Original: The top 7 lies about Israel & IDF Operations in Gaza
En una era de desinformación como arma de guerra, pocos ejércitos han sido tan falsamente acusados como las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). La guerra de Israel contra Hamás ha sido distorsionada por activistas, medios de comunicación e incluso algunas instituciones internacionales.
Es hora de enfrentar la verdad. Estas son las siete mentiras más difundidas —y la realidad que buscan ocultar:
- Mentira: Israel está cometiendo genocidio en Gaza.
El genocidio es el crimen más grave según el derecho internacional, definido por la Convención de 1948 como actos cometidos con la “intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. Requiere una intención específica —no simplemente que mueran civiles en una guerra, sino que se busque su exterminio como parte de un plan más amplio. Esa intención —conocida en términos legales como dolus specialis— establece un estándar jurídico excepcionalmente elevado que distingue el genocidio incluso de las acciones militares más destructivas
Los actos que podrían constituir genocidio incluyen matar miembros del grupo; causarles daño físico o mental grave; imponer condiciones de vida destinadas a destruir al grupo; impedir nacimientos; y transferir por la fuerza a niños a otro grupo, siempre y cuando se cometan con la intención específica de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.
Ninguna de las acciones de Israel cumple con este requisito. Israel enfrenta a Hamás, una entidad terrorista armada que inició la guerra con atrocidades masivas el 7 de octubre. Las FDI emiten advertencias de evacuación, facilitan ayuda humanitaria y restringen sus operaciones a objetivos legítimos. No existe política, orden ni patrón israelí que indique un intento de destruir al pueblo palestino.
Incluso la Corte Internacional de Justicia (CIJ), aunque aceptó tramitar una denuncia de genocidio con motivaciones políticas, no ha dictaminado que Israel esté cometiendo genocidio —ni lo ha hecho ningún otro organismo internacional respetable. La conducta de Israel es lo opuesto al genocidio: es una guerra defensiva en cumplimiento del derecho internacional.
- Mentira: Israel ataca deliberadamente a civiles en Gaza.
Según el derecho humanitario internacional, la presencia de víctimas civiles —por trágica que sea— no constituye un crimen de guerra a menos que los civiles sean el objetivo directo e intencionado.
Las FDI son uno de los pocos ejércitos en la historia que sistemáticamente excede sus obligaciones legales para proteger a los civiles. Sus métodos incluyen:
- Advertencias anticipadas mediante folletos, mensajes de texto SMS, llamadas telefónicas, entrega de mapas militares a civiles e incluso municiones de advertencia “de golpe de techo” antes de los ataques.
- Corredores humanitarios de evacuación.
- Vigilancia aérea constante para abortar ataques si se detecta la presencia de civiles cercanos a los objetivos.
- Uso de municiones guiadas de precisión para minimizar los radios de explosión.
- Tácticas de “llamada a salir” para identificar combatientes de Hamás entre multitudes con reconocimiento facial.
- Cancelación frecuente de ataques planeados cuando la presencia civil es alta, incluso a costa de oportunidades operativas y objetivos militares legítimos.
Como se ha documentado en múltiples casos durante el conflicto actual, las FDI han dejado de atacar a altos mandos de Hamás por detectar la presencia de mujeres y/o niños cerca. Ningún otro ejército en el mundo detiene el fuego con la frecuencia que lo hace Israel ante un enemigo que se infiltra entre la población civil.
- Mentira: La proporción de civiles frente a combatientes muertos en Gaza prueba que Israel comete crímenes de guerra.
Afirmar que el número de muertes civiles demuestra por sí solo la comisión de crímenes de guerra es una grave distorsión del derecho humanitario internacional. La legalidad de un ataque no se evalúa por el resultado, sino por la información disponible al momento del ataque. El criterio es la proporcionalidad: si el daño esperado a civiles era excesivo en relación con la ventaja militar anticipada.
Los crímenes de guerra no se evalúan por conteos de cadáveres a posteriori, sino por la intención, el conocimiento disponible en tiempo real y si se tomaron precauciones razonables para minimizar el daño.
