Tribuna Israelita

Los judíos del Caribe

Durante los siglos XVI, XVII y XVIII judíos hispano-portugueses, provenientes de España y Portugal que huían de la Inquisición lograron asentarse en el Caribe. Los cristianos nuevos o conversos – aquellos judíos que habían sido convertidos al cristianismo por la fuerza – vieron en el continente americano la promesa de una nueva vida, lejos de la atmósfera que se empeñaba en castigar hasta el signo más leve de su observancia religiosa.
El primer grupo de judíos hispano-portugueses que llegó al Nuevo Mundo se asentó en Brasil, que bajo ocupación holandesa ofrecía a los inmigrantes plena igualdad de derechos ciudadanos. En sus nuevos hogares, los judíos establecieron comunidades florecientes y forjaron buenas relaciones con la población local.

Todo esto llegó a su fin con la reocupación portuguesa de Brasil en 1654. El nuevo gobernador de Recife, Francisco Berreto de Menezes, obligó a los judíos a marcharse en un lapso de tres meses. Los exiliados se asentaron en Ámsterdam, las Guayanas y el Caribe.

Guyana Francesa
El 12 de septiembre de 1659 la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales le concedió a un grupo de judíos provenientes de Brasil el derecho para formar una colonia judía en Cayena (hoy Guyana Francesa) la cual fue establecida en la ciudad de Remire. Bajo el principio de “Libertades y exenciones”, se les otorgaba libertad de conciencia y el derecho a construir una sinagoga y abrir una escuela.      La vida judía en Remire se vio interrumpida en 1663 a raíz de la invasión francesa de la isla. En 1667, los ingleses atacaron Cayena, ocuparon Remire y evacuaron a los judíos a Surinam y Barbados. Actualmente, cerca de 80 judíos viven en Guyana Francesa.

Guyana
Alrededor de 1657, judíos llegados de Brasil, Ámsterdam, Hamburgo, Livorno y Marruecos fundaron un asentamiento en la entonces colonia holandesa de Essequibo, a orillas del río Pomeroon, hoy República de Guyana. Ahí se dedicaron a la producción de azúcar refinada y vainilla de alta calidad. Nueve años después, un ataque inglés destruyó la colonia y los judíos fueron dispersados por la región, en su mayoría a la isla holandesa de Curazao.

Surinam
La comunidad judía de Surinam, concentrada en Paramaribo, es una de las más antiguas del continente americano. Los primeros inmigrantes llegaron entre los años 1635 y 1639. Con el tiempo, judíos provenientes de Cayena se unieron a quienes ya habitaban la zona y formaron así una comunidad a orillas del río Surinam, mejor conocida como la “Sabana Judía”. En 1665, los ingleses emitieron la “Concesión de Privilegios por parte del Gobernador, el Concejo y la Asamblea de Surinam”, documento excepcional en la historia de los judíos en territorio británico, a través del cual se otorgaba a “las personas de la Nación Hebrea” la nacionalidad inglesa, libertad religiosa, permiso para la observancia del Shabat (día de descanso judío), así como para establecer sinagogas, escuelas, cementerios y un tribunal de justicia propio, lo que facilitó el florecimiento de la colonia judía.
En 1667 Surinam fue conquistada por Holanda. A pesar de que los súbditos británicos tenían libertad para marcharse, los holandeses se opusieron a la evacuación de la población judía y les otorgó privilegios especiales como libertad en asuntos eclesiásticos, entre otro.
Casi treinta años después, en 1694, en Surinam había 570 judíos. Para el siglo XVII llegaron a ser 2,000, pero con el tiempo prefirieron mudarse a la capital, Paramaribo, abandonando la “Sabana”. Hoy en día, dos sinagogas que datan del siglo XVIII, restauradas por el gobierno, dan servicio a la población judía que no supera los 300.

Martinica, Guadalupe y Haití
Los primeros refugiados judíos arribaron a los puertos de Martinica y Guadalupe en 1654 y fueron recibidos con los brazos abiertos por los gobernadores franceses. Sin embargo, en 1685, el rey Luis XIV, influenciado por los jesuitas, emitió el famoso “Código Negro”, que ordenaba la expulsión de los judíos de las islas francesas del Caribe, razón por la cual la mayoría de los judíos de Martinica se vieron forzados a emigrar hacia la isla holandesa de Curazao. En el Haití francés se quedaron únicamente 25 que por estar dispersos, no lograron establecer instituciones centrales para afianzar la comunidad.

