El calendario contabiliza 365 días que completan el ciclo de un año. De todos ellos, hay algunos que son más significativos. Es así como llegamos al 27 de enero. Sin duda, una fecha para recordar. ¿Qué pasó ese día? En 1945, las tropas de la Unión Soviética combatieron al ejército alemán y avanzaron sobre Polonia liberando el campo de exterminio Auschwitz- Birkenau.
Ese mismo año terminó la Segunda Guerra Mundial con la victoria de los Aliados sobre el ejército de Alemania. A pesar de que Hitler subió al poder en 1933, fue hasta septiembre de 1939 que inició formalmente la Guerra con la invasión de Alemania a Polonia. Para ese entonces, en Alemania y Austria (en 1938 Alemania se anexó Austria a su territorio) se habían dictado una serie de leyes que restringían la libertad y los derechos de los judíos en cuestiones laborales y sociales, llamadas Leyes de Nuremberg. Así mismo ya había ocurrido la Noche de los Cristales Rotos.
Al iniciar la Segunda Guerra Mundial, la expansión de Alemania por el continente europeo fue muy rápida y relativamente sencilla para la potencia militar que representaban. Es por eso que Hitler ordenó construir en los países conquistados guetos, campos de concentración y campos de trabajos forzados para concentrar a la población no deseada, siendo los judíos quienes encabezaban la lista. Todo este “sistema de campos” ayudó a separar a la población con el fin de organizar mejor lo que vendría después.
Sin embargo, el único país en el que se construyeron campos de exterminio fue Polonia. De los 6 campos de exterminio que los alemanes habían instalado en Polonia, Auschwitz fue el más grande de todos y probablemente por eso es el más representativo. Auschwitz- Birkenau fue un complejo que abarcaba un campo de concentración, campo de trabajo forzado y campo de exterminio provisto con cámaras de gas y crematorios.
El campo de exterminio de Auschwitz tenía la capacidad para aniquilar hasta 2,000 personas diariamente. Poblados enteros y familias completas perecieron en su interior. Durante todo el tiempo que estuvo en funcionamiento se estipula que un millón de personas murieron en Auschwitz, de los cuales el 90% eran judíos. El proceso tan metódico y sistematizado con el que mataban a las personas en ese lugar hizo que Auschwitz fuera denominado “La fábrica de la muerte”.
Fue ahí donde el famoso Josef Mengele realizaba sus experimentos pseudocientíficos en prisioneros del campo de concentración. Su falta de humanidad durante sus experimentos promovió que lo apodaran “el ángel de la muerte”.
El sarcástico letrero “el trabajo te libera” delimitaba la entrada del campo de concentración y hacía creer a los prisioneros que a través de su esfuerzo cotidiano iban a encontrar la libertad.
Por eso es tan simbólica la fecha del 27 de enero, por todo el dolor y sufrimiento que representó Auschwitz. Y es por eso mismo, que en 2005 la ONU designó esa fecha como el Día Internacional en Recuerdo de las Víctimas del Holocausto.
Desde la Fundación Instrumentos de la Esperanza nos sumamos a la conmemoración con el compromiso de educar a las generaciones jóvenes sobre el Holocausto. Nuestro objetivo es adquirir y resguardar instrumentos musicales que pertenecieron a víctimas del Holocausto para darles vida y a través de su música educar a las nuevas generaciones sobre el Holocausto. Asumimos la responsabilidad de hacer oír la voz y la música de quienes atravesaron ese tormentoso momento histórico.
Al día de hoy, la Fundación salvaguarda 11 instrumentos que en su mayoría pertenecieron a judíos de diferentes nacionalidades y cada uno con una historia única y particular.
El primer instrumento que adquirió la Fundación fue un chelo fabricado por el laudero judío Jacques Wolfgang Hakkert quien nació en Rotterdam y desde joven estableció un taller para hacer y reparar instrumentos musicales. Era hábil y talentoso en su trabajo. Se calcula que en el poco tiempo que trabajó hizo más de 100 violines y chelos.
Sin embargo, tras la ocupación alemana a Holanda la esposa e hija de Jacques fueron inmediatamente descubiertas por los alemanes y deportadas a Auschwitz donde murieron. Jacques intentó escaparse rumbo a Suiza acompañado de su amiga Christine Van Kuik ya que ahí ella iba a reencontrarse con su esposo e hija quienes habían escapado por otra ruta. En el trayecto Jacques y Christine fueron capturados por los nazis y transportados a Auschwitz donde Jacques murió el mismo día de su llegada.
El cello que Jacques fabricó y que albergamos ha cobrado, vida en diversos conciertos de las Orquestas Filarmónicas de Berlín y de Rishon Letzion. Así mismo fue tocado por el Maestro Carlos Prieto en el concierto inaugural de Instrumentos de la Esperanza.
Sin duda la mejor forma de recordar la vida de Hakkert es a través de sus instrumentos.
Millones de personas murieron durante el Holocausto. Sin embargo, así como Jacques Hakkert, cada uno de ellos tiene una historia única y particular y es nuestra responsabilidad humanizar a las víctimas. Conocer la historia de cada uno es nuestra forma de dignificar y honrar su legado.