Además, las cifras citadas por los medios son poco fiables. El llamado “Ministerio de Salud de Gaza”, controlado por Hamás, tiene un historial de inflar y manipular datos. Investigaciones independientes, han demostrado que sus recuentos incluyen combatientes como civiles, muertes duplicadas y nombres no verificables. Incluso se han reportado muertes causadas por cohetes fallidos de Hamás.
Aunque se pudiera determinar con precisión la proporción de civiles a combatientes (algo imposible en una guerra urbana dinámica), dicha cifra seguiría careciendo de valor legal y moral. Los combatientes de Hamás deliberadamente no llevan uniformes ni insignias y operan desde zonas civiles. Usan hospitales, escuelas y ambulancias con fines militares. También reclutan menores. Por tanto, no es correcto asumir que todas las mujeres o menores de 18 son civiles.
Según investigaciones, incluso comparando Gaza con batallas urbanas como la de Mosul (2016–2017), la proporción de bajas civiles en Gaza sería comparable o menor. Pero este enfoque basado en estadísticas carece de fundamento legal. Lo que importa es si se tomaron precauciones y si el objetivo era militar.
Para ilustrar lo absurdo del argumento: en la Guerra de Corea (1950–1953), murieron cerca de 2 millones de civiles —más de 54 mil por mes. Juzgar esa guerra solo por las cifras, sin contexto, sería insensato. Sin embargo, eso es lo que muchos hacen con Israel.
Este no es, ni puede ser el criterio para juzgar una guerra. Si las cifras de bajas fueran el único parámetro de legalidad, ninguna democracia podría defenderse de un enemigo que se oculta entre civiles. Eso no es justicia es rendición por distorsión legal.
- Mentira: Israel está matando de hambre a la población de Gaza.
La acusación de que Israel usa el hambre como arma queda desmentida por los hechos. Desde el 7 de octubre, según el COGAT -organismo del gobierno israelí que coordina las operaciones humanitarias, casi cien mil camiones han ingresado a Gaza con 1.75 millones de toneladas de ayuda, incluyendo suministros, medicamentos y alimentos, en un volumen que, en algunos períodos, ha superado los niveles de preguerra. Además, también ha facilitado el suministro de agua y combustible, e incluso ha permitido la construcción de numerosos hospitales de campaña.
La verdadera causa del sufrimiento humanitario en Gaza es Hamás, que sistemáticamente roba y utiliza como arma la ayuda, ataca los puntos fronterizos y utiliza a los civiles como escudos humanos.
El compromiso de Israel de facilitar la ayuda humanitaria, incluso mientras combate, no tiene precedentes.
- Mentira: Israel ataca indiscriminadamente hospitales y escuelas.
El derecho internacional protege hospitales, escuelas y sitios religiosos, pero esa protección se pierde si se usan con fines militares, como almacenamiento de armas, albergue de combatientes y/o centros de comando y operaciones.
Repetida y sistemáticamente, Hamás ha convertido hospitales en Gaza en complejos militares y bases de operaciones terroristas, incurriendo en graves violaciones del derecho internacional humanitario.
En el Hospital Al-Shifa, las FDI encontraron un centro de mando de Hamás y una red de túneles. En el Hospital Nasser de Khan Younis al igual que en el Hospital Indonesio, el Rantisi y otros hallaron armas, centros operativos y habitaciones para rehenes
Escuelas de la UNRWA han sido usadas para lanzar cohetes y almacenar armas. En todos los casos, las FDI buscaron verificar la inteligencia, emitir advertencias y minimizar el daño a civiles y personal médico.
La indignación no debería dirigirse contra Israel por atacar amenazas militares legítimas, sino contra Hamás, por destruir sistemáticamente la distinción entre el espacio civil y el militar.
- Mentira: Israel ocupa ilegalmente Gaza.
Afirmar que Israel ocupa Gaza es un error de hechos. En 2005, Israel se retiró unilateralmente de la Franja de Gaza, evacuando a todos sus ciudadanos y militares y desmantelando todos sus centros poblacionales. Hamás controla de facto Gaza, ejerciendo autoridad tanto política como militar.
