El 31 de marzo de 1492 el rey Fernando de Aragón y la reina Isabel de Castilla firmaron el fatídico Edicto de Expulsión de los Judíos de España por medio del cual ordenaban que todos los judíos, sin excepción, debían salir del reino y de todas las tierras bajo su dominio a más tardar para el 31 de julio. Cualquier judío que permaneciera después del día designado debía optar por el bautismo o la muerte. Esta trágica decisión tomó por sorpresa a la comunidad sefaradita cuya historia se remontaba quince siglos atrás. Miles abandonaron sus hogares llevando consigo la llave de su morada y la truncada esperanza de volver. A pesar del paso del tiempo el dolor no ha amainado y los descendientes de los exiliados evocan sus vínculos con España con ambivalencia y a la vez con sentimientos de profunda nostalgia.
Durante su estadía en suelo ibérico los judíos crearon una cultura única que ha pervivido a pesar de las vicisitudes. Hoy en día su poesía se publica en antologías en hebreo y se recita en las sinagogas en forma de oraciones. Su filosofía y mística forman parte de las corrientes del judaísmo moderno. Sus líderes espirituales son considerados hombres del renacimiento que lograron asimilar las influencias intelectuales de su entorno sin perder su identidad.
A nivel internacional 1992, 500 años después, ofreció la posibilidad de ponderar el significado y las implicaciones de las expediciones de Colón y del complejo encuentro entre dos culturas y dos mundos. Sin embargo esta fecha sucitó una cadena de sentimientos y reacciones encontrados. En América Latina, particularmente, se cuestionó si se debe festejar la síntesis cultural resultante de la conquista o afligirse por el genocidio que conllevó la conquista. Para los judíos el “año de España” también trajo consigo ambivalencias: por un lado se honró el rico legado cultural de la vida judía en España y por el otro lado se recordó su abrupto fin en 1492.
A todas luces ese aniversario fue un espacio idóneo para reflexionar qué sucede, por un lado, cuando se pretende imponer al seno de una sociedad la cosmovisión de una cultura dominante eliminando así todas las demás opciones de expresión igualmente legítimas. Así mismo ofreció un resquicio para convalidar el influjo determinante de diversidad de corrientes en la conformación de la cultura y el crisol resultante del contacto enriquecedor entre los pueblos. Tal vez este afortunado hito en el tiempo constituyó, a fin de cuentas, la coyuntura ansiada para desechar recriminaciones y rescatar los elementos positivos de este episodio dramático y al mismo tiempo singular dentro de la convivencia humana.
CRONOLOGÍA
Siglo I e.c. -Los primeros pobladores judíos se establecen en la Península Ibérica, bajo dominio romano.
613. -La Iglesia católica como autoridad superior promulga un edicto forzando a los judíos a bautizarse o emigrar.
711. -Los musulmanes toman el poder. Durante tres siglos los judíos que permanecieron en el país practican en secreto su religión. Viven posteriormente bajo un Islam tolerante que permite el florecimiento de la cultura y la educación hebreas, destacándose por su participación en las artes, filosofía y ciencias. Sus aportes enriquecieron a la civilización islámica dando brillo a los siglos X y XI. Siglos XII y XIII. -Bajo dominio cristiano a los judíos se les permite permanecer en la región.
1391. -A lo largo de todo el territorio, fanáticos católicos llevan a cabo masacres que representan el principio del fin de la comunidad judía.
1481. -La Inquisición comienza a investigar a los judíos conversos bajo la sospecha de que continúan practicando su religión. Cientos de herejes son quemados en la hoguera.
1492. -Los musulmanes salen de Granada. Se firma el Edicto de Expulsión. Muchos miles de judíos salen de los reinos españoles y se establecen en Europa, -incluyendo la cuenca mediterránea- y en el norte de África, en donde fueron acogidos por las comunidades judías preexistentes.
1868. -La constitución de la República española adopta el principio de libertad religiosa. Algunos judíos se establecen en la región.
1933-1936. -Refugiados judíos huyen de la Alemania nazi a España.
1939. -Como resultado de la victoria del general Francisco Franco y sus nacionalistas durante la guerra civil, muchos judíos deciden emigrar.
Durante la segunda guerra mundial, una España neutral ofrece una ruta de escape para cientos de judíos que huyen de los campos de muerte. Algunos son deportados a la Europa ocupada por Hitler.
1968. El 13 de diciembre de 1968, al inaugurarse la sinagoga de Madrid, el gobierno español publica un decreto mediante el cual anula el Edicto de Expulsión dictado por los reyes católicos 476 años atrás. El decreto no fue confirmado en el Boletín Oficial del Estado.
