A pesar de que la presencia judía en Inglaterra data desde tiempos romanos, el asentamiento judío formal y organizado inició después de que Guillermo el Conquistador arribara a Inglaterra en 1066 e invitara a comerciantes y artesanos judíos del norte de Francia a mudarse al país británico. Los primeros judíos en llegar provenían principalmente de Alemania, Francia, Italia y España, escapando del antisemitismo y en busca de nuevas oportunidades. Establecieron sus centros de vida en Londres, York, Bristol, Canterbury y otras ciudades.
Esta pequeña colectividad llevó a cabo importantes oficios para la Corona, como prestamistas, colectores de impuestos y asesores financieros. Actividades que los cristianos no estaban dispuestos a realizar o que por razones religiosas estaban imposibilitados para llevar a cabo. A pesar de ello, estos judíos se enfrentaron a constantes ataques por parte de una sociedad impregnada de prejuicios antisemitas.
En 1189 cuando el rey Enrique II, quien protegió en gran medida a los judíos de la época, murió y Ricardo I fue coronado como su sucesor, las libertades de los judíos empezaron a verse amenazadas. Varias de sus actividades fueron gravadas con elevados impuestos. A su vez, ante la naciente clase media inglesa, así como la entrada de banqueros extranjeros en los asuntos financieros del país, el apoyo a los comerciantes judíos se fue debilitando.
A partir de 1190 los judíos fueron objeto de cruentas persecuciones y masacres en distintas ciudades, la más notable ocurrió en la ciudad de York, en donde cientos de judíos fueron asesinados, sus casas incendiadas y algunos fueron bautizados a la fuerza.
Finalmente, el asentamiento judío medieval terminó con la expulsión de los judíos decretada por Eduardo I en 1290, tras la cual solamente se quedaron aquellos que se convirtieron al cristianismo y otros más que continuaron observando el judaísmo en secreto. Este fue el inicio de 350 años del exilio judío de la Gran Bretaña.
Años más tarde, tras la expulsión de los judíos de España en 1492, una pequeña comunidad de judíos marranos – aquellos que seguían el judaísmo en secreto – se asentó en Londres. Sin embargo, los orígenes de la comunidad judía actual de Inglaterra se remontan a 1655, cuando Menasseh Ben Israel, rabino de Ámsterdam, se mudó a Londres en septiembre y el 31 de octubre entregó al Consejo del Estado un pliego petitorio de siete puntos en el que solicitaba el retorno de los judíos al país. Meses más tarde, Oliver Cromwell, conocido como “Lord Protector”, influenciado por Menasseh, garantizó el derecho de los judíos a practicar libremente su religión y permitió la entrada de nuevos inmigrantes provenientes principalmente de España, Portugal y Holanda. En 1664, Carlos II emitió un escrito con el cual se les prometía protección por parte de la Corona.
Imitando a los comerciantes judíos sefaradíes, hacia finales del siglo XVII una comunidad Ashkenazi – de judíos provenientes de los ghetos de Alemania y Europa central – fue establecida concentrándose principalmente en los puertos del norte de Inglaterra, al sur de Escocia y al sur de Gales.
La emancipación judía
En 1753 fue emitido el proyecto de la Ley de Naturalización Judía, con la cual se les otorgaba a los no nacidos en territorio inglés, la posibilidad de contar con los mismos privilegios que los judíos nacidos en Inglaterra. Sin embargo, esta ley fue rescindida debido a protestas antisemitas.
En 1829, los judíos empezaron a luchar para obtener una equidad oficial. Durante los siguientes años, comenzaron a conquistar la igualdad social, logrando derribar varias barreras que permitieron importantes cambios en su vida.
Paulatinamente los judíos lograron obtener más puestos en distintos ámbitos de la vida británica. En 1858, el Baron Lionel de Rotchild fue el primer judío admitido en la Cámara de los Comunes y desde entonces el Parlamento inglés ha contado con al menos un miembro judío. En 1874, el judío Benjamín Disraeli se convirtió en Primer Ministro.
Para 1882, 46 mil judíos residían ya en Inglaterra y, en 1890, la emancipación judía era una realidad en todos los ámbitos de la vida inglesa.
La nueva ola de inmigrantes
La afluencia de refugiados de Rusia y de diferentes países del este de Europa entre 1881 y 1914 causó que la comunidad judía inglesa aumentara a cerca de 350 mil integrantes. Esta emigración en masa transformó radicalmente la situación económica y social del judaísmo inglés. Los nuevos habitantes se acomodaron en zonas baratas, lo más cerca posible de las instalaciones comunitarias. Estas colonias se sobrepoblaron rápidamente. En contraste, las familias que ya vivían en Inglaterra con anterioridad, y que habían logrado obtener una buena situación financiera, se mudaron a zonas nuevas, sin mucha población, lejos de las zonas industrializadas.
Lo anterior propició la creación de dos sociedades. La primera, que hablaba Yiddish – la lengua de los judíos del este de Europa –, asalariados y que vivían en barrios pobres. La segunda, anglo parlante, con buena situación económica y establecida en los suburbios.
A finales del siglo XIX un sentimiento antisemita empezó a propagarse, causando que en 1905 con un Acto del Parlamento se restringiera la inmigración judía, por primera vez en la historia moderna del país.
Instituciones educativas, religiosas y políticas.
En 1657 fue inaugurada la primera sinagoga. A partir de ese momento, fueron construidas otras instituciones comunitarias, las cuales daban forma a la comunidad que empezaba a prosperar. Alrededor de 1760 se fundó lo que posteriormente sería el organismo representativo oficialmente reconocido como la Junta Directiva de los Judíos Ingleses, que a pesar de no haber sido muy activa antes de 1900, ganó presencia gracias a los esfuerzos filantrópicos de su presidente Sir. Moisés Montefiore.
