La obra de Nelly Sachs, poeta y dramaturga alemana quien fuera una víctima más del acenso del nazifascismo en su país, se caracteriza por la fuerza de sus descripciones, por el sentido simbólico de su lírica bíblica y por su entrañable sinceridad.
Sachs nació en Berlín en 1891 en el seno de una próspera familia judía. Hija de un industrial alemán creció en un hogar amante del arte y de la cultura. A los 17 años comenzó a escribir poesía neoromántica con formas tradicionales y utilizando distintos ritmos. Publicó algunas de sus creaciones, pero la mayoría de estos trabajos no han sido editados hasta el día de hoy.
En 1933, Nelly Sachs -como muchos otros judíos alemanes asimilados- descubrió su herencia hebrea. El advenimiento del régimen nazi al poder obscureció su vida y la impulsó a buscar consuelo en los antiguos escritos judíos.
En 1940, al enterarse de que estaba destinada a ser deportada a un campo de trabajos forzados, Sachs decidió escapar. Gracias a la ayuda de la novelista Selma Lagerlof y de la familia real sueca, logró emigrar a Suecia.
En su nuevo hogar vivió modestamente con su madre. Se dedicó a traducir poesía sueca al alemán y eventualmente publicó varios volúmenes de sus traducciones, mismos que lograron un enorme éxito. A lo largo de los tristes años de la segunda guerra mundial, Sachs produjo la obra que la consagró, y que contiene textos de éxtasis, místicos y visionarios, aunque permanece en la línea de la tradición romántica alemana.
En el corazón de su obra se encuentran los símbolos de la lucha así como de la persecución: “Si no hubiese podido escribir, no hubiese podido sobrevivir. La muerte fue mi maestra… sus metáforas son mis sonidos”. Así mismo, el dolor por el sufrimiento de sus correligionarios la convirtió en una ardua defensora de los derechos humanos de los judíos. Sus poemas expresan su incuestionable fe en la permanencia del pueblo judío y de la importancia de su misión en el seno de la humanidad.
En 1965, Nelly Sachs recibió el “Premio de la Paz de los Editores Alemanes”. Al aceptar el reconocimiento del país de donde tuvo que huir, declaró: “A pesar de todos los horrores del pasado, creo en ustedes”, con el mismo espíritu de reconciliación que permea su poesía.
En 1966, como una culminación de los diversos reconocimientos que le fueron otorgados, la Academia Sueca le otorgo el Premio Nobel de Literatura, compartido con el escritor israelí Yosef S. Agnón. Al aceptar el galardón, Sachs conmovida aseveró: “Agnón representa a Israel… yo represento la tragedia del pueblo judío”.
Nelly Sachs murió en 1970, pero sus Epitafios Escritos en el Aire, Coros después de la Medianoche, y Oh las Chimenas, mantienen como nunca su fuerza creativa y emotiva y enriquecen en forma notable el acervo intelectual judío.