representan.
Cuando aquellos migrantes se establecen en México, cuando forman sus familias y arraigan sus cariños aquí, el Holocausto necesariamente pasa de ser su tragedia, su dolor y su recuerdo, a nuestra tragedia, nuestro dolor y nuestro recuerdo.
Por ende, hacer justicia histórica mediante la memoria, también pasó a ser responsabilidad nuestra. Escucharlos en este sitio, implica un reconocimiento institucional y gubernamental, implica transformar lo personal en lo político: el Holocausto es parte de la historia de la humanidad y esa, es una historia compartida.
Hoy reafirmo la importancia de que estemos reunidos en el Senado
– Este es un espacio de pluralidad, que reúne a las fuerzas políticas interlocutoras de los 135 millones de mexicanas y mexicanos que habitan nuestro país,
– asimismo, en el Senado se trabaja y se dialoga con los representantes del Poder Ejecutivo y el Judicial
– y simultáneamente, tenemos el honor de ser supervisores de la política exterior, lo cual implica continuar expandiendo nuestros lazos al mundo y recibiendo al mundo en nuestra casa.
Todos, sin importar partido o ideología, repudiamos el autoritarismo, la xenofobia, el antisemitismo, la homofobia, el odio y la indiferencia que permitieron las atrocidades cometidas en Europa el siglo pasado. Todos, alzamos una voz inquebrantable por la defensa y la salvaguarda de los derechos humanos.
Por eso recordamos.
Un día como hoy, 27 de enero pero de 1945, se llevó a cabo la liberación del campo de concentración de Auschwitz, en Polonia, tras ser sitio de la tortura y asesinato de más de un millón de personas.
Ese día, se acabó un mundo y comenzó otro.
Ese día, la inocencia que permitía la ignorancia, fue obliterada después de que de aquellas rejas, emanaran los ensordecedores relatos de sufrimiento y esperanza. La duda sobre el por qué y cómo fue contestada por los campos, los trenes, las oficinas, la papelería y los uniformes; parte de la verdad tuvo que emerger en silencio, ante la desaparición de tantas víctimas. Hannah Arendt, filósofa alemana que obtuvo salvoconducto gracias a Gilberto Bosques, nos otorgó la reflexión más atinada al respecto, al referirse a toda la estructura burocrática que permitió aquella masacre como la “banalidad del mal”.
El mundo cambió, porque al tiempo que quedó expuesta esa banalidad y la capacidad humana para ejercer crueldad y sistematizar la violencia, también quedó claro que existe en nosotros una fortaleza imbatible que puede sanar, reparar, y volver a empezar. Alemania y Polonia son pruebas de esa resiliencia, mientras que Israel es evidencia de la promesa que traen consigo los nuevos comienzos.
Lo que no se nombra, no existe, y las palabras de quienes fueron testigos de estos horrores, deben de ser escuchadas las veces que sean necesarias, en los espacios donde pueda manifestarse su urgencia. La urgencia de un sobreviviente hace 75 años es la misma que la de sus descendientes, y la de todas las personas que han sido tocadas por este infierno: que esto, nunca se repita.
Justamente por eso, es que deben ser los lugares de injerencia y de poder, los recintos institucionales y gubernamentales, los que se presten a conmemorar días como éste. Si queremos comprometernos a hacer justicia, tenemos que hacer más que solamente memoria y darle utilidad a ese recuerdo, a ese dolor, a esa valentía.
Es aquí donde podemos y queremos hacerlo. Me enorgullece decir que una coincidencia absoluta para los 128 integrantes de este Legislativo, es la convicción inquebrantable de que todos tenemos la responsabilidad diaria de defender los derechos humanos, la paz y sobre todo, de continuar siendo una institución solidaria que representa de manera honrosa al pueblo de México.
En esta décima ceremonia con motivo del Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto y en recuerdo de Don Gilberto Bosques Saldívar, les refrendo el compromiso de todos nosotros, de no dar un paso atrás.
Les agradezco su atención y su presencia.