Para el siglo XIX, la buena organización en la comunidad fue la característica más relevante de los ingleses. Para entonces, ya contaban con instituciones bien establecidas y con una efectiva red de beneficencia. Paralelamente comenzaron a fundar escuelas judías en Londres y en las principales provincias inglesas. En ellas, los niños tenían la posibilidad de recibir una educación secular, lejos de la influencia cristiana del sistema educativo inglés. La primera escuela judía abrió sus puertas en Londres en 1817, y se mudó a Bell Lane, Spitalfields en 1821. Posteriormente se instalaron las escuelas de Birmingham y Liverpool en 1840 y la de Manchester en 1842. Asimismo, se crearon las Juntas Judías de Guardianes establecidas en Londres en 1859 y en Manchester en 1867, la cuales fueron el modelo para otros centros judíos más pequeños.
En la época de los grandes éxodos, la cantidad de alumnos en estas instituciones educativas se incrementó notablemente. En 1893, Bell Lane ya contaba con 3,600 alumnos, de los cuales, más de la mitad eran hijos de inmigrantes ya nacidos en Inglaterra. Las instituciones educativas sirvieron para identificar a los nuevos inmigrantes con el país.
Preocupados por sus miembros más necesitados, para 1870, la comunidad judía había creado una importante red de beneficencia. Esta red enfocó sus esfuerzos en lograr que los inmigrantes tuvieran una independencia económica que los integrara a la sociedad y cultura inglesas lo más rápido posible.
En el ámbito cultural, floreció una rica cultura en idish. En 1867, numerosos diarios en ese idioma circulaban entre los barrios judíos y una buena parte de la literatura de la época fue traducida. Por su parte, en 1880 el teatro en idish abrió sus puertas.
Con el tiempo, el hebreo moderno empezó a ganar terreno, lo que debilitó al idish, al tiempo que el inglés se convirtió en el idioma de las nuevas generaciones.
En lo político, existieron varias diferencias entre los nuevos inmigrantes judíos y los ya establecidos judíos ingleses. Los judíos anglo parlantes de clase media apoyaban principalmente al Partido Liberal, el cual estaba a favor de la emancipación judía. Por su parte, los nuevos inmigrantes apoyaban ideas socialistas. Incluso, crearon importantes sindicatos de trabajadores para defender sus derechos laborales. A finales del siglo XIX nuevos emigrantes judíos llegaron a Gran Bretaña con ideas sionistas o afiliados a movimientos sionistas del este de Europa, lo que propició la creación del primer movimiento sionista llamado Hovevei Zion en 1887 y la Federación Inglesa Sionista fue consolidada en 1899.
El 2 de noviembre de 1917, el inglés Lord Arthur James Balfour, entonces ministro de Asuntos Exteriores, emitió una declaración en la cual se reconocía de manera oficial las aspiraciones de los judíos a tener un territorio propio. El gobierno británico expresaba en este escrito que “veía favorablemente el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina”. A su vez, Gran Bretaña se comprometía a poner “todo su empeño para facilitar la consecución de este objetivo”.
Una comunidad judía unificada
Alrededor de 50 mil judíos sirvieron en el ejército británico como voluntarios o de acuerdo a la ley de servicio militar obligatorio de 1916. No obstante, la xenofobia creada a raíz de la Primera Guerra Mundial, terminó con la emigración judía hacia Inglaterra y causó cierto antisemitismo británico.
A partir de 1933 con la nueva ola de inmigrantes originada por la persecución nazi, alrededor de 90 mil judíos llegaron desde Alemania, Austria, Checoslovaquia, Polonia, Italia y otros países. Por su parte, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, principalmente desde 1956, también un número pequeño de refugiados judíos provenientes de Irán, países árabes y el este de Europa se asentaron en Inglaterra.
Inglaterra moderna
Actualmente la comunidad judía de la Gran Bretaña está conformada por alrededor de 350 mil personas que participaban activamente en la vida pública del país.
La comunidad judía se ha dividido en distintas congregaciones. El grupo más numerosos es el de la Sinagoga Unida que cuenta con más de 35 mil familias. Del lado más conservador está la Unión de Congregaciones Ortodoxas Hebreas, fundada en 1926, y la Federación de Sinagogas, fundada en 1887 por inmigrantes rusos y polacos. Por su parte, dentro de las instituciones liberales se cuenta con Las Sinagogas Reformistas de Gran Bretaña (1840) y la Unión de Sinagogas Liberales y Progresistas (1902).
El Consejo Directivo de los Judíos Británicos, que está integrada por más de 500 miembros que representan las distintas sinagogas de Londres, así como de las demás provincias, es el máximo órgano del judaísmo inglés y es tomado en cuenta por el gobierno del país.
Hoy, la ciudad de Londres alberga a aproximadamente a dos terceras partes de la comunidad judía de Inglaterra. Las principales comunidades de la ciudad se encuentran en St. Johns Word, Hampstead, Golders Green y Hendon. Cuenta con importantes centros de estudio, instituciones religiosas y sociales.
Mientras Hampstead es el hogar de los artistas, escritores y actores judíos, Golders Green es el corazón del judaísmo londinense ya que en ella se ubican las principales instituciones educativas y religiosas, además de tiendas, librerías y restaurantes.
En Inglaterra los judíos gozan de representación en las más altas oficinas del Estado, en la vida parlamentaria y municipal, en los servicios armados y civiles, en magistraturas y universidades, y en todos los ramos de la industria y profesiones.
Bibliografía
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Katz, David S. The Jews in the History of England, 1485-1850. Oxford University Press. UK, 1997.
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