En lo que fue descrito como un “ataque terrorista combinado”, el pasado miércoles 23 de noviembre, explotaron dos artefactos en la ciudad de Jerusalem, dejando un saldo de un adolescente muerto y una veintena de heridos.
La primera ocurrió en una estación de autobuses cerca de la entrada de la ciudad alrededor de las 7:00 am, hiriendo a 12 personas, incluido el joven de 15 años que falleció más tarde debido a sus heridas y otras tres personas que se encuentran en estado grave.
El segundo artefacto explotó media hora después en el cruce de Ramot, provocando heridas y síntomas de estrés en siete personas que se encontraban cerca del lugar.
Al momento ningún grupo se ha adjudicado la responsabilidad de los incidentes pero un portavoz de la policía indicó que los artefactos explosivos fueron colocados en ambos lugares y que se realiza una búsqueda de los responsables.
Asimismo, señaló que se trató de dispositivos “muy poderosos, detonados de forma remota”, por lo que se cree que fueron colocados y perpetrados por “una célula bien organizada que conocía las zonas”.
Por su parte y tras evaluar la situación junto con los funcionarios de seguridad, el Primer Ministro saliente de Israel, Yair Lapid, informó que el incidente fue “diferente a lo visto en los últimos años” y aseguró que las fuerzas de seguridad realizan lo necesario para encontrar a los responsables.
Por último, advirtió que “pueden correr, pueden esconderse, pero los alcanzaremos, y castigaremos con todo el peso de la ley” (sic).
Estos ataques representan la primera vez en años que los terroristas utilizan bombas en un atentado mortal contra israelíes.
En los últimos meses, Israel ha sido testigo de una ola de ataques terroristas compuestos principalmente por apuñalamientos y embestidas de automóviles, incluso en un ataque en la semana pasada que consistió en ambos y mató a tres personas.
Los atentados con bombas en autobuses y lugares públicos fueron un sello distintivo de la Segunda Intifada entre los años 2000 y 2005, pero en su mayoría disminuyeron en los últimos años, lo que se había atribuido al aumento de las medidas de seguridad, incluida la barrera de seguridad de Cisjordania y una mejor estrategia y servicios de inteligencia.