1986. -Se establecen relaciones diplomáticas entre Madrid y Jerusalem.
1992. -El 31 de marzo, en el aniversario de su promulgación, el rey Juan Carlos deroga el Edicto de Expulsión de los Judíos de España.
EL GRAN DEBATE
A más 500 años de la expulsión especialistas de todo el mundo en cultura sefaradi empezaron a cuestionarse ciertos axiomas relacionados con esta época. ¿Qué tan dorada fue la Era de oro en España? ¿Qué tan extensa fue la expulsión? ¿Cuántos judíos salieron? ¿A qué grado los conversos o marranos mantuvieron su fe a pesar de la Inquisición?
¿La Era Dorada?
Tanto bajo dominio musulmán como cristiano el Judaísmo experimentó un florecimiento inusitado. Los judíos destacaron en distintos campos como la medicina, agricultura, comercio, educación, poesía, matemáticas y astronomía. En el siglo X se inició la Edad de Oro para las comunidades judíos de Lucena, Granada, Córdoba, Sevilla, Zaragoza, Barcelona; Toledo y Tudela. Pero a pesar de que los judíos de España alcanzaron las más altas posiciones administrativas y financieras, nunca tuvieron injerencia en la esfera política debido, a que los prejuicios antijudíos se mantuvieron vigentes. Cuando, por ejemplo, a mediados del siglo XIII se difundió un libelo de sangre en Zaragoza que afirmaba que los judíos consumían sangre cristiana con fines rituales, las persecuciones estuvieron a la orden del día. La íntima relación entre judíos y musulmanes durante la llamada edad dorada -siglos X al XV- ha sido objeto de intensos debates. Dos hombres personifican esta supuesta simbiosis: Hasdai Ibn Shaprut, médico de la corte y ministro del exterior durante el Califato de Córdoba y Shmuel Hanagid, gobernador de Granada en el siglo XI y jefe de sus ejércitos durante 16 años. Por una parte investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalem, como es el caso del Prof. Haim Beinart, aseguran que la edad dorada nunca existió. ¿Por qué no se recuerda también que Joseph, el hijo de Hanagid, murió asesinado en una masacre musulmana en 1066 junto con otros 6,00 judíos? se pregunta Beinart. Oviamente -agrega- existieron destacados hombres de letras, pero eso no significa que fuese una edad dorada en la esfera política. Bajo Stalin también hubo grandes escritores y no por ello se le considera una era de oro.
Por su parte científicos del Centro Elyacharpara de Estudios de la Herencia Sefaradí de la Universidad Ben Gurión en Israel argumentan que no se puede analizar la Edad Media con una visión del siglo XX. El Prof. Maurice Roumani, director de dicha institución, afirma que, para su época, la España musulmana era la sociedad mas progresista con los judíos. En nuestros días -concluye- no existe país alguno en el que un judío dirija un ejército no Judío, como fue el caso de Hanagid en la España del siglo XI.
Los Marranos ¿Fieles a Quién?
De todas las afiliaciones emocionales con España ninguna fue tan intensa como la de los criptojudíos. La historia de estos judíos conversos por la fuerza que continuaron encendiendo las tradicionales velas de shabat sin saber por qué, ha sido considerada como una de las manifestaciones más características de la lucha de una minoría por mantener su fe. Los judíos que optaron por el bautismo fueron llamados neocristianos. Pero aquéllos criptojudíos que continuaron practicando su fe en secreto recibieron el epíteto de marranos. Ciertos historiadores afirman que el término deriva del hebreo “mar anus” que significa amargado. Otros, como es el caso del Prof. Angel Alcala del New York Brooklyn College, aseguran que la palabra proviene del español marrar que significa arruinar, en este caso arruinar a la fe cristiana por las prácticas judías y que sólo se aplicaba a los judaizantes y no a todos los conversos.
Las conversiones forzadas se remontan a la reconquista o conquista cristiana de la España musulmana que comenzó en el siglo XI. En un principio la vida judía continuó floreciendo bajo la monarquía católica; más aún, algunos historiadores llaman a este periodo la edad de oro. Sin embargo en 1391 comenzaron las persecuciones masivas; las hordas fanáticas destruyeron los barrios judíos y comunidades enteras fueron aniquiladas. El clero y la nobleza llegaron a la conclusión de que la guerra contra el infiel en el exterior debía ser completada con la destrucción del enemigo interno, el judío. Miles murieron y muchos otros buscaron la salvación en la conversión al cristianismo. Las conversiones -algunas de estas voluntarias- continuaron durante cien años, culminando en una apostasía de judíos buscando evitar la expulsión en 1492.
