Tribuna Israelita

Minorías musulmanas en el Medio Oriente: Los Baha´is

El bahaísmo surgió a mediados del siglo pasado y proviene del shiismo musulmán. En un principio se le dio el nombre de babismo pues su fundador, Mirza Ali Mohammad, originario de Shiraz, Persia, había tomado el título de Bab-ud-Bin, que en árabe significa “Puerta de la Fe”. Hacia 1844 el Bab se proclamó el heraldo o Imam que, según las sagradas escrituras del Islam, había de venir a anunciar y a preparar la llegada de un profeta mayor, quien abriría una nueva era de paz y justicia.

En los primeros días de su misión, el Bab fue recibido con entusiasmo por los musulmanes, quienes veían en él al mesías o Imam cuya llegada esperaban por aquel tiempo ya que purificaría la vida religiosa y social del Islam. Sin embargo, cuando el Bab rechazó el mahometanismo ortodoxo y reveló un nuevo libro sagrado que había de sustituir al Corán, además de afirmar que habrían de abrogarse sus leyes, las autoridades islámicas lo persiguieron por hereje. Dieciocho de sus discípulos proclamaron el advenimiento de “Aquel que Dios manifestará” y fueron martirizados. El Bab fue fusilado en la plaza pública de Tabriz, Irán el 9 de julio de 1850, por orden del Gran Visir de Sha.
La secta subsistió hasta 1863, cuando Mirza Husayn Ali, un discípulo del Bab, anuncio que él mismo era el Imam del que había hablado su maestro. Tomó el nombre de Bah’u’llah que significa “Gloria de Dios” y escribió tres obras: Palabras Ocultas, Siete Valles y el Libro de Iquan, que se convirtieron en sagradas escrituras del bahaísmo, nuevo nombre de la secta. Baha’u’llah se trasladó a Acre, Israel, en donde vivió 24 años con su pequeño grupo de seguidores en una colonia penitenciaria. Durante los siguientes 30 años publicaría un centenar de volúmenes en los que propagó su mensaje. Así mismo, dirigió cartas o “tabletas” a los gobernantes de todo el mundo, instándoles a desarrollar un sistema internacional de derecho y gobierno y a mostrar mayor interés por los oprimidos. Baha’u’allah murió en 1892 y los sucedió su hijo primogénito Abbas Effendi, quien tomó el título de Abdul Baha, “El Servidor del Baha”.
El “Intérprete y Ejemplo” como se le conoció también, estableció su centro en el puerto de Haifa en Israel y poco después emprendió un viaje misional por Egipto, Europa y América del Norte, el cual duró tres años. Regresó a Israel poco antes de la primera guerra mundial. Inglaterra le concedió título nobiliario por los servicios que prestó a la causa aliada en 1920. Murió en 1921 y fue enterrado en el Monte Carmel, en la bóveda que contiene los restos de su padre. Su nieto, Shoghi Effendi, fue nombrado su sucesor legítimo.
El bahaismo, tal como fue definido en un escrito sometido por su “Protector” a las Naciones Unidas en 1947, cree en la unidad de Dios y reconoce la unidad de sus profetas. Sostiene que la revelación divina es un proceso continuo y progresivo y enseña la unidad e integridad de la raza humana. Proclama la inevitabilidad de la unificación de todos los hombres, pero afirma que solamente el espíritu de Dios, obrando a través del mensajero que ha elegido, puede lograrla.
El primer deber de sus fieles es la búsqueda incesante de la verdad, por lo tanto, el bahaismo condena los prejuicios y las supersticiones, afirmando además, su armonía esencial con la ciencia. El bahaísmo sostiene también la igualdad de derechos de ambos sexos, la educación obligatoria, rechaza el ascetismo, la mendicidad religiosa y el voto de castidad a la vez que prescribe la monogamia y desaconseja el divorcio.
Así mismo, el bahaísmo exalta a categoría de culto toda obra realizada en espíritu de servicio, ordena obedecer siempre a las autoridades legales y aboga por la creación o elección de un lenguaje internacional. Rechaza el sacerdocio y el ritual y afirma que, en esencia, las grandes religiones están básicamente de acuerdo y que en realidad son facetas de un verdad única.
Las obras del Bab y sus sucesores son conocidas como las Escrituras de la Fe. El bahaísmo tiene fieles en todas partes del mundo, especialmente en Asia, Africa y Sudamérica. Sus bienes son cuantiosos y sus publicaciones son editadas en 48 idiomas. Entre sus templos más importantes se cuentan, uno en Ishabad (el Turquestán ruso) y el otro en Wilmette, Michigan. Las comunidades Bahai están unidas por las Asambleas Espirituales Nacionales y por el “Protector”, de tal manera que forman una Comunidad Internacional Bahai que ha sido reconocida por la ONU. Su centro administrativo, un hermoso lugar de afamados jardines y templos, se encuentra en Haifa, Israel.

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