Por Yaacov Astor
En el día de Tishá Beav, el 23 de julio de 1942, el gueto de Varsovia fue evacuado; la primera carga de judíos llegó a su destino final: las cámaras de gas en Treblinka.
Curiosamente, un año antes, el 31 de julio de 1941, también en Tishá Beav, según el calendario hebreo, Hermann Göring firmó un documento que pondría en marcha la “solución final al problema judío”, o sea, su exterminio. Los nazis mataron judíos desde el principio, pero nunca de una manera verdaderamente sistemática, a la vez que económica.
Treblinka, uno de los seis campos de exterminio, fue un fenómeno completamente nuevo, una fábrica de la muerte, cuyo único propósito fue el asesinato en masa de personas, en su mayoría judíos, de forma rápida y al menor costo. A pesar de su gran extensión, este campo empleaba para su funcionamiento tan solo 20 elementos de las SS y 80 guardias ucranianos. En los escasos 14 meses de actividad más de 800 mil judíos fueron gaseados hasta su muerte. Treblinka fue el destino final para la mayoría de los judíos de Varsovia.
Tishá Beav, un día de duelo
La primera tragedia nacional que tuvo lugar el 9 de Av fue el decreto que prohibió a la generación que salió de Egipto con Moisés entrar a la Tierra Prometida. Ellos entraron en pánico al pensar que tendrían que enfrentarse a los reinos poderosos que ocupaban la tierra de Canaan y aceptaron las recomendaciones de los doce espías de no entrar a esa tierra. Su miedo los hizo olvidar todos los milagros que culminaron con su salida de Egipto y, por consiguiente, perdieron su fe.
Unos ocho siglos después el primer Bet Hamikdash, el gran Templo que el rey Salomón construyó en Jerusalem, fue destruido por los babilonios, dando lugar al primer exilio; esto sucedió también el 9 de Av.
Posteriormente, en esa misma fecha 490 años después, los romanos destruyeron el segundo Bet Hamikdash.
Así fueron sucediendo distintas tragedias a lo largo de la historia del pueblo judío, una tras otra, en el día 9 del mes de Av.
Todas las tragedias que azotaron al pueblo judío están basadas en la tragedia original. La Shoá es una extensión de la destrucción del Templo de Jerusalem. De hecho, cuando Menajem Begin le preguntó a un rabino qué día debería designar el gobierno israelí como el día para recordar la Shoá, el rabino respondió: “No se necesita un día especial, puesto que ya tenemos Tishá Beav.
¿De qué manera está relacionada la destrucción del Templo de Jerusalem con la Shoá y todas las tragedias nacionales?
El Templo representaba las verdades espirituales de la Torá: justicia, igualdad y respeto por la vida. El Templo fungía como una fuente vibrante e indispensable de moralidad para el mundo entero. La destrucción del Templo ocasionó una ruptura en la humanidad, la pérdida de una dirección y claridad moral.
Eso es por lo que el judío se lamenta en Tishá Beav. Es por eso que debemos comprometernos, con nuestras acciones, a la construcción del Templo sagrado y a los ideales que representaba.
Este artículo fue escrito por el mérito de mi padre, Chaim Benyamin Ben Yaacov Reuven Z’L. Bendita sea su memoria.
Fuente:
Aish.com
Agosto 2005