Durante siglos, particularmente en la Edad Media, las comunidades judías habían preferido el martirologio al bautismo. Pero en los años posteriores a las persecuciones de 1391, decenas de miles de judíos españoles se convirtieron, no para salvar sus vidas, sino para facilitar su existencia y finalmente para prevenir su expulsión. Después de 1492 muchos miles más regresaron a España y aceptaron la conversión como el precio que tenían que pagar para ser reintegrados.
La mayoría de los historiadores judíos aseveran que los conversos estaban estrechamente vinculados a su fe ancestral. Lo cierto es que mientras que si hubo quienes en secreto riguroso observaron su judaísmo también hubo conversos que demostraron tal celo por la religión católica que se convirtieron en los más ensañados delatores de los nuevos cristianos llegando incluso a desafiar a sus correligionarios para que se presentaran a discutir el tema públicamente.
¿Fue la Expulsión un Evento Extraordinario?
Cuando Fernando, heredero al reino de Aragón, e Isabel, heredera de Castilla contrajeron matrimonio en 1469 los judíos se alegraron pues creían que los monarcas unirían al país y terminarían con la anarquía. Los reyes católicos tenían un objetivo prioritario: conformar la primera nación unida de la historia moderna, amalgamando a andaluces, castellanos, aragoneses, etc. Con la caída de Granada, última fortaleza musulmana en noviembre de 1491, lograron la unificación. El proceso terminó cuatro meses después con la expulsión de los judíos, considerados un elemento extranjero, a pesar de los siglos de convivencia e integración.
De acuerdo con el edicto el objetivo de la expulsión era el de terminar con la influencia que ejercían los judíos sobre los conversos y acelerar su asimilación al nuevo reino. Para fines del siglo XV la presencia de los conversos se había convertido en un tema delicado ya que a diferencia de los judíos, los conversos no enfrentaban ninguna restricción y muchos de ellos alcazaron altos niveles sociales. Conforme aumentaba su poder crecía el resentimiento de los llamados viejos cristianos quienes sospechaban de la autenticidad de los conversos.
Muchos conversos huyeron de la Península Ibérica y se establecieron en Amsterdam y el Nuevo Mundo donde abiertamente retornaron a su judaísmo. Los que permanecieron en la región sufrieron un terrible destino. La Inquisición, creada en 1480 no contra los judíos practicantes sino contra los conversos que continuaban practicando su judaísmo, fue implacable. Ningún hereje podía escapar del fuego purificador del Santo Oficio. Sin embargo junto a los argumentos de carácter religioso surgieron otros de cariz político y económico. Las propiedades de los condenados eran confiscadas en honor de la corona y la Inquisición, que reemplazó a la justicia, sirvió como arma para imponer a todas las comunidades de la región la ideología de los testamentos eclesiásticos.
Bajo el mandato del gran inquisidor, Tomás de Torquemada, fueron procesadas, ejecutadas y castigadas 114,401 personas, entre judíos, conversos y herejes. Los procesos siguieron hasta su abolición oficial en 1834.
La expulsión de España marcó una huella indeleble en la vida judía. Fue considerada como la mayor tragedia nacional de toda su historia posterior a la caída de Jerusalem en 70 e.c. Los exiliados con su enorme caudal de logros en diversos campos de la creatividad humana, después de seis siglos de intensa labor espiritual, se vieron forzados a diseminarse por todos los confines y enfrentar nuevamente la incertidumbre en su vida y tradiciones.
¿Cuántos Judíos Emigraron?
El número de judíos practicantes que abandonó España en 1492 es uno de los aspectos más controvertidos entre los historiadores. El Prof. Beinart establece que fueron más de 200,000 individuos los que salieron de la Península Ibérica mientras que Miguel Angel Motis, profesor de la Universidad de Zaragoza afirma que sólo 100,000 judíos practicantes vivían en España en 1492 y que la mitad de éstos aceptaron el bautizo y permanecieron en el país.
Algunos historiadores españoles afirman que la expulsión fue una cuestión periférica que involucró sólo a un pequeño número de judíos provenientes de comunidades que habían perdido influencia. Por su parte los judíos sostienen que la expulsión fue un evento central en la historia del mundo medieval, que llevó a la decadencia económica y cultural de España como potencia, por lo que se vio inmersa en una era de oscurantismo. A la vez el exilio representó la primera crisis de identidad judía en la época moderna.
BIBLIOGRAFÍA
Aurora Israel, No 1673, 1992
Elnecavé, Nissim Los Hijos des Ibero-Franconia Ediciones La Luz, Argentina, 1981
Haleví, Klein Yossi The Great Debate The Jerusalem Report, Volumen II, No. 14, Israel, 1992
Spak, Uzi Homenaje a la Judería de España Nueva Sión 1986