Si bien en coordinación con Egiprto y bajo supervisión internacional, Israel mantiene un control fronterizo legítimo desde antes del 7 de octubre y un cordón de seguridad alrededor de Gaza a partir del 7 de octubre para evitar el contrabando de armas y materiales que podrían utilizarse para actividades terroristas u operaciones militares, esta medida constituye un ejercicio legítimo de su derecho a la legítima defensa, no un acto de ocupación.
Las acusaciones de ocupación a menudo pasan por alto el hecho de que Hamás, reconocida como organización terrorista por muchos países, gobierna Gaza y es responsable del bienestar de sus residentes. Las operaciones militares de Israel en Gaza son respuestas a las constantes amenazas a la seguridad, incluidos los ataques con cohetes y las infiltraciones en túneles, y se llevan a cabo con el objetivo de neutralizar estas amenazas y minimizar los daños a la población civil.
En resumen, llamar a Israel potencia ocupante en Gaza es incoherente con la realidad y con las definiciones legales del derecho internacional.
- Mentira: Israel viola los derechos de prisioneros de Hamás según las Convenciones de Ginebra.
La Tercera Convención de Ginebra define los prisioneros de guerra como combatientes que cumplen cuatro condiciones: pertenecer a una fuerza armada reconocida, portar armas abiertamente, utilizar signos distintivos visibles y actuar conforme a las leyes de la guerra.
Los terroristas de Hamás no cumplen ninguna de dichas condiciones. Se esconden entre civiles, no usan uniformes y cometen crímenes de guerra atacando a civiles israelíes, escudándose tras civiles palestinos e integrando sus operaciones de combate en hospitales, escuelas, mezquitas y zonas residenciales.
A pesar de que los combatientes de Hamás no tienen derecho a la protección de los prisioneros de guerra en virtud del Tercer Convenio de Ginebra, sí están protegidos por el Artículo 3 Común, que Israel cumple al tratar humanamente a los detenidos.
Aunque sus combatientes no tienen derecho a protección como prisioneros de guerra, Israel sigue aplicando el Artículo Común 3, que exige trato humano.
Hamás, en cambio, viola flagrantemente el derecho humanitario, manteniendo tanto civiles como soldados israelíes cautivos en condiciones brutales.
Conclusión:
Israel no solo lucha contra un régimen terrorista que usa civiles como escudos humanos; también libra una guerra contra la mentira. Desde falsas acusaciones de genocidio, hasta estadísticas de víctimas manipuladas y el cínico abuso del derecho humanitario. Casi todas las acusaciones contra Israel y las FDI distorsionan la realidad y el derecho, ignoran la ley y contradicen la moral.
Gaza representa un campo de batalla único: urbano, denso y deliberadamente convertido en escudo humano por Hamás. Aun así, Israel ha actuado con una moderación, precisión y respeto por el derecho internacional que rara vez se ha visto en la guerra moderna. Ha tomado más precauciones de las que exige la ley para proteger a los civiles, a menudo con gran riesgo operativo para sus propias fuerzas.
Pero los hechos no bastan: hay que defenderlos con claridad y firmeza. La conducta de las FDI no viola el derecho internacional; lo defiende. No es una mancha en las leyes de guerra, sino un ejemplo de cómo deben actuar las democracias ante enemigos que no respetan ninguna ley, ninguna moral y no distinguen entre civiles y militares.
En un mundo justo, los esfuerzos de Israel serían reconocidos como lo que son, ejemplo de una guerra legal y moral. Sin embargo, en el mundo en que vivimos, defender estas verdades no es opcional —es esencial.
John Spencer es presidente de estudios sobre guerra urbana en el Instituto de Gerra Moderna de West Point (MWI); presentador del podcast “Proyecto de Guerra Urbana” y coautor de “Comprendiendo la Guerra Urbana”.
Arsen Ostrovsky es abogado de derechos humanos y director del Foro Legal Internacional e investigador principal del Instituto Misgav para la Seguridad Nacional.