Es una coincidencia conmovedora que los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II fueron canonizados como santos católicos en la víspera de Yom Hashoá, el día internacional de recordación del Holocausto observado en Israel y por los judíos de todo el mundo.
Las narrativas personales de estos dos Papas son inseparables del Holocausto y sus reacciones ante el genocidio sistemático de los judíos han jugado un papel fundamental en la revolución de las relaciones entre católicos y judíos durante la última mitad del siglo XX.
La aniquilación de 6 millones de judíos – un tercio de la judería mundial – y de la imponente civilización judía de Europa del Este fue una tragedia sin precedentes antecedida por cerca de 2,000 años de demonización cristiana de los judíos y el judaísmo. Durante la Segunda Guerra Mundial, con frecuencia muchos permanecieron indiferentes mientras que los judíos eran sacrificados como animales.
Al igual que muchos judíos de mi generación, el Holocausto es un horror nacional y personal a la vez. La tía de mi padre y primos hermanos fueron asesinados por los nazis en un bosque cerca de Bialistok, su ciudad natal en Polonia. Pero allí no termina la historia.
También tenemos la responsabilidad de contar la historia de los muchos que arriesgaron sus vidas para salvar judíos. Yad Vashem, memorial y museo del Holocausto de Israel, ha identificado más de 25,000 no judíos que son llamados ” Justos entre las Naciones”. Asimismo, debemos reconocer la auto-reflexión colectiva de la Iglesia en admitir la complicidad cristiana, demostrando un compromiso con la creación de un mundo en el que las lecciones de la Shoá hayan sido aprendidas.
Durante el Holocausto, como diplomático del Vaticano en Turquía, Grecia y Francia, Angelo Giuseppe Roncalli salvó a numerosos judíos. La emisión de certificados de bautismo falsos para niños judíos era uno de sus métodos. Más tarde, como Papa, Juan XXIII, convocó el Concilio Vaticano II (1962-1965) para ” abrir las ventanas de la Iglesia y dejar que el aire fresco del Espíritu sople” e instruyó al Cardenal Agustín Bea para pastorear un nuevo enfoque católico de acercamiento a los judíos y el judaísmo.
Juan XXIII es el padre de esta idea, pero no vivió para ver el documento transformacional ” Nostra Aetate” (En nuestro tiempo), que rechazó la acusación de que los judíos eran los culpables de la muerte de Jesús. También denunció toda forma de antisemitismo y validó el pacto eterno de Dios con el pueblo judío. Fue Juan XXIII quien primero editó la problemática oración del Viernes Santo para los judíos, eliminando la ignominiosa descripción de los judíos como ” pérfidos”.
Se le conoce por la bienvenida a un grupo de visitantes judíos con la exclamación bíblica: “Yo soy tu hermano, José,” haciendo referencia a su nombre, Giuseppe.
El Papa Juan Pablo II, nacido Karol Jozef Wojtyla, fue testigo de los horrores del Holocausto cuando sus amigos judíos de la niñez perecieron en Polonia. Como Papa de 1978 a 2005, dio vida a las palabras de “Nostra Aetate ” mediante la emisión de directrices para su correcta aplicación en las relaciones entre católicos y judíos.
Fue el primer Papa en hacer una visita oficial a una sinagoga, hizo peregrinaciones a sitios del Holocausto, estableció relaciones diplomáticas entre el Vaticano e Israel y realizó la primera visita de Estado a Israel. Colocó una nota en el Muro de los Lamentos, con las siguientes palabras: ” Dios de nuestros padres, elegiste a Abraham ya su descendencia para dar tu nombre a las naciones: Estamos profundamente entristecidos por el comportamiento de aquellos que en el curso de historia han hecho que estos hijos tuyos sufran y pidiendo tu perdón, queremos comprometernos en una auténtica fraternidad con el pueblo de la Alianza”.
Estos dos papas fueron parte integral de la transformación católica post- Holocausto y de ampliar las actitudes cristianas hacia los judíos y el judaísmo. Es fácil dar por hecho este cambio, pero este desarrollo transformó a la iglesia de una fuerza que ponía en peligro la supervivencia judía a una comprometida con el futuro de los judíos y el judaísmo.
No debemos olvidar los siglos de enemistad cristiana que precedieron al Holocausto, pero también tenemos que estar dispuestos a alabar a los que generaron una nueva narrativa para los miles de millones de almas a su cuidado.
Yom Hashoá siempre será sobre los 6 millones y mi familia, nacidos y no nacidos, en Bialistok. Pero este Yom Hashoá, también estaré pensando en dos justos entre las naciones que merecen “hatov hakarat “el reconocimiento del bien que hicieron. Mientras que los católicos celebran a sus dos santos más recientes, los judíos dirían: “Yehi Zikhram Baruj”, Que su recuerdo sirva de bendición.
*Artículo publicado en The Washington Post, el 24 de abril del 2014 por Noam Marans, Director de relaciones interreligiosas e intergrupales para el American Jewish Committee