El 24 de enero de 1992 la República Popular China (RPC) y el Estado de Israel establecieron relaciones diplomáticas después de 40 años de diferencias irreconciliables. Esto se debe -entre otras cosas- al deseo de Pekín de jugar un rol activo en el proceso de paz para Medio Oriente. China es el único miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que no participó activamente en la conferencia de paz llevada a cabo en Madrid en octubre de 1991.
El acercamiento entre Jerusalem y Pekín, que se inició en 1981, ha sido paulatino. Puede afirmarse que el deseo de “romper el hielo” ha partido exclusivamente de Israel.
De hecho el Estado judío fue uno de los primeros países no comunistas en reconocer a China Popular en 1949. En 1986, después de innumerables intentos por establecer lazos entre los dos países, Reuven Merhav -exagente de inteligencia quien se desempeñara como consejero político en la embajada israelí en Beirut -reabrió el consulado israelí en Hong Kong después de que éste había sido cerrado una década antes por falta de fondos económicos.
En forma persistente Merhav cultivó relaciones con funcionarios, académicos y empresarios chinos que viajaban o vivían en la colonia inglesa, recordándoles los beneficios económicos, culturales y políticos que la relación entre ambos países conllevaría. Debido a su simpatía hacia el tercer mundo y su liga con las naciones árabes, el régimen chino había interpretado equivocadamente la historia y el papel de Israel en el Medio Oriente. Por ello Merhav intentó difundir entre los chinos un panorama objetivo y realista de logros del Estado judío en todos los campos del quehacer humano.
Este esfuerzo culminó en la abstención de la RPC en el voto de las Naciones Unidas en diciembre de 1991 que anuló la resolución que equiparaba al sionismo con el racismo, siendo que previamente China había brindado su apoyo a dicha decisión.
En 1987 se iniciaron los primeros contactos diplomáticos entre un representante de la agencia noticiosa Xin Hua y Merhav y entre las misiones de ambos países en las Naciones Unidas. En 1928 el gobierno chino accedió a proporcionar visas turísticas a ciudadanos israelíes y fue así como estudiantes y académicos del Estado judío comenzaron a viajar a ese país. En 1990 se le permitió a la Academia Israelí de Ciencias y Humanidades abrir una oficina permanente en Pekín y a sus miembros se les otorgó inmunidad diplomático, lo que hace pensar que dicha oficina fungió en realidad como embajada. Indiscutiblemente el desmantelamiento del bloque comunista en Europa oriental, los resultados de la guerra en el Golfo Pérsico y la conformación de un nuevo orden internacional han repercutido en el establecimiento de los vínculos chino-israelíes.
Con el establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel la RPC obtendrá amplios beneficios en áreas como el turismo y la industria. Así mismo tendrá la oportunidad de sumarse a las gestiones diplomáticas encaminadas a lograr la paz en el Medio Oriente.
Israel, por su parte, utilizará los canales de comunicación con la RPC para lograr que disminuyan las ventas de equipo bélico a países del Medio Oriente. En la década de los ochentas China vendió billones de dólares en armamento al Tercer Mundo incluyendo a Irak, Irán, Arabia Saudita, Egipto, Siria y Libia. Lo que causa mayor preocupación al Estado judío es la cooperación nuclear que ha brindado este país asiático a los vecinos árabes de Israel.
En esta época de cambio, signada por procesos de globalización e interdependencia, tanto Israel como la RPC necesitan implementar programas de cooperación con el fin de poder enfrentar los desafíos impuestos por las nuevas circunstancias.