Tribuna Israelita

Minorías musulmanas en el Medio Oriente: Los Kurdos

Lejos de ser un bloque monolítico y homogéneo, los musulmanes conforman diferentes sectas que desde sus inicios han rivalizado entre sí. Si bien en un principio los alegatos se centraban alrededor de disputas filosófico-religiosas, éstos se han traducido en verdaderas luchas políticas encarnizadas que incluyen enfrentamientos bélicos y persecuciones de inmensas magnitudes. No es poco común que las minorías consigan el poder, como es el caso de los alawitas en Siria, del régimen Beath ir o de los sauditas beduinos, así como no lo es que los grupos mayoritarios que se encuentran en el poder en algunos países musulmanes discriminen y persigan a las minorías pertenecientes a otras sectas islámicas.

De la precaria situación que viven estas minorías en los países árabes se conoce muy poco en el mundo occidental ya que la información en dichos países es muy restringida por las dictaduras teocráticas o militares que los gobiernan.
Tal es el caso de los Kurdos, que con 20 millones de fieles conforman la minoría más importante del mundo islámico. Los Kurdos constituyen una etnia muy particular dentro de las minorías musulmanas ya que no son árabes sino que son un pueblo de origen y lengua indoeuropeos que habita en el Kurdistán, región dividida hoy en día entre Turquía, Irán, Irak, la URSS y Siria. Son musulmanes sunnitas, que conforman aproximadamente el 90% de la población musulmana mundial. Sin embargo poseen una cultura y un lenguaje propios. Si bien constituyen uno de los pueblos más antiguos de la tierra, han sufrido de constantes persecuciones y vejaciones siendo privados de la autodeterminación nacional. De hecho, desde finales del siglo XIX han mantenido la lucha por el renacimiento cultural y político de su pueblo. En 1920, con la firma de la paz de Sevres entre los aliados y Turquía, los Kurdos tenían la esperanza de obtener su independencia. Sin embargo, la oposición turca frustró esta posibilidad tres años más tarde, excluyendo a los Kurdos del Tratado de Lausana.
A raíz de esto en breve tiempo se multiplicaron las organizaciones políticas curdas. Al ser menospreciados por la mayoría árabe, su resistencia creció, convirtiéndose en nacional al trascender paulatinamente su marco tribal. Este movimiento político hallaría su expresión en el Partido Democrático Curdo fundado en 1946 por Mustafá Barzani quien intentó, sin éxito, fundar una república curda en Mahbad, Irán. Desde la década de los cincuenta la rivalidad entre Irán e Irak -países con gran concentración de población curda- ha hecho de este grupo un pretexto para la desestabilización de uno y otro país. Así, la causa curda queda atenazada entre los intereses de Baghdad y Teherán además de que hoy en día se enfrenta a nuevas dificultades a raíz del ascenso del fundamentalismo shiíta iraní.
Así mismo, la causa curda está siendo utilizada por el régimen sirio para desestabilizar a la vecina Turquía. Las relaciones sirio-turcas se han caracterizado por un sinfín de disputas territoriales y étnicas que no se han podido resolver a lo largo de años de animosidad entre ambos países. Entre seis y diez millones de Kurdos habitan en la región montañosa del sureste de Turquía. Ankara nunca ha reconocido la identidad étnica separada de los Kurdos, pero cuando han existido regímenes democráticos en Turquía, éstos han obtenido el derecho al voto.
Sin embargo, los líderes sirios están tratando de desestabilizar a Turquía a través del entrenamiento y abastecimiento de armas a movimientos marxistas Kurdos quienes son incitados al terrorismo, especialmente en contra de civiles dentro del territorio turco. Miembros del Partido Obrero Marxista Curdo (POC) son entrenados en el norte de Siria bajo el control directo del comandante de inteligencia del ejército sirio. Estas guerrillas cruzan la frontera y atacan poblados en el este de Anatolia como parte de su campaña por su independencia de Turquía.
Siria y Turquía también se están disputando el proyecto de la presa Ataturk, que desviará la mitad del caudal que el río Eufrates lleva hasta Siria. Esta, que sufre de escasez de agua, sobre todo en verano, busca impedir la inauguración de la presa programada para 1994. El presidente sirio Assad tiene un doble plan. Primeramente, busca apoyar al POC con el fin de que sabotee la construcción de la presa. En segundo lugar, le ofrece a Turquía controlar al POC con la condición de que no desvíe las aguas del Eufrates.
Por último, Assad tiene otra razón para apoyar a los Kurdos. Siria es el único aliado de Irán y la única ruta terrestre entre ambos se encuentra en el este de Turquía donde los rebeldes Kurdos gozan de gran actividad. Sin su ayuda no podría existir el tráfico de armas entre Irán y Siria ya que Turquía prefiere mantenerse al margen de la guerra del Golfo Pérsico. Las guerrillas curdas transportan y escoltan grandes cantidades de material y armamento a través de Turquía hacia Irán.
Es así como el ancestral anhelo de los Kurdos por que se reconozca su identidad como pueblo se ve manipulado por diferentes bloques políticos que buscan controlar esta conflictiva zona por todos los medios posibles. Los movimientos terroristas solamente perpetúan la violencia en una arrea de por sí plagada de problemas. Este es un fenómeno que se repite por todo Medio Oriente. El apoyo de elementos como Siria a supuestos movimientos de liberación nacional, lejos de representar un interés genuino por conceder la independencia y soberanía a aquellos que la anhelan, está encauzado a debilitar y desestabilizar países que se rigen por políticas contrarias a la de estados totalitarios.

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