Barbados y Nevis
En 1750, en la isla inglesa de Barbados, habitaba un grupo de 500 judíos que introdujeron métodos especiales y modernos para la refinación de azúcar. Años después la limitación de sus derechos los obligó a abandonar gradualmente la isla y se ubicaron principalmente en Nevis, en Newport, Rhode Island (Estados Unidos) y en Inglaterra.
La sinagoga “Nidjei Israel”, fundada en 1654 y abandonada en 1928, cuando quedaba tan solo un judío en la isla, fue restablecida en 1987 por judíos provenientes de Europa Oriental y de Norteamérica que llegaron a la isla después de la Segunda Guerra Mundial. A la vez, el cementerio, que contiene algunas de las lápidas judías más antiguas del continente, fue restaurado y da servicio a la comunidad constituida por 40 personas.
En 1671, cuando en Nevis fue instituida una administración independiente del gobierno de Barbados, los judíos .encontraron grandes oportunidades y libertad para practicar su religión. Sin embargo, las guerras coloniales provocaron su salida y, para los inicios del siglo XIX, ya no había población judía en la isla.

Curazao
En 1651 un importante número de los judíos desplazados de las diferentes islas del Caribe, optó por refugiarse en Curazao y fundar el “Barrio Judío”. Los nuevos pobladores recibieron derechos para ejercer libremente su religión, ser protegidos y construir una sinagoga; sin embargo eran tratados como extranjeros y no se les permitía salir por las noches.
A pesar de las limitaciones, en 1674 fundaron una academia rabínica, lo que les permitió suministrar guías espirituales a las comunidades del área. Curazao se convirtió en el centro de la vida judía en la región, denominada “la Madre de las comunidades caribeñas”.
La población judía continuó aumentando con el arribo de nuevos inmigrantes de Ámsterdam, España y Portugal, entre otros. Hacia 1729 la población de origen judío excedía las 2,000 personas, alrededor de la mitad del total de la población blanca de la isla.
Al paso de los años, la importancia comunitaria de Curazao fue disminuyendo y con ella su población judía. Hoy en día en la isla viven aproximadamente 300 judíos y en la vecina Aruba, alrededor de 100.

St. Eustatius
La privilegiada ubicación geográfica motivó que en 1722 judíos provenientes de Ámsterdam, Curazao, Surinam y del Norte de África se asentarse en esta pequeña isla. Para 1781 se estimaba que sumaban 400 personas, de un total de 800 ciudadanos libres.
St. Eustatius se convirtió en un centro comercial entre Europa y América del Norte y del Sur, así como entre las diferentes regiones del continente americano. En 1737 fue fundada la comunidad “Jonen Dalim” y se construyó una sinagoga alrededor de la cual se centró la vida judía.
Cuando los revolucionarios norteamericanos que se habían revelado contra Inglaterra comenzaron a abastecerse de armas y municiones en la isla, ésta empezó a derrumbarse. En 1781 el almirante británico Rodney la atacó y la capturó; los varones judíos fueron arrestados y exiliados a otras islas, sus propiedades fueron confiscadas. Las mujeres y los niños permanecieron en la isla en completa miseria y los expulsados encontraron refugio en las Islas Vírgenes, posesión danesa y en Belice.
En la actualidad St. Eustatius es denominada “Pompeya del Caribe”, con unos pocos centenares de habitantes que viven entre ruinas de depósitos, casas y una sinagoga, que es todo lo que queda de ese asentamiento.

Islas Vírgenes: St. Thomas y St. Croix
El 11 de marzo de 1671 cuando los daneses tomaron posesión de St. Thomas, un grupo de judíos se estableció en la isla, donde los calvinistas y luteranos gozaban del libre ejercicio de su religión. Tanto católicos como judíos eran tolerados y tenían permiso de efectuar sus servicios religiosos en forma privada. La comunidad estableció un cementerio en 1750 y una sinagoga en 1796. Paralelamente, familias judías provenientes de Portugal se asentaron en la isla de St. Croix, propiedad de los daneses y fundaron una sinagoga.
Tras el despojo que sufrieron en St. Eustatius, refugiados judíos se unieron a la comunidad de las Islas Vírgenes -donde a partir de 1814 recibieron igualdad de derechos ciudadanos- para establecer la Congregación “Berajá veShalom ve Guemilut Jasadim”. Se estima que para 1837, la comunidad de St. Thomas se conformaba de 400 personas, mientras que en St. Croix era de 372 judíos.
St. Thomas reemplazó a St. Eustatius como centro comercial de las Américas. Sin embargo, en 1867, un tremendo terremoto y un huracán ocasionaron la muerte de muchas personas y destruyeron gran parte de la isla. Algunos judíos partieron hacia el estado de Florida, en Estados Unidos, pero la gran mayoría emigró hacia Panamá.
Actualmente la congregación de St. Thomas está conformada por aproximadamente 400 judíos, en su mayoría estadounidenses que llegaron después de que su país adquiriera la isla en 1917.

Jamaica
De 1494 a 1655 Jamaica fue una colonia española, a la que arribaban constantemente conversos provenientes de la Península Ibérica, particularmente de Portugal. En 1656 a raíz de la ocupación británica, los judíos tuvieron libertad para practicar su religión y obtener ciudadanía. A éstos se les unieron judíos que llegaron de Ámsterdam, Burdeos y Bayona y se instalaron en la entonces capital de la isla, Port Royal, siendo objeto de una serie de restricciones que les impedían desempeñar funciones públicas y ejercer el derecho a voto, así como obligados a pagar impuestos especiales.
El 7 de junio de 1792, un terremoto seguido por una enorme ola marina arrasó a Port Royal casi por completo, incluyendo la sinagoga “Nevé Tzedek”. Los judíos que sobrevivieron esta tragedia se mudaron hacia la nueva capital, Santiago de la Vega, ciudad cercana a Kingston, que gradualmente se convirtió en el centro de la vida judía.
En 1831 los judíos obtuvieron una total igualdad de derechos lo que les permitió comenzar a desempeñar un papel más activo en el desarrollo económico, político y social del país. Para 1881 la comunidad se conformaba por 2,535 personas y para 1957 había 2,000 habitantes judíos.
Con el transcurso del tiempo, los judíos emigraron a Inglaterra, Panamá y Estados Unidos y, actualmente permanecen en Jamaica menos de 300.

El asentamiento de los judíos caribeños en América Latina.
Los diferentes asentamientos judíos en la cuenca del Caribe mantuvieron estrechas relaciones con las colonias españolas tanto en las islas así como en el resto del continente. A partir del siglo XIX, cuando las colonias se fueron liberando de España, los judíos se toparon con la oportunidad de expandir su actividad comercial a una escala mayor, participando activamente en las nuevas naciones recién independizadas.
En un principio, en zonas que todavía se encontraban bajo el control español, los judíos se asentaron en calidad de ciudadanos extranjeros, generalmente oriundos de Curazao con nacionalidad holandesa. Con la independencia de las naciones, se fueron integrando a las sociedades de diversos países latinoamericanos, principalmente Venezuela, Colombia, República Dominicana y Panamá, y en menor grado Costa Rica y El Salvador.
Eventualmente las comunidades hispano-portuguesas del Caribe y América Latina empezaron a decaer y para mediados de la década de los noventa, prácticamente habían desaparecido.

Conclusiones
En la actualidad, las comunidades hispano-portuguesas activas en el Caribe se encuentran básicamente en Curazao, Jamaica, Surinam y Panamá. En un principio, la mayoría de sus integrantes retornaron al judaísmo después de vivir como cristianos nuevos durante tres, cuatro o más generaciones, lapso durante el cual carecieron de líderes religiosos, escuelas, sinagogas y comunidades organizadas. Sólo podían practicar en silencio un judaísmo acotado y, más adelante dependieron de rabinos importados de Europa que conducían a sus comunidades según las leyes del judaísmo ortodoxo estricto.      Actualmente, la vida comunitaria en las congregaciones judías caribeñas decae cada vez más. Todas sufren los estragos causados por los matrimonios exogámicos, la emigración y la carencia de vida religiosa o comunitaria.
Por otro lado, quienes “sobreviven” en ellas, poseen un fuerte deseo de permanecer judíos sin dejar a un lado el orgullo de pertenecer a la “nación hispano-portuguesa” del Caribe y de ser herederos de su rica historia, sus tradiciones y el espíritu de promotores pioneros de América.
Lo anterior ha impulsado a algunos dirigentes comunitarios de esa región a buscar la creación de un Congreso Judío Caribeño en cuyo seno se puedan consultar y deliberar temas que les son comunes, especialmente la preservación de sus comunidades.

Bibliografía

Arbell, Mordechai. “La Cómoda Desaparición: Lecciones de la Experiencia Judía en el Caribe”. Institute of the World Jewish Congress. Israel, 2001.

Fecha de impresión: Febrero, 2005

Tags